MÉXICO

Dicen que murió en su casa de Santa Mónica, California, a punto de salir para dar un concierto de su gira MeXXIco Es Todo, en la ciudad texana de El Paso. Que entró en el baño, que comenzó a toser muy fuerte, que se oyó el golpe de una caída. Que abrieron la puerta del servicio y lo encontraron en el suelo. Que llamaron a una ambulancia pero que, para cuando esta llegó, ya era tarde. El pasado domingo un infarto le rompió el corazón. Así, a los 66 años, acabó la agitada vida de Alberto Aguilera Valadez, de Juan Gabriel, del Divo de Juárez. Desde ese día, los bares mexicanos cierran con sus canciones.

Muestra de su importancia son las personas que han dado sus condolencias. El presidente estadounidense, Barack Obama (55), para quien "ha trascendido fronteras y generaciones por más de cuarenta años". "Una voz y un talento que representaban a México", escribió su homólogo mexicano, Peña Nieto. Los cantantes Juanes (44) y Ricky Martin (44); la ganadora del Premio Cervantes en 2013, Elena Poniatowska (84). También su fabulosa fortuna, siendo el vigésimo músico más rico del mundo según Forbes, con unos 30 millones de dólares, más de una quincena de propiedades inmobiliarias y los derechos de explotación de sus canciones. Pero su gran legado son sin duda sus composiciones, el dolor que han mostrado sus compatriotas y su iconicidad para la comunidad gay mexicana.



"Juan Gabriel es el continuador de la canción sentimental mexicana que inicio Agustín Lara, siendo un joven que creció en la frontera con EE UU, mamó la música desde ahí, y conectó con los mexicanos ya que supo crearse un personaje, que es como lo característico de los grandes compositores mexicanos, en su caso una especie de joven desamparado", explica Pável Granados, crítico e historiador musical. "Toda su vida fue volver a sus orígenes, a la relación con su madre, a la indefensión en el momento de amar, siempre le cantaba al desamor, al sufrimiento que le causa el otro, pero con las palabras más bonitas del mundo y quitando ese afán de venganza que tenía la canción mexicana".

La vida de Alberto Aguilera fue cualquier cosa menos fácil. Hijo menor de una numerosa familia de diez hermanos, nació en Michoacán, donde su padre, tras causar un incendio, perdió la cabeza. A los cinco años entró en un orfanato y se escapó a los 13, para ir con su madre a vender comida callejera en Ciudad Juárez. Antes tuvo tiempo de aprender música. La partitura no dejaría de llamarle y se lanzó a la aventura de tratar de ganarse la vida con ello. Recaló finalmente en la Ciudad de México a principios de los años 70, ya con el nombre de Juan Gabriel, en homenaje al maestro que le enseño a tocar la guitara y a su progenitor. Su primer éxito-ahora que generaba casi un millón de dólares por concierto es irónico- fue No tengo dinero.

Juan Gabriel con sus cuatro hijos

"Los grandes compositores mexicanos, los verdaderamente grandes, han calado en la gente ya que nos sentimos identificados con su vida, que se convierte en el símbolo de una época", continua Granados, "en el caso de Juan Gabriel, representa la migración que hay en México de venir a la capital desde la provincia ya que hay empleo, seguridad... él es el recién llegado, el que descubre la ciudad, el que fracasa y fracasa hasta triunfar...vimos reflejada la vida de los mexicanos en un joven bonito, sensible... y que en sus canciones, en sus versos, se atrevía a decir lo que nadie decía". También con su forma de vestir, con lentejuelas, sedas, colores brillantes, camisas imposibles.

Este es uno de los aspectos más curiosos de Juan Gabriel. En un país como México, segundo del mundo en agresiones homófobas registradas, con 1.218 entre 1995 y 2014, según la Comisión Ciudadana contra los Crímenes de Odio por Homofobia, él, un homosexual sobreentendido, es un ídolo de masas, capaz de poner a bailar y sentir tanto al obrero como al banquero. Tremendamente celoso de su vida privada, nunca negó su homosexualidad. Pero tampoco la reconoció. Su respuesta más conocida a esta cuestión era: "Lo que se ve no se pregunta". Sus canciones han sido parte de la comunidad gay mexicana desde sus inicios y se oyen en marchas y garitos.

Viajando con sus hijos que le ayudaban en sus presentaciones

Al respecto de este hermetismo, Granados lo atribuye a que se sentía muy dolido por la pésima relación que tuvo con su madre, que nunca aceptó su homosexualidad y lo repudió mucho tiempo, y a un libro que salió en los 80 escrito por un antiguo amante y agente, Joaquín Muñoz, y que le resultó muy doloroso. Titulado Juan Gabriel y yo, en sus 200 páginas se relata, en palabras del editor recogidas en Proceso, "una luminosa y deslumbrante visión de la vida gay en las más importantes ciudades del mundo… una bofetada a la hipocresía". Muñoz, en una breve conversación telefónica, advierte que no discutirá sobre su presunta homosexualidad, asegura que se habían reconciliado y lo describe como "una persona muy bondadosa que deja un gran legado para todo México con todas sus canciones".

En uno de los últimos conciertos que ofreció Gtres

"Antes no se salía del closet, él tuvo que vivir en un momento en que eso sí que era un tema tabú, y él mismo se tardó en ir contando su vida a los mexicanos", razona Granados. Finalmente, lo hizo a lo grande, con una serie de televisión de la que decía que era su último gran proyecto. Murió días antes de que se emitiese el último capítulo. "Cuando se dio cuenta de que la gente le admiraba porque había sido uno de los primeros en atreverse a presentar su condición humana en sus canciones, vio que podía contarnos su vida y contarnos quien era", dice Granados, que trataba de convencerle de escribir un libro de conversaciones con él.

Juan Gabriel vivía en EE UU. Allá tenía, como en Mexico, problemas con el fisco. De acuerdo a lo publicado, su nueva gira estaba motivada en parte para lograr saldar sus deudas con las autoridades. Se supone que los principales herederos de su fortuna serán sus cuatro hijos-tres adoptados y uno biológico-, y su mejor amiga y madre de sus retoños, Laura Salas, que deberán hacer frente a las obligaciones del fallecido. Para Granados, es un problema que se sientan estadounidenses, ya que no comprenden la simbología de que su padre fuese velado de cuerpo presente en el Palacio de Bellas Artes.

El cantante recibió su estrella en el 2009

Cremado en EE UU, sus cenizas descansarán en Ciudad Juárez. El Gobierno mexicano anunció que este lunes se realizará un homenaje, haya cenizas o directamente en ausencia, en el Palacio de Bellas Artes. Masivo edificio marmoleo de estilo modernista, solo los iconos culturales del país reciben tal honor. El arte de Frida Khalo, el pensamiento de Octavio Paz, la escritura de Carlos Fuentes, la risa de Mario Moreno Cantinflas, la amargura dulce de Chavela Vargas. Y ahora el espíritu de Juan Gabriel.

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