Una niña mira embelesada como su abuela hace calceta… el bodeguero disfruta de un chato de vino de la nueva cosecha… varios animales asoman la cabeza sobre las verjas del corral… un anciano alimenta a un gatito… el barbero… el panadero… los novios... Escenas de la vida cotidiana y recuerdos de la niñez de un pueblo que no quiere perder su historia son las piezas con las que ha jugado la artista Elena Parlange para trasladarse al pasado en Fresnedillas de la Oliva.
Un pueblo, en la sierra madrileña, con un Museo Lunar en el que admirar piezas únicas cedidas por astronautas y coleccionistas, y que conmemora la estación de comunicación de la NASA que existió allí hasta 1985; con la iglesia del siglo XVI y con el mayor porcentaje de inmigrantes de la región (casi el 30% de sus habitantes). Sin embargo, lo más curioso es que cualquier visitante puede convertirse en un voyeur al recorrer su casco urbano.
Una idea patrocinada por el Ayuntamiento que nace del empeño de su anterior regidor, Antonio Reguilón, para recuperar las casas abandonadas, ruinosas, de las que sólo quedaba en pie la fachada y poco más. Eso sí, unas magnificas fachadas de piedra que sirven de soporte para, a través de la pintura, echar la vista atrás y recordar la vida a pie de calle de sus habitantes.
Quien le iba a decir a Elena Parlange, que estudió Bellas Artes y trabajó durante años como diseñadora gráfica en varias publicaciones, que una convocatoria del INEM, de esas que la mayoría de los parados piensa que es una leyenda urbana, le permitiría involucrarse en esta aventura. Gracias a ella, se convirtió en una "intrusa" que "invadió" esas casas abandonadas que, muy pronto, empezaron a susurrarle vivencias del pasado.
Tuvo que realizar varias pruebas, entre ellas un boceto en 10 minutos sobre un retrato cualquiera y para el que se inspiró en la fotografía de los actuales reyes de España que había en la sala del "examen" y a los que convirtió en figurines de moda.
Elena no dudó en lanzarse de cabeza a este proyecto, armada tan solo con pinceles, brochas, espátulas, pinturas, barnices, texturas, imprimaciones… y, sobre todo, toneladas de ingenio y creatividad. Y ya se la conoce como "la Banksy española", en referencia al artista británico anónimo que actúa bajo ese seudónimo y del que se desconoce con seguridad la identidad. Bansky se ha convertido en referente del arte callejero mundial, pues sus graffities y estarcidos en varias ciudades del mundo (la mayoría en Londres) se han hecho muy populares, aunque los realiza sin permiso municipal.
Elena, sin embargo, tuvo el encargo de realizar más de 86 cuadros que, llenos de un colorido vitalista, recubren ventanas y puertas de estas Casas con Vida como si se tratase de un trampantojo que te introduce, imagen a imagen, en la historia pasada de Fresnedillas de la Oliva. Y como colofón, un mural de 12 metros donde recrea la Fiesta de la Vaquilla, una mascarada que recorre las calles del pueblo y cuyos orígenes se remontan a la época prerrománica y que se celebra el 20 de enero, festividad de San Sebastián.
Es recomendable descargarse el mapa de la ruta que les ayudará a no perderse ni una de estas casas o de las hadas que Elena ha situado, estratégicamente, en algunos dibujos y que los pequeños (y no tan pequeños) se empeñan en descubrir.
Un plan acertado para hacer con niños que, encantados, recorren las calles buscando el siguiente tesoro. Si hay que hacer algún parón para reponer fuerzas, lo más acertado es acercarse a la Taberna Amador, una típica casa de comidas que goza de buena fama en toda la zona.
Y también se puede visitar el restaurante Los Bravos, en Valdemorillo, en el que existe una placa conmemorativa que dice "El hombre llegó a la Luna gracias a Los Bravos". Si quieres saber qué significa la frase, tendrás que leer este artículo.
La creatividad de Elena Parlange no para, y las ideas no cesan de crecer en su cabeza. Ahora, planes al aire libre en Collado Mediano. Pintará en estos meses de invierno los soportes de madera que cubrirán varias casas y, en primavera, tras su colocación, se lanzará a una segunda fase con más de 10 murales en la arteria principal del pueblo, en los que aplicará la técnica del graffiti y dejará su sello con ese colorido intenso y vital.
Una actividad que siempre persigue el mismo fin: “Que los lugareños que ya no están sean recordados por sus familiares y vecinos, habitando de nuevo esos hogares que un día abandonaron y cuya estructura se va deteriorando poco a poco”. Lugareños como “La barata” una mujer que recorría el pueblo, junto a su perro, vendiendo chuches a los niños.