Hace una semana que le hizo la cama a su hijo por última vez. Pilar Eyre (65 años) se pone a reír cuando recuerda cómo lloraba con las sábanas en las manos. Porque Ferri, el pequeño, tiene ya 28. Se independizó hace unos días y a la madre no le ha dado tiempo a llorar más. La periodista se va de gira y tiene que hacer maletas.
Se prueba vestidos, camisas, zapatos, pantalones, pone ropa en la bolsa, la quita, la vuelve a poner. Se prepara para un par de días de promoción loca y lo quiere todo bajo control. Tiene que dar decenas de entrevistas y no puede aparecer siempre con la misma ropa.
La periodista convertida en noticia. De pronto, ha pasado al otro lado y no es fácil. Eyre es una reportera que lo ha contado todo de muchos personajes de este país. Ahora está a punto de publicar su último libro, Un amor de Oriente (Planeta), una biografía novelada de Isabel Preysler, y lo curioso es que con tantas historias ajenas, la que empieza a interesarnos es la suya.
Ya asomó la patita con su éxito Mi color favorito es verte, su primera novela, finalista al Premio Planeta 2013. El relato sobre sus amoríos con un francés que se presentaba como corresponsal de guerra y terminaba siendo un fraude arrasó en las librerías.
Queremos más Eyre y si ella no se decide a contarse, tendremos que contarlo nosotros. A ver.
Sebastien, aquel atractivo francés por el que perdía la cabeza en su novela existió. No se sabe ya nada de él pero en su momento, parecía que el mundo se acaba si Sebastien no volvía. Así es esta escritora: pasional, sentimental, una romántica de manual (perdonen la rima).
Seguramente pensó que después de aquel fracaso sería complicado volver a tener pareja. Y apareció entonces un hombre con el que la escritora puede compartir pasión e intelecto. Enrique Badía, alto ejecutivo de medios de comunicación, es por quien bebe ahora los vientos.
Porque con Eyre nunca hay medias tintas. Verán. Tuvo un amor de juventud con el que se casó y se separó, muy joven. Su segundo amor fue Ferran Llisterri, de quien se divorcio y volvió a casarse. Sí, tres veces ha firmado el papeleo del matrimonio esta mujer entregada a la vida y a pasarlo bien.
Cuando las cosas se ponen feas no hay más remedio que poner buena cara. ¡Lo sabrá Eyre! Enviudó de Llisterri -con quien tuvo en 1988 a su único hijo, Ferri- en 2007. Ferri Llisterri Eyre es un guapo empresario que triunfa con la tienda de ropa online Zatro después de probar varios negocios.
Rica de cuna, podría vivir de rentas, como hacen algunas herederas acomodadas en la rutina, pero ella ha preferido siempre divertirse. Y eso incluye sí o sí el trabajo de reportera. De los primeros tiempos en Interviu, de los veranos de guardia en Marbella, donde incluso pasó parte de su luna de miel (de una de ellas, es cierto), son muchos los amigos que se acuerdan.
Mariángeles Santiveri, una de las mejores amigas de Eyre, pasó algunos veranos en Marbella y a pesar de ser abogada habla a veces como una auténtica reportera. Todo se pega. Otras de sus amigas son Carmen Rigalt y Karmele Marchante, con quienes compartió muchas guardias. Y de aquellos años locos a estos años más sosegados donde las fuentes llamas para contar la noticia. A veces, cuidado, que otras hay que seguir picando piedra, como se dice en argot, para lograr la exclusiva.
Las suyas, sus scoops, las podremos leer en su nuevo trabajo, el ya polémico Un amor de Oriente, un libro que dará que hablar. La protagonista, una filipina que se casa con un cantante español de moda, se llama Muriel, pero podría llamarse Isabel Preysler. Lo sabe la principal afectada, de la que muchos esperan alguna declaración. Pero poco puede hacer si su nombre no aparece por ningún sitio…
Si surgiera algún problema, Eyre siempre podría contar con el apoyo de su pareja, quien la asesora y le da consejos, y con su familia. La periodista tiene dos hermanas, Olga y Georgina, con las que está muy unida. Sobre todo con Olga (Georgina vive en Madrid), hermana y vecina y amiga. No es la única mujer importante en su vida. Las primas Eyre son leyenda en Barcelona: 12 primas altas y rubias, divertidas y juerguistas que quedan una vez al mes para cenar. Siempre en la zona alta de la ciudad.
Es el hábitat natural de esta mujer de origen gallego, hija del reputado pintor Vicente Eyre y de Pilar Estrada. Vecina del barrio de Tres Torres, pasaba los veranos entre Galicia y Sitges, donde tenía media vida. Hasta que enviudó, en 2007. Entonces cambió su plan y enfiló hacia la Costa Brava, donde ha encontrado su lugar. Llafranc es el puerto base de esta periodista a la que es fácil ver en La Caleta o en el Hotel Llafranc con un vodka-tonic en la mano, rodeada de amigos como Jaime Urpí, Josep Maria Bisbe y Joan Bellmunt, sus incondicionales.
Y si no la encuentran cerca del mar, es que ha salido a dar una vuelta por el bosque con su alma gemela (con perdón de Enrique): Fender, Fenderucho... Sí: su perro.