El día amanece nublado y con aspecto lluvioso, lo que confiere a la Biblioteca Nacional de España un aspecto aún más imponente de lo que ya es. Marina Castaño llega fiel a su cita con EL ESPAÑOL. Ha accedido a realizar un viaje en el tiempo para rememorar aspectos íntimos de su vida pasada al lado de Camilo José Cela mientras recorre las 600 piezas que componen la exposición sobre el escritor.
A las 10.30 de la mañana apenas hay gente en la sala cuando entra una Marina Castaño sigilosa, cautelosa y con emoción contenida. La misma actitud que mantendrá a lo largo de todo el recorrido. Incluso en los momentos en los que se refiere a los romances y conquistas del premio Nobel, un hombre "ocurrente, divertido, profundamente simpático sin llegar a ser cursi ni relamido. Con él nunca te podías aburrir. Era un grandísimo seductor que sabía perfectamente cómo resultar atractivo a las mujeres", desvela su viuda.
"¿Que cómo me conquistó? Bueno, eso es algo que no se puede explicar, es algo que sucede y ya está", confiesa mientras recuerda sin tapujos un suceso ocurrido cuando estaban casados con una de las mujeres con las que Cela vivió un romance 40 años atrás.
Castaño recuerda cómo, el día antes de fallecer, Camilo José Cela se empeñó en desayunar chocolate con churros y en almorzar un plato de lentejas.
Las 'manías' del escritor
La exposición se detiene en algunas de las obras más importantes del premio Nobel, como La colmena -en cuya versión cinematográfica participó el propio Cela como actor-. "No era hombre de muchas manías, tenía sus rutinas. Desayunábamos comentando la prensa y se ponía a escribir. A las 11 y media le llevaba un café a su estudio y él seguía trabajando hasta las 13.30. Entonces salía a dar un paseo, que fue un hábito que le inculqué yo. Después de comer, se echaba la siesta que era algo sagrado para él y continuaba escribiendo hasta la noche. Y así un día tras otro", recuerda Castaño, que recalca que este rígido estilo de vida no suponía ningún sacrificio para ella.
Otra de las manías de Cela tenía que ver con las fotografías. "Le gustaba posar y lo hacía bien, pero nunca sonreía en las fotos. Decía entre bromas que al hacerlo perdería lectores. No encontrarás una foto de nuestras vacaciones en las que salga sonriendo".
Camilo José Cela y su esposa viajaron mucho a lo largo de su vida en común, aunque siempre que lo hacían llevaban consigo sus enseres de trabajo. "No desconectaba ni en vacaciones", asegura Castaño, que recuerda con cariño cómo, para escribir una de sus obras, se rodeó de un biombo negro para que nada le distrajera.
Y por fin le llegó el Nobel...
"Camilo José siempre se lamentó de que le reconocieran internacionalmente (recibió el Nobel en 1989) y en su propio país no (el premio Cervantes no le llegó hasta 1996). Pero yo creo que había razones políticas y aversiones que impedían o retrasaban el Cervantes. España se lo debía", sentencia Marina, mientras escenifica, justo al lado de los vídeos que recuerdan el momento de la entrega del Nobel, cómo reaccionó Cela tras recibir la noticia de la concesión del premio.
Las curiosas colecciones privadas de Cela son uno de los puntos centrales de la exposición. Para Marina, el escritor siempre fue "un poco fetichista en este sentido".
Pero también fue un hombre "poliédrico" que tan pronto fundaba revistas y editoriales como que hacía sus pinitos como actor en varias películas o pintaba cuadros, llegando a exponer en una galería de La Coruña. "Solía decir que España era tan pobre que no daba para tener dos ideas sobre la misma persona. Pero él quería que su legado fuera completo", asegura.
Familia, derechos y herencia
El recorrido por la muestra de la mano de Marina Castaño avanza por derroteros tranquilos hasta que uno se topa con temas más espinosos como la herencia del escritor y los actuales litigios que mantiene con el hijo de Cela. Se cierra en banda a hablar de cualquier cuestión que tenga que ver con la relación familiar o con los derechos de propiedad. Cabe recordar que el vástago del escritor ganó todos los litigios mantenidos con la periodista, incluido el correspondiente a la herencia del premio Nobel. Es más, hace dos años Marina Castaño fue condenada a pagar a Camilo José Cela Conde más de cinco millones de euros correspondientes a la parte de la herencia que le correspondía.