Entre todas las celebraciones y fiestas que tuvieron lugar esta pasada semana durante el World Pride 2017 en Madrid, también hubo algún momento para detenerse delante de una fotografía y encontrar en las poderosas imágenes de Dan Nicoletta, -que exponía en el Colegio de Arquitectos de Madrid-, una auténtica crónica del movimiento LGTB norteamericano. Entre un plan y otro, El Estilo se sentó y habló con él sobre fotografía social, moda y cómo ha cambiado el mundo.
El Estilo (EE): ¿Cómo se convierte un joven vendedor de una tienda de fotografía de Nueva York a ser uno de los mejores cronistas gráficos del movimiento LGTB?
Dan Nicoletta (DN): por accidente y siendo muy afortunado. En realidad, creo que en aquel momento estaba deseando tener cualquier carrera que me hiciese feliz y, ahora que miro hacia atrás, estoy contento de que mi camino se haya quedado en esa línea que comenzó hace ya cuarenta años. Y eso que he tenido otros muchos trabajos a lo largo de este tiempo, pero creo que contar todo este movimiento era algo muy importante y además, lo suficientemente poderoso como para conseguir que quisiese mantenerme en él.
También conocí a mi pareja en aquel momento, en 1982, y él, que no deja de apoyarte nunca, me dijo: “¡adelante, vamos hacerlo!, vamos a San Francisco”.
EE: ¿Cómo ha cambiado la fotografía social desde los años 70 hasta ahora?
DN: creo que es una cuestión muy interesante. Y creo que fue con The Ballad of Sexual Dependency (1986) de Nan Goldin cuando realmente surgió el gran cambio. Goldin fue capaz de cambiar esos requisitos formales que había tenido hasta entonces la fotografía social y llegar a un concepto mucho más casual. Es más, la persona que ha escrito la introducción de mi libro, -Dan Nicoletta ha venido a España a presentar LGTB: San Francisco: Daniel Nicoletta Photographers (2017)-, habla sobre ello y sobre lo que supuso este cambio.
Al final, The Ballad of Sexual Dependency acabó viéndose más como un libro artístico y una de las obras con más éxito del autor. Y lo es; pero además, Goldin demostró cómo esas generaciones jóvenes que estábamos llegando pensábamos cada vez más rápido. Su trabajo narrativo era, no solo periodismo en el sentido periodístico de la palabra, -el de informar sobre un hecho-, sino una crónica social de un movimiento que estaba en la calle y se estaba convirtiendo en toda una tendencia.
Los que estábamos dentro de él agradecemos que su obra fuese considerada todo un arte porque, gracias a él, abordamos nuestro trabajo desde un punto de vista en el que daba igual que fueses o no partidario del movimiento LGTB, estabas hablando de la condición humana en general. Por supuesto, él tenía amigos gay y los documentó, al igual que hice yo, pero no se trataba de eso, sino de demostrar ese cambio en el que podías hablar de tu intimidad de una forma más liberada.
EE: en Estados Unidos hay multitud de estilos diferentes conviviendo en una misma ciudad, ¿qué es lo que hace especial a la estética de San Francisco?
DN: muchos de esos cambios que surgían cuando la cuestión de la sexualidad empezó a fluir y a pensarse de forma binaria comenzaron en San Francisco. Es verdad que no todos, pero algunos de ellos sí lo hicieron. Y ahora hemos conseguido que todo aquello se incluya en el léxico general cuando hablamos del género de una persona y que lo veamos como algo natural. Es lo que estamos celebrando ahora.
Todo lo que sucedió tuvo una visión muy teatral y revoltosa. Hicieron mucho ruido y hubo mucha inversión social, mucho apoyo. Y fue algo que pasó muy rápido: emergió a finales de los años 60 y creció durante el movimiento hippy. Una estética además que se hizo famosa allí y que, a día de hoy, se mantiene y no deja de crecer.
Las transformaciones de sexo, por ejemplo, nacieron aquí como una primera idea que, quizás, podría llevarse a cabo en algún momento. Y ahora es un movimiento muy fuerte. Todo esto se hablaba con libertad en San Francisco, era el ambiente más sano y seguro para toda esa gente que quería averiguar quién era.
