El caloret marcó un punto de inflexión en la vida de Rita Barberá (68 años), de la misma forma en la que lo hicieron los ninots que le acompañaron a lo largo de su vida.
Desde que se convirtió en alcaldesa de Valencia, allá por 1991, y elevó las Fallas de Valencia a cita de referencia dentro y fuera de las fronteras, sus paisanos siempre han buscado un hueco para ella entre los famosos ninots. La fidelidad de los valencianos, que nunca libraron a su alcaldesa de la quema, se ha hecho visible incluso en los últimos años de Barberá, marcados por el declive.
Según los datos que maneja el Museo Fallero conocidos por este medio, ninguno de los ninots de la dirigente popular fue oficialmente indultado ni descansa, por tanto, en las instalaciones del museo. Todas las figuras de Rita acabaron en el fuego.
En su periplo por las Fallas, Barberá ha pasado por todos los estados, profesiones y formas posibles. Ha sido heroína de cómic (2014), se ha codeado con actrices de Hollywood como Rita Hayworth, se ha colado en míticas películas del séptimo arte como Titanic o King Kong, se ha hecho selfies con el Pequeño Nicolás (22), se ha convertido en novia, en Rambo y hasta en maga, pasando por majorette, maestra de dudosa profesionalidad, técnico de Fórmula 1, e incluso presentadora de los Oscars.
No han sido sus únicos cometidos en las fallas. A Rita le ha tocado hacer de fallera, de nadadora, de diosa griega, de militar y hasta de troglodita.
Cualquiera que recorra uno a uno los ninots inspirados en Rita Barberá puede hacerse una idea también de la trayectoria vital de la ex alcaldesa.
De aparecer como una todopoderosa mujer de armas tomar, capaz de manejar los designios de Valencia e incluso del PP (Mariano Rajoy la consideró uno de los mejores activos de su partido), ha demudado su aspecto para pasar a ser blanco de todas las críticas.
Sus paisanos han llegado a presentarla como una mujer torpe, que se arrastraba por el suelo e intentaba zafarse de los casos de corrupción en los que se ha visto envuelta.
Su imagen comenzó entonces a deteriorarse, a lo que contribuyó también la derrota electoral a la que hubo de hacer frente. Lejos quedaron entonces los gritos de júbilo de sus paisanos cuando la animaban a botar en el balcón del ayuntamiento.