Mucho antes de que naciera el popular bolso que lleva su apellido, la it-girl británica de adopción francesa encontró, en otro más asequible y fácil de conseguir, su mejor aliado. Desde siempre se ha asociado el nombre de Jane Birkin con Hermès. De hecho, hablar de ella sin mencionar el aclamado bolso es casi imposible. La anécdota de cómo éste nació se ha convertido en una verdadera historia de culto que, 30 años después, seguimos repitiendo una y otra vez. Pero como todo lo que pasa en esta vida, a lo largo de los años, algunos detalles (y muy importantes) se han ido perdiendo por el camino.
Corría el año 1983 y el azar quiso que la que fuera musa de Serge Gainsbourg y Louis Dumas, por aquel entonces presidente de la maison, compartieran asiento durante un vuelo. Birkin, que llevaba un bolso repleto de cosas que cada dos por tres se caían al suelo, comenzó a quejarse de que no encontraba un diseño adecuado en el que poder llevar todas sus pertenencias. Dumas, haciéndose eco de sus quejas, le prometió la confección de un modelo a su altura. El resto de la historia es de sobra conocida. Pero lo que siempre olvidan al contar esta anécdota es que el protagonista indiscutible de este encuentro, ese con el que Birkin se peleaba para guardar todo, era, precisamente, el mismo que hoy protagoniza este artículo: el bolso de mimbre.
O mejor dicho, el canasto de mimbre. Un modelo redondo con asa mediana y pequeña tapa que durante los años 70 se convirtió en el mejor compañero de estilo y batalla de Jane Birkin. Y es que mucho antes de que se forjara la leyenda del icónico bolso de Hermès, ella paseaba con orgullo su cesto alrededor de todo el mundo. Y gracias a ella, conocida por ser una de las mejores representantes del allure parisino, este complemento hasta entonces campestre o más propio de ambientes playeros, se convirtió en el diseño más todoterreno, versátil y símbolo indiscutible del estilo francés.
Muy populares son las fotografías de la actriz paseando por las calles de Saint-Tropez con pantalones de campana, top blanco bohemio y canasto redondo. Lo incluyó con tal naturalidad y elegancia en todos sus looks –ya fueran casuals o de fiesta y etiqueta- que consiguió crear en torno a este accesorio toda una necesidad. Jamás se separó de él y pese a que en su día se quejó de su falta de espacio, siempre volvía a buscarlo. Incluso con el Birkin ya en escena.
REVISITANDO EL CLÁSICO
Desde que ella lo popularizara, el cesto de mimbre se ha convertido en sinónimo de verano. Y gran parte de su éxito en estos días se lo debemos, también, a Instagram y a influencers como Jeanne Damas, Leandra Medine o Alexa Chung. Prescriptoras indiscutibles de estilo que no han dudado en incluir este accesorio en sus looks, reanfirmándolo como el must fundamental de cualquier fondo de armario que se precie.
Ellas han conseguido que estos cestos, bolsos y hasta sobres de mano realizados en materiales naturales, hayan dejado de estar eternamente ligados a los complementos de playa para reivindicar su lugar (y muy importante) sobre el asfalto. Con nuevos modelos que reinventan el clásico capazo original, adaptándolo a las necesidades del día a día y fusionándose con las tendencias más actuales del momento; en el mercado podemos encontrar numerosas, atractivas y muy cómodas alternativas que combinan a la perfección con zapatillas, vaqueros y camisetas de algodón básicas e, incluso, chaquetas sastre.