Muchos se acordarán de Pongo, el protagonista de 101 dálmatas, un perro simpático y distraído muy parecido a su dueño, Roger. Los primeros fotogramas de este clásico de Disney se dedican a repasar las similitudes de perros y dueños. Un caniche y la rubia que lo acompaña, un dogo y su dueño alto y desgarbado... Según la película, ¿qué perro debería tener Mariano Rajoy? Pues parece que las teorías de Disney se cumplen, porque el perro del presidente, un pointer, se parece a él. Al menos físicamente.
Un pointer inglés, también llamado perdiguero, es un perro alto y delgado, de pelo blanco y negro, en este caso. El de Rajoy se llama Rico y como todos los de su raza es de aspecto dócil a pesar de ser un perro de caza. Rápido y ágil cuando es necesario, puede pasar largos ratos tumbado, ensimismado. "Galopador incansable, de ánimo impetuosos y buscador veloz", lo definen en Animalia. Con su fiel 'amigo' pasó el líder 'popular' la jornada de reflexión, dando un largo paseo.
Ya lo habíamos visto antes. Rajoy presentó a su perro en Telecinco, en el Programa de Ana Rosa, en aquella época preelectoral en la que el presidente decidió abrir las puertas de su vida y salir a tomar cañas por doquier. Con los miembros de su partido, con periodistas, con Bertín Osborne y con la mismísima Ana Rosa Quintana, quien mostró a Rico en su programa. Después, consciente de que mostrarse 'tal cual' le podría dar votos (parece que así ha sido), mostró a Rico en Instagram. "Os presento a nuestro perro Rico, fue un regalo. Un animal lleno de alegría y bondad al que le encanta la gente", escribió el mandatario.
Fue un vecino quien regaló el pointer a Rajoy para celebrar su llegada a la Moncloa. Y bien que le va a Rico disfrutar de los jardines del palacio presidencial, porque este tipo de perros necesita varias horas de ejercicio al día para poder desahogar toda su energía. Lo hemos dicho, puede parecer un perro pachón, tranquilo y bondadoso, pero es un auténtico cazador que suele dar siempre en la diana. Son los pointer esos perros que se clavan en el suelo, doblan una pata y ponen el rabo tieso, convertidos en una especie de flecha. Es cuestión de raza.
Como lo era con los dos cockers de José María Anzar. Nerviosos y poco amigos de nadie, Cico y Gufa mordían y ladraban a diestro y siniestro. Se había quejado alguna vez el entonces vicepresidente Francisco Álvarez Cascos. Esos perros mordían ante cualquier descuido. Pero eso no era un problema para su dueño, que adoraba a los perritos como a pocos.
Contaba Lucía Méndez en una crónica de la época que Cico y Gufa eran "las niñas de sus ojos". No pasaba un día sin que el entonces presidente sacara a pasear a sus canes por los jardines de la Moncloa. Además, tenían en el jardín una caseta coqueta "rodeada de césped y frondosos árboles". Pequeños, peludos y marrones, los cockers del presidente, ya fallecidos, no se privaban de morder a quien se cruzaba en su camino. Ahora, Aznar tiene un pastor alemán al que también adora. Otra cosa.
Decíamos que era en 101 dálmatas donde se habla de las similitudes entre perros y dueños. Bueno, la revista de la Sociedad Psicológica de EEUU publicó un estudio de la Universidad de California en el que se confirma: los perros y sus dueños se parecen, y no sólo físicamente. Se lo hemos dicho: "Destaca de un pointer su manera de ser directo a la hora de conseguir un objeto". ¿Les suena?