Jaleos recupera un texto de Pilar Urbano en su libro La Reina muy de cerca (Planeta, 2008) en el que la reina emérita Sofía relata un encuentro que mantuvo con Fidel Castro durante la Exposición Universal de Sevilla en 1992. El dictador y la monarca charlaron animadamente y ésta se atrevió incluso a recomendar al jefe de la Revolución que se vistiera de civil alguna vez y dejara aparcado el traje militar. El mandatario cubano hizo caso a 'su reina'.
Esto era en 2008. En la salita blanca de Zarzuela, donde solía recibirme la reina Sofía. Aquel día hablábamos del comunismo. "Es un fiasco. Promete libertad y bienestar, pero no da nada de eso: esclaviza, empobrece, les roba el futuro a los pueblos; aunque a los gobernantes les asegura el control y el poder durante mucho tiempo. Mira Rusia, China, Cuba…"
Le comenté que el comunismo en Cuba era castrismo, y sin Fidel Castro no duraría.
- "Hablé una vez de eso con Fidel Castro… Fue en 1992, ¿te lo he contado?"
- "No, majestad".
La reina se humedeció los labios y reprimió una sonrisa como de complicidad entre ella y lo que me iba contar. Se adelantó hacia el borde de su butaca y se arrancó con un curioso relato en el que, al reproducir los diálogos, iba dando voz al narrador, a Fidel Castro, a Felipe González y a sí misma. Me asombró su fino oído musical y su vis cómica de imitadora.
"Habíamos estado en los Juegos Olímpicos de Barcelona y viajábamos hacia Sevilla, a la Expo' 92, en un avión especial fletado para los mandatarios. Fidel a mi lado. Es un hombre amable, abierto, comunicativo, con bastante sentido del humor. Me contaba tanto y cuanto de lo que él hacía por su pueblo, y de lo que Cuba había cambiado a mejor, con la Revolución.
-Comandante...
-Llámeme Fidel, se lo ruego.
-Estupendo, Fidel, ya que me das esta confianza, ¿me permites una sugerencia?
-¡Cómo no, mi reina! –porque él no me decía 'majestad', ni 'señora', ni Sofía, sino 'mi reina¡.
-Pues mira, ya que habéis mejorado tanto, ¿por qué no abres un poquito, un poquito –yo con mis dedos le marcaba una rendijita-, sólo un poquito…?
-¡Noooo, mi reina! No puedo. Si abro un poquito, enseguida querrán un muchito. Eso ya lo hará mi sucesor.
Y al poco rato:
-Fidel, ¿y si te vistieras de civil alguna vez? ¿O tienes que llevar siempre ese uniforme de ir a la guerra?
-Hummmmm…. ¿De civil? ¿Trajeado y con corbata? No, mi reina, eso no va con la Revolución.
Yo pensaba que las revoluciones son para militares y civiles, y el traje da lo mismo. Y que en ciertos actos, como los Juegos Olímpicos o la Expo de Sevilla, no pegaba nada ir con traje de combate. Ya no insistí, pero antes de despedirnos, guiñando un ojo me dijo: 'Me lo voy a pensar, mi reina¡".
"Así que cuando le vi por la tele, en la Cumbre del Desarrollo Social de 1995 en Copenhague, con un traje gris marengo muy elegante, pensé 'pues mira, mi consejo no ha caído en saco roto'. Pocos meses después, coincidimos en los funerales por Mitterrand, que fueron en Notre Dame, y él iba también con su traje gris… Le sentaba muchísimo mejor que el horrible uniforme liso, sin galones, sin fajín, sin entorchados".
"En aquel viaje a la Expo' 92, ya en Sevilla nos ofrecieron una comida en el Pabellón de España. Presidíamos los reyes, y estaba también Felipe González, como presidente del Gobierno. Ya a los postres, Fidel se puso de pie porque quería decir unas palabras. No le correspondía, pero le dejaron…"
-Sólo serán dos palabras, porque lo que quiero declarar hoy aquí se dice en dos palabras: 'soy realista'.
"Entonces, va Felipe González y con mucha guasa le contesta:
-Fidel, 'ser realista' puede significar cosas muy distintas: ser objetivo, ser pragmático, ser del Real Madrid, ser monárquico… Explícanos: ¿tú qué tipo de realista eres?
-Yo soy… de éste –y extendiendo mucho el brazo señaló con el dedo índice al rey".