Después de semanas teniendo a sus seguidores en vilo, Aramís Fuster (62) daba la cara este viernes en Salvame Deluxe. La vidente publicaba en su cuenta de YouTube un vídeo en el que se despedía de su público. Y parecía que había cumplido su palabra cuando, el pasado 16 de agosto, El Español publicaba que la bruja era ingresada en el hospital con heridas en su cuerpo.
Este viernes, María Patiño se enfrentaba a su entrevista más complicada. Fuster aparecía por primera vez en un plató de televisión demacrada, sin maquillaje, sin peluca y, sobre todo, muy desorientada. Por muchas preguntas que le hacía la presentadora, la bruja respondía como quería y a lo que quería. Una situación muy difícil que se fue repitiendo a lo largo de la noche.
"¿Por qué te tomaste esas pastillas?", preguntaba la periodista a la vidente para iniciar la conversación. "Con la intención de reunirme con mamá. Me autolesioné. Estaba inconsciente", respondía con dificultad Aramís en el programa de Telecinco. Según ella misma, este mismo viernes se cumplían 6 años de la muerte de su madre, una pérdida que al parecer no ha podido superar.
Aramís narró que son momentos difíciles en el trabajo. Agobiada por una grave crisis económica, abandona Barcelona y se instala en unos apartamentos en Madrid. En apenas un mes, la vida de Aramís es muy inestable. Al ver que no había movimiento en la habitación son los propios trabajadores del hotel los que llaman a la policía. Allí se la encontraron de forma inconsciente. "Con una cuchilla intento cortarme en el cuello. Yo no recuerdo nada de eso porque las pastillas provocan una bajada de azúcar. Soy tan torpe que en lugar de cortarme la femoral izquierda, me corto la derecha y no pasa nada", narraba.
Sola y sin saber dónde ir, Aramís se dirige a Telecinco una vez abandona el hospital para buscar ayuda. Desde allí, y tras hablar con el equipo de redactores, la bruja es enviada a un centro de mayores donde se le da comida y un lugar donde dormir. "Allí me han dejado esta blusa que han sacado de la basura", narraba la vidente.
La mentira comienza a olerse en el aire
"Para mí Telecinco es mi casa. Mi teléfono está cortado. Debo 93 euros a Telefónica. Puedo recibir llamadas, pero no hacerlas. Hay alguien bueno y pedí a un taxista que me llevase. Le pagué moneditas que tenía. Tiene mi carnet de identidad para reclamar la carrera", narraba Aramís sobre su llegada a Telecinco en plena crisis de identidad. De nuevo, una historia con muy poco sentido.
Sobre sus hijos y la nula ayuda que ha tenido durante estos días, la bruja asegura que lleva 20 años sin hablar con ellos. "Ellos dicen que te intentan ayudar, que están preocupados por ti y que no quieres", comentaba María Patiño. "No me quiero morir", repetía en numerosas ocasiones. "No quiero seguir haciendo el ridículo en Cataluña. Me apasiona la política. No volveré a hablar una sola palabra en catalán hasta que esto se arregle", la bruja seguía diciendo durante toda la noche frases inconexas.
Como en la historia de Pedro y las ovejas, Aramís Fuster ha engañado tantas veces a la prensa con sus montajes que era muy complicado creerse de nuevo esta gran crisis de la bruja. Por esos los colaboradores no han sido blandos cuando se han sentado delante de la entrevistada para cuestionar todo lo que estaba contando.
Una acumulación de datos inconexos
"Me gustaría que fueras sincera y dijeras para lo que estás aquí. No te creo", decía Mila Ximénez. "¿Estás aquí par hacer dinero rápido?", le preguntaba la colaboradora. "Absolutamente, no", respondía Aramís. "Yo no he hecho todo bien. Yo me he equivocado como todo hijo de vecino. También tengo derecho a rectificar. No he venido a por dinero. No para mí. Yo soy diabética. Emocional, pero diabética", contestaba (sin responder) cuando le preguntaba la razón que le ha llevado a volver a Telecinco.
"Tengo cáncer de piel", contaba Aramís. "Te estás riendo de tí misma", decía Kiko Matamoros. "Me parece una frivolidad", se le escuchaba decir a Gema López. Ninguno se creía su historia. "Sabía que me ibáis a machacar", aseguraba Aramís ante los espectadores.
El relato de la bruja en televisión terminaba como (casi) siempre: nadie se la cree y ella intenta que el mundo la escuche con historias con muy poco sentido común. Sin más remedio, y después de narrar un drama que sonaba a montaje, Patiño despedía a la bruja sin darle la oportunidad de replicar, de despedirse o de contar más datos sobre una vida que tiene más de fantasía que de realidad. "Necesito unas piernas nuevas", se le escuchó decir.