EE: ¿Cómo puede ayudar la moda (o de hecho ya ayuda) a expresar todos esos movimientos sociales? ¿Crees que hay algún tipo de influencia del movimiento LGTB en concreto en el mundo de la moda?
DN: creo sinceramente que la moda juega un papel muy importante en todo ésto. Al fin y al cabo, es un fuerte indicador de los nuevos movimientos sociales. Todo el mundo se fija en la moda para ver qué es capaz de hacer la imaginación del ser humano, qué es lo que está por llegar. Y además, nutre, -y a la vez se nutre-, de los movimientos más radicales que encuentra en la calle, en toda esa energía de lugares como San Francisco o Madrid. Es una sinergia y una de las mejores formas de averiguar qué está pasando y qué va a pasar en el futuro.
También ayuda a otras muchas tendencias a presentarse en sociedad. Toda la estética underground, por ejemplo, se apoyó y se transformó con la moda y aún se mantiene. Y es una relación bonita la que se establece entre moda, calle y todas esas reivindicaciones.
EE: y Levi’s, -que te ha traído a Madrid estos días-, ¿cómo ha ayudado a Dan Nicoletta con todo su trabajo?
DN: en 1966 Levi’s patrocinó mi primera muestra de fotografía sobre el movimiento LGTB, por lo que traerme a Madrid, cuando es la capital mundial del World Pride 2017, es el broche de oro perfecto para cerrar esta relación. Ellos fueron una de las marcas pioneras en apoyar a toda esa gente que salía a la calle a reivindicar un sentimiento. Ellos querían ayudar de verdad.
Además, no solo lo hicieron como algo puntual al principio del movimiento, sino que supieron crear la fórmula en la que se basan muchas de las relaciones entre empresas y causas sociales. Y aquí estamos, treinta años después, con una relación estable que, de verdad, ha tenido mucho que decir.
EE: ¿Cómo es tu proceso para crear la fotografía perfecta?
DN: trato de no ser perfeccionista. A veces, las cosas simplemente aparecen. Y cuando lo hacen, es cuando te das cuenta de que la gente fotografiada tiene toda una historia de vida detrás. Eso es lo bonito. Por eso, trato de quitarme de en medio y dejarles, simplemente, que muestren lo que tienen que contarme.
EE: Cuéntanos un momento especial que hayas fotografiado.
DN: ahora vivo en Oregon (Estados Unidos) y estoy trabajando con gente que vive en el campo y siente un compromiso muy fuerte con el cultivo del maíz y con el medio ambiente en general. Estoy aprendiendo muchísimo con todo esto. Es información a la que antes no había tenido acceso. Y, en todo este proceso, decidí proponerles a dos chicos recrear la famosa escena del cuadro de Grant Wood, American Gothic (Gótico estadounidense, 1930), representando justo lo contrario.
El original es ya, de por sí, una imagen impresionante. Y colocar en ella a dos hombres gay, con una iglesia detrás, la hace aún más poderosa. Creo que es una de mis mejores imágenes, pero no la he mostrado todavía. Es realmente buena.
EE: ¿Y cuál es ese otro momento que aún hoy estás esperando capturar?
DN: quizás, si algo le falta a este libro es, precisamente, lo que quiero que se convierta en mi siguiente foto. Creo que son muy importantes los retratos entre transexuales para documentar todo este movimiento y no hay ninguno. Así que, cuando me pongo a pensar cuál va a ser mi próximo proyecto, siempre me pregunto qué quiero enseñar y, esta vez, hablaré con ellos y les preguntaré cómo quieren ser retratados. Ahí la tienes.
EE: ¿Podrías decirnos un fotógrafo de moda que admires y por qué?
DN: sin duda, Richard Avedon. Recuerdo recorrer las galerías de su exposición In The American West y hacerlo con lágrimas en los ojos. Había una habitación completamente a oscuras al final que te sorprendía. La idea de retratar la historia del Lejano Oeste americano en blanco y negro desnudaba toda esa humanidad que podías encontrar en ese mundo. Y pensé, yo quiero hacer ésto.
Es más, cuando abrí mi estudio comencé hacer muchos retratos así. Podría convertirse en mi próximo libro. Algo así como Dan Nicoletta a lo Richard Avedon.