Las alpargatas son, ante todo, un modo de entender el verano. Esencia española que marca el ritmo pausado de unos paseos que no tienen destino concreto pero que se disfrutan. Aunque su origen fue bien diferente. Ligadas al trabajo en el campo, se cree que las alpargatas nacieron de una sandalia egipcia en la que luego se inspiraron los romanos para elaborar un calzado parecido que buscaban proteger a los pies del sol y el calor. Las más antiguas que se conocen se hallaron en una cueva de la costa de la Alpujarra en 1857, fueron realizadas totalmente en esparto y se conservan en el Museo Arqueológico de Granada.
Las espadrilles, -como se las conoce en el mercado internacional-, fueron el calzado de verano para obreros y campesinos en España, por su comodidad y, sobre todo, por su precio. De confección artesanal, utilizaban como materia prima el esparto de las montañas mediterráneas. Porque es en esta zona donde encuentra su identidad. Una autenticidad que defiende La Siesta, la marca levantina que reinventa su diseño pero mantiene su patrón. Porque hay que reivindicar esa marca made in Levante como herencia cultural en la que convergen Oriente y Occidente, creando un calzado que ha sido (y es) objeto de deseo.
Desde que en los años 70 Yves Saint Laurent se enamorase de los diseños de Castañer y los subiese a la pasarela, -lo que supuso el despegue de la alpargata a nivel internacional-, diseñadores como Karl Lagerfeld en 2011 o Valentino en 2012 contaron con ellas como el calzado más importante de sus colecciones. El primero, dibujándolas en dos colores y bordando su logo en el empeine; mientras el segundo las cubría de encaje. Óscar de la Renta las llenaría de pedrería, Altuzarra las elevaría añadiéndoles un tacón y DelPozo les regalaría una terminación en punta y plataforma.
Pero si nos ceñimos a su origen, tres son sus máximas: planas, con suela de yute y cubiertas de lona o algodón. Un clásico que se reinventa y se convierte en la it-alpargata del momento. Y las trae una marca española que nace para reivindicar el producto español en el mercado internacional: La Siesta.
Fabricadas a orillas del Mediterráneo, en materiales naturales (yute, piel y algodón), esta casa levantina ha sabido transformar este calzado gracias a la combinación de texturas y estampados, creando diseños únicos y evolucionados. Varias son las colecciones que presentan para este verano, pero que como la siesta, puede practicarse durante todo el año: lisos en loneta, con toques de fantasía para ella, dibujando un estampado ligero en tela de saco y con dibujos que recuerdan la herencia árabe y africana de esta zona española. Jorge Navarro, director del grupo Gioseppo y creador de la firma, asegura que la evolución de su alpargata se basa en “hacerla más resistente, cómoda y sofisticada sin traicionar su esencia natural, transmitiendo el contraste entre lo provinciano y lo cosmopolita”.
Un calzado que perdura generación tras generación y que empieza, -cuando eres niño y deciden por ti-, por las más sencillas en mil colores para acabar atándose en nuestros pies con cordones, vistiéndose de piel y, para las más coquetas, subiendo centímetros del suelo. Cada año llega una nueva, se te antojan tres diferentes y la colección crece.
Este verano, sin duda, la alpargata quiere mostrar con orgullo dónde nace (#madeinLevante) y que se reconozca su éxito nacional, (artistas como Pablo Picasso o Salvador Dalí eran auténticos adictos a ellas) e internacional; algo que viene de lejos, con apariciones en películas como Alta Sociedad (1960) y series como Miami Vice (1984). Larga vida a la alpargata.