¿Acaso se nos podría ocurrir alguien mejor que los diseñadores de las grandes marcas para acogernos durante nuestros viajes?
En algunos casos, las marcas de moda son dueñas de los hoteles y les prestan su nombre y el talento de sus creadores. Ya no quieren solo vestirnos, quieren conquistar nuestro estilo de vida: hasta el punto de poder cenar en Armani, bañarnos en Bulgari o dormir en Dior.
En otros, los diseñadores simplemente se encargan de la decoración, por encargo de las grandes cadenas hoteleras, que quieren aportar a su establecimientos ese plus de glamour. Aunque los hoteles no pertenecen a sus marcas, los creadores deciden sobre los estilos, colores, mobiliario o estampados textiles que vestirán las zonas comunes como las habitaciones.
En ambos casos, el resultado es exquisito: una mezcla de creatividad, estilo, confort y buen gusto, ideales para descansar tras un día de playa o de turismo de ciudad.