Una tarde muy americana la del domingo en la Mercedes Benz Fashion Week Madrid: si Juana Martín nos llevó de Oklahoma a California por la Ruta 66, Teresa Helbig volvió a trasladarnos a otra ciudad mítica de Estados Unidos.
Elvis canta Viva Las Vegas y una pantalla muestra los neones más famosos del mundo, los de la ciudad del juego más famosa del mundo. Abre el desfile un vestido largo de tul blanco cartas de la baraja bordadas en hilo dorado. En el front row, la actriz estadounidense Lindsay Lohan (vestida con un vestido corto de la firma) no pierde detalle de ninguna de las prendas.
Lujo, fichas de colores, diamantes y pieles. Para Teresa Helbig, el casino es un territorio de ostentación, "en el contexto de una estética provocadora, fastuosa, más cercana a Las Vegas que a Montecarlo", como dice su nota de prensa.
La colección Rien ne vais plus (No va más), está dirigida a mujeres vestidas para jugar, entre las que hay "tímidas, coleccionistas de arte, quien se ha casado siete veces, actrices olvidadas, millonarias del petróleo y jóvenes audaces que se lo juegan todo un sólo número".
La diseñadora catalana rinde sin pretenderlo un homenaje a Paco Rabanne (a quien Coco Chanel apodaba despectivamente "el metalúrgico"), al utilizar rejilla de metal dorado y cota de malla en varios modelos. Algunos incluso parecen sacados del vestuario que el maestro de Pasajes creó para la película Dos en la carretera, dirigida por Stanley Donen en 1967 y protagonizada por la mítica Audrey Hepburn y Albert Finney: por ejemplo, un vestido largo en color maquillaje, cubierto de cadenas doradas de arriba a abajo.
Por cierto que en el desfile de Juan Vidal, vimos entre los invitados a Daniel Rabaneda, sobrino-nieto de Paco Rabanne (nacido Francisco Rabaneda) y también diseñador con taller en Sevilla.
Otros looks del desfile de Teresa Helbig recuerdan a Sharon Stone en Casino (1995), la película de Martin Scorsese ambientada en una de las épocas doradas de Las Vegas, la década de los 70, cuando todavía existía etiqueta para entrar en los casinos, y podías ver entrar a una mujer con el espectacular vestido de terciopelo, ribeteado en plumas, que bien podría haber llevado la legendaria actriz Zsa Zsa Gabor.
Las chaquetas (y trajes de chaqueta y pantalón) de pitón, al más puro estilo Elvis, y otros estampados animales otorgan el punto de excentricidad inherente a una ciudad que ha hecho de los excesos su marca registrada.
Teresa Helbig no olvida sus clásicos e imprescindibles, las gasas, los bordados y el tul, que combina de manera sorprendente con unos originalísimos botines planos sin talón de Serena Whitehaveny. La escasa paleta cromática que queda entre dorados y plateados se reparte entre el amarillo pastel y el verde militar y el verde trébol (el de cuatro hojas, no el del palo de la baraja de color negro).
Según el dicho popular en Estados Unidos, "lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas" pero, como reza la nota de prensa, aunque dice la leyenda que la casa siempre gana, "en el Casino Helbig la clienta se lleva puesto el Jackpot".