La hija alocada del fallecido dictador de Uzbekistán, caída en desgracia y... ¿desaparecida?
- Gulnara Karimova ostentó el título de heredera hasta que por cuestiones personales acusó a su padre de tirano: fue detenida y nadie la ha vuelto a ver en público.
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Los médicos le tienen tanto miedo que no se atreven a decirle que está muerto. La frase es una de las muchas bromas que surgieron nada más saberse que Islam Karimov, presidente de Uzbekistán, había muerto. Falleció el 2 de septiembre a los 78 años tras gobernar su país durante 26 años –desde que se independizó de la URSS- con mano de hierro. Tan duro ha sido su estilo que cuando su hija mayor, Gulnara Karimova (44 años), empezó a criticarle en las redes sociales, la hizo detener.
Karimova siempre había sido considerada la heredera natural de su padre pero las críticas le costaron caras. Ahora, tras su muerte, la hermana menor, Lola Karimova (38), suena como una de las personas más decisivas del país. Si no se hace con la presidencia puede que gobierne en la sombra.
Todo porque Gulnara quiso vengarse de su padre y de su hermana Lola al considerar que querían apartarla del poder por envidia. Emprendió una campaña de desprestigio de su familia y su país que terminó con su detención en 2014, meses después de que la primogénita se abriera una cuenta en Twitter para cargar contra su padre. Desde entonces, nadie la ha vuelto a ver en público. Y es algo notorio, porque Gulnara Karimova fue durante años una celebrity internacional, indispensable de los saraos más selectos tanto en Europa como en Estados Unidos y Asia.
Multimillonaria a costa del poder de papá, ha sido de todo en su vida: estrella de pop (llegó a ser candidata de Eurovision), master en Harvard (era profesora universitaria en su país), diseñadora de ropa (estuvo a punto de que sus creaciones se subieran a la pasarela de la Semana de la Moda de Nueva York) y de joyas (trabajó con Chopard) y hasta embajadora de su país en España.
Entre sus amigos se contaban desde Elton John a Julio Iglesias (72), de Messi (29) a Ronaldo (31), de Vladimir Putin (63) a Bill Clinton (70). Sus contactos con España eran muchos y sus lazos con el fútbol incontables –era propietaria de un potente equipo de su país-. Mantuvo una buena amistad con Joan Laporta (54), entonces presidente del Barça, de la que nació una relación que sirvió al club para lograr inversiones. De su relación con Laporta queda el testigo fotográfico en el que se ve al ex presidente blaugrana de viaje a Uzbekistán.
Hasta allí fue varias veces, recibido con honores de jefe de Estado tanto por el dictador como por su familia. Las relaciones de Laporta con la otra poderosa heredera de Karimov llegaron a los juzgados, donde el ex presidente tuvo que dar explicaciones de los movimientos económicos relaciones con el país asiático.
Nada es claro cuando uno se refiere a Uzbekistán. La falta de respeto a los derechos humanos es algo que han denunciado numerosas entidades internacional, como Amnistía Internacional y Human Right Yatch, que han llegado a comparar al país con Corea del Norte. Los ciudadanos han vivido bajo el yugo de un dictador cuya policía ha practicado la tortura de forma sistemática, un dictador que ha ordenado la muerte de miles de uzbecos, la esterilización de miles de uzbecas y que con su terror ha acallado a todos. Se llegó a informar de que dos rivales fueron hervidos hasta la muerte como represalia por sus denuncias políticas.
Y a pesar de todo ello, su hija decidió seguir el mismo camino. Fue a raíz de las denuncias de corrupción que cayeron sobre ella. En 2011 fue expulsada incluso de la semana de la moda de Nueva York, donde tenía previsto desfilar, por las acusaciones que se vertían sobre ella y su relación con su padre. Ese fue un punto de no retorno.
Poco a poco, su halo de estrella internacional intocable fue perdiendo luz y los contratos y caprichos que se permitía desaparecieron. Chopard, con quien colaboró durante años, decidió abandonarla. Elton John ya no la invitaba a sus fiestas. Y el ostracismo hizo mella en su carácter. La bella y simpática heredera decidió denunciar los desmanes de su padre. Creó una cuenta en Twitter en 2013 y a los pocos meses era detenida por esa policía a la que tanto temen sus conciudadanos.
"No vayas tan lejos, estás jugando con fuego", le advertían algunos de sus seguidores en la red social. Así sucedió. Su padre, a pesar de que Gulnara era su ojito derecho, ordenó que la detuvieran y permaneció en arresto domiciliario. Desde su encierro logró ponerse en contacto con un periodista de la cadena BBC, a quien mandó una carta para denunciar las torturas a las que era sometida. Ha sido lo último que se ha sabido de ella.
La prensa británica, que es una de las que más ha seguido su caso, ha llegado a especular con que Gulnara vive en Israel, sana y salva, bajo la condición de no dejarse ver ni hacerse notar. Su hijo, Islam Karimov junior (24), ha denunciado desde su residencia en Reino Unidos –estudia en Oxford- que su abuelo y su tía Lola –hermana menor de Gulnara- habían planeado deshacerse de su madre.
Ahora, tras la muerte del tirano, las cosas pueden cambiar. La discreta y familiar Lola, otra multimillonaria socialité, podría tener un papel importante en la sucesión de su padre puesto que es una reconocida diplomática y filantrópica. Representante de su país ante la Unesco, Lola ha querido desmarcarse siempre de su ex poderosa hermana.
En una entrevista concedida en 2013 a la BBC llegó a declarar que no tenía contacto con ella desde hacía 12 años. "Somos totalmente diferentes, no hay lazos ni familiares ni amistosos con ella", dijo. Pese a que ha intentado mostrarse como una mujer humilde volcada en los demás, la otra heredera de Karimov es también una multimillonaria cuya fortuna podría ascender a casi 200 millones de dólares. Su marido, Timur Tillyaev, es un potente empresario con quien mantiene negocios e intereses económicos.
Muerto el tirano aparece la lucha por el poder. Un poder que ostentó sin pudor Gulnara durante años y que la discreta y callada Lola le arrebató desde su 'escondite'. Aunque ya fuera Gulnara ya fuera Lola, lo cierto es que ambas hijas Karimova no iban a dudar en mantener las maneras d su padre. Las maneras de un tirano.