“Sin lugar a dudas, Diana fue el más poderoso de los iconos de la moda y el estilo de su tiempo”. Estas palabras de Giorgio Armani definen a la perfección lo que para él fue su gran amiga, Lady Di. Nació en Sandringham, en el condado de Norfolk hace 56 años y, con tan solo 19, se comprometió con el Príncipe Carlos, casándose el verano siguiente, en julio de 1981. Con un traje de novia de mangas abullonadas y una cola kilométrica diseñado por David Elizabeth Emanuel, Diana de Gales comenzó a forjar su leyenda. Un vestido que es ya un objeto más de la historia de Inglaterra y al que se le dedicó, incluso, un exclusivo libro –con una limitada tirada de mil ejemplares-, A dress for Diana (2007).
A mediados de los 90 salta el rumor (y se confirma) del affaire entre su marido y Camila Parker-Bowles. Momento en el que confiesa públicamente las intrigas palaciegas y comienza a mostrarse más atrevida. La tímida Diana da paso a una mujer que busca su sitio en el mundo. Sus faldas disminuyen en centímetros, la figura se ajusta y empieza a elegir escotes más pronunciados para las fiestas a las que acude. Porque su armario ha sabido madurar con ella.
Para Eleri Lynn, comisaria de la última muestra que se expone sobre la princesa en Londres – Diana: Her Fashion Story, que estará abierta hasta el 28 de febrero de 2018 en el Palacio Kensington- asegura que la princesa “creció en seguridad y sabía muy bien lo que quería. Su vestidor evolucionó con ella”. Desde el recatado vestido con el que debutó en la mansión familiar de Althorp House en 1979 (que abre la exposición) hasta su famoso vestido en negro con el que bailó junto a John Travolta en la recepción de la Casa Blanca, te resumimos su estilo en diez claves.
1.- La blusa, su favorita. Las camisas más infantiles, con grandes cuellos –ya sean abiertos o tipo babero- fueron las prendas más recurridas de su armario. Y aunque ella ya lucía entonces camisetas con mensajes mezcladas con blazers, las blusas fluidas en colores claros con lazada al cuello se combinaban con todo tipo de faldas midi, vaqueros y asomaban por encima de un jersey de cachemira.
2.- Se apuntó a la moda de las hombreras XXL. Y es que, aunque muchos la consideran un hito de la cultura pop de los 90 (como si se tratase del Michael Jackson de las Casas Reales, cuya influencia en la moda repasábamos hace apenas unos días), su estilo comenzó a gestarse una década antes. Prueba de ello fueron también esos vestidos brillantes con los que acudía a las grandes veladas.
3.- Porque sí, los vestidos en glitter también podían ser para una princesa. Los miembros de la realeza (al menos de la que aún queda) no acostumbran a mostrarse demasiado ostentosos. Sin embargo, Diana no escatimaba en paillettes, enfundándose en ceñidos vestidos de todos los colores: rojo, azul, negro o blanco. Como el de la imagen, que pasó a llamarse, por la forma de su cuello, el vestido Elvis.
4.- Ella dio nombre a multitud de prendas y accesorios. Como ese increíble vestido en blanco o el negro con el que apareció justo después de que los rumores sobre la infidelidad se confirmasen: el vestido de la venganza. Es más, se lo dio a uno de los bolsos más icónicos de la historia de la moda: el Lady Dior con el que la maison francesa quiso rendirle tributo y que acabaría por convertirse en uno de los clásicos de la firma.
5.- Chopard y Cartier sus preferidas. Acostumbrada a mostrar joyas (si no es una princesa, quién puede llevarlas todas juntas cada día), son estas dos, las firmas por las que sentía predilección. Su manera de lucir las perlas o ese choker en versión deluxe que ahora es tendencia hacen que el icono Diana de Gales vuelva con fuerza este otoño.
6.- Sencilla y natural. Mary Greenwell, su maquilladora oficial, aseguraba que no le gustaba destacar y que le costó un poco de trabajo desterrar de su neceser el delineador azul, que le sumaba años. Siempre cepillaba sus cejas, se aplicaba bálsamo antes de pintarse los labios y buscaba un maquillaje suave que enfatizase su mirada dulce. Algo que conseguía fácilmente por las increíbles pestañas y la piel de la princesa.
7.- Se negó a llevar sombreros. En los actos oficiales que tenían lugar en el exterior no tenía ningún problema, pero poco a poco fue desterrándolos de su armario. Sobre todo, cuando visitaba algún hospital, porque “le impedían abrazar a los niños”. Al igual que los guantes, que dejó de llevarlos porque “una princesa debía tener contacto directo con el pueblo”.
8.- Fue la primera mujer con pantalón en un evento nocturno. Y aunque no eran unos mom jeans, fueron éstos los que más utilizó para su rutina diaria. Insistimos, Diana de Gales es pura inspiración para el armario de los millennials.
9.- Sus firmas favoritas eran Chanel, Christian Lacroix, Armani, Jimmy Choo y Manolo Blahnik. Versace, quien fue también una firma amiga, llegó a ofrecerle un millón de libras por protagonizar una de sus campañas publicitarias. Algo que ella declinó.
10.- De su paso por Buckingham Palace nos quedamos con: su vestido de lunares blancos y fondo verde agua diseñado por Catherine Walker. Con el salió del hospital después de dar a luz a su hijo Guillermo y que treinta años después Kate Middleton quiso recordar cuando salía con el príncipe George en brazos del Hospital Saint Mary de Paddington.