En 2012 Felipe González (74 años) dijo que si ganaba el PP se iba a Honolulú y aunque no ha cumplido su amenaza, parece que su piel sí que está de vacaciones. El ex presidente del Gobierno luce un bronceado que ya quisiera para sí el mismísimo Julio Iglesias.
Hace un año, el periodista de La Vanguardia Enric Juliana entrevistó al líder socialista y de su imagen llegó a una conclusión: "González es terrenal. Aparece con las gafas de sol todavía puestas. Antifaz negro, pelo blanco y rostro intensamente bronceado. Estampa de caudillo sudamericano". Luce tan moreno el político que hasta en Twitter se comenta su look.
"Si que está bronceado Felipe González", comentaba escueto un tuitero hace unos meses. "Vote Felipe González. Lista bronceada", bromeaba este verano la revista satírica Mongolia.
No es casualidad que el rostro del ex inquilino de la Moncloa parezca siempre recién salido de una playa. González vive en Extremadura, donde tiene su retiro dorado. La finca El Penitencial es el hogar del ex presidente y su actual pareja, Mar García-Vaquero (57), quien también luce un bronceado caribeño.
En esta finca intenta pasar el máximo de tiempo posible. Rodeadas de campos y encinas, las 49 hectáreas de tierra que costaron casi un millón de euros (entre el terreno y la construcción de la casa), están en Guadalupe, un pueblo de la provincia de Cáceres. Una finca que la pareja exprime cuando no tiene obligaciones en la capital. O en la otra punta del mundo.
Divorciado de Carmen Romero (70), González tiene tres hijos con quienes mantiene relaciones dispares. Su hija María, la pequeña, es la que está más unida a él y la única que acudió a su boda con García-Vaquero (se casaron en 2012). María tiene tres hijos y coordina las conferencias e su padre. David y Pablo, los hermanos mayores, han seguido carreras poco sólidas. David es pintor y Pablo no terminó sus estudios universitarios. García-Vaquero, por su parte, tiene dos hijas que viven en Madrid.
En la casa de Guadalupe es donde González recibe a sus amigos y contactos: grandes empresarios, importantes jefes de Estado... Porque a pesar de que dice que intenta llevar una vida tranquila, no puede evitar seguir con sus tareas de político en la sombra. Algo que compagina con paseos por el campo, lo que podría ser el motivo de su intenso bronceado.
"Si el moreno tiende a verde apagado", comenta a El ESPAÑOL Neus, estilista y propietaria de la Tijera Clandestina, "es que toma rayos UVA; pero si es moreno más natural, es que pasa horas en zonas soleadas, o se ha comprado un huerto y va todos los días a mover la tierra, a hacer la ruta del colesterol y esas cosas que hace la gente de su generación".
Consciente de que ya no tiene tirón entre la juventud, el político antes llamado Isidoro lo ha admitido en alguna ocasión. "El otro día una chica joven me pidió una foto y me dijo '¡No sabe la ilusión que le va a hacer a mi abuela!'. Me partí de risa, claro. Y fui consciente de mis setenta y cuatro años, porque hace treinta y cinco la foto la habría querido para ella”, declaró a la revista Jot Down este verano.
La vida de este jubilado de oro no es, sin embargo, la de alguien que echa raíces en el campo y sólo pisa asfalto cuando es absolutamente necesario. González es un bon vivant, siempre lo ha sido, y disfruta con cruceros de lujo por las islas griegas, con largas estancias en el Caribe, desde Colombia a República Dominicana (célebres son las imágenes de la pareja en Punta Cana). Una existencia de lujo que ha provocado que su nombre se haya relacionado incluso con los Papeles de Panamá, tal y como informó EL ESPAÑOL.
Pero no es el único. González comparte look con otros políticos de talla internacional. El ex presidente no tiene reparos en mostrar una cara más cercana a la buena vida que al duro trabajo. Una obsesión por los rayos UVA, el sol de mediodía y la piel marrón que existe más allá de nuestras fronteras.
Mucho se ha hablado del bronceado de Christine Lagarde (60), la política francesa que durante su etapa al frente del FMI lucía más cara de estar de vacaciones que de estar encerrada en el edificio vecina a la Pennsyvania Avenue de Washington DC.
Y qué decir de Donald Trump (70), que ha renunciado a su sueldo (cobrará un simbólico euro como presidente, algo que ya hizo su compañero Michael Bloomberg cuando llegó a la Alcadía de Nueva York) pero no a su cara de recién aterrizado de Maldivas. El maquillador del nuevo presidente de EEUU, Jason Kelly, admitió en una reciente entrevista que el conservador usa desde cama de rayos UVA hasta spray bronceador.
Quizás si Felipe González se queda sin sol en su finca La Penitencial puede echar mano de los trucos del estadounidense. Y mantener así esa "estampa de caudillo sudamericano" que tiene subyugados a periodistas y tuiteros.