Bartomeu, el hombre que tuvo que dejar el deporte para presidir el Barça
El presidente del Barça mantiene dos despachos, el del Camp Nou y el de Adelte, la empresa que dirige. Casado con Marta Frías desde hace 20 años, tienen dos hijos. Aficionado al deporte, ya no puede salir a correr cada día como solía
21 diciembre, 2016 01:22Noticias relacionadas
Una de sus obsesiones era seguir con la vida corriente que había llevado antes de presidir el Barça. Pero son ya pocas las veces que se puede ver a Josep Maria Bartomeu (53) al trote en la carretera de las Aguas de Barcelona. Mantiene su despacho en la calle Buenos Aires, donde está la empresa que dirige, Adelte, y el del Camp Nou, donde lleva las riendas del club blaugrana. El tiempo no da para tanto y las renuncias, que preveía, ya son una realidad.
Con todo, Barto, como lo llaman los amigos, sigue con sus tradiciones. Está casado con Marta Frias, su novia de toda la vida, con quien lleva 20 años, y casi nadie sabe ponerle cara a ella. Josep Bartomeu y Frías son un matrimonio unido y tranquilo que ha logrado desapercibido. Para ello, Frías ha decidido no ir siquiera al palco del Camp Nou. Y eso que su marido es el presidente del Barça…
Ambos son directivos en distintas compañías y compaginan su labor de ejecutivos con la de padres (tienen dos hijos, Jan -17- y Víctor -15-). Y además, Bartomeu preside el club de sus amores del que dio una conferencia este martes para hacer balance anual. Mientras, Frias cumplía como cada en su despacho de Datai, una empresa inmobiliaria donde desarrolla su carrera como publicista. Antes de dirigir esta compañía había trabajado en Fictio Comunicació, del mismo ámbito.
A diferencia de sus dos antecesores, Joan Laporta y Sandro Rosell, Bartomeu no se dedica al Barça al 100%. Dice que quiere mantener los pies en el suelo. "El Barça me gusta mucho pero también me gusta mucho mi trabajo en Adelte", dijo hace poco más de un año al periodista Sergio Heredia en La Vanguardia. Adelte es un pequeño grupo industrial dedicado a fabricar y proveer pasarelas para el acceso de pasajeros a barcos y aviones y cuenta entre sus clientes con puertos y aeropuertos.
La empresa de 1.280 empleados, que en 2014 facturó 20,3 millones de euros y tuvo un millón de beneficio ha caído en picado este año, según Crónica Global, que informa que sus beneficios no llegan a los 350.000 euros. El 40% de la compañía está en manos de la familia Bartomeu. No es algo excepcional en la carrera empresarial del presidente blaugrana. Su anterior ocupación estaba en Trabosa, una empresa fundada por su abuelo en 1963. Allí trabajaba con su hermano, Xavier, quien es ahora el responsable de la filial latinoamericana de Adelte.
Los Bartomeu son hombres de costumbres. El niño Barto estudió en el colegio Aula, uno de los mejores de Barcelona, el mismo que escogió para sus hijos (allí estudió también Artur Mas y su familia). Políglota (habla perfectamente inglés y francés además de catalán y castellano), se licenció en Empresariales en la Universidad de Barcelona, estudios que ha desarrollado en su carrera.
Compaginó sus estudios con su carrera de atleta y llegó a registrar 4m15s en los 1.500 con la camiseta del Club Gimàstic Barcelonès, además de jugar al baloncesto con el Espanyol, el Mollet, el Santa Coloma y el Banca Catalana, tal y como publicaba La Vanguardia. Esa pasión por el deporte es la que le llevó a la presidencia del Barça, la misma que han heredado sus hijos, a quienes suele ir a ver jugar partidos de baloncesto los fines de semana.
El deporte es uno de los centros de su vida, y es habitual cruzárselo en La Cerdanya, ya sea en bicileta o corriendo. Tiene una casa en Llívia, a donde se escapa los fines de semana para compartir momentos con sus amigos de toda la vida, nada de networking, algo muy habitual en esta comarca pirenaica donde tienen casa desde los Palatchi, los Pujol y hasta Piqué y Shakira.
Para este amante de la buena mesa, sobre todo del sushi, no está siendo fácil mantenerse lejos de los focos. Su mujer, la publicista con la que se casó hace dos décadas y con quien comparte aficiones (Frías es también una dedicada runner), le ayuda a mantener la cabeza en su sitio. A tener, como dice él, "no perder la realidad del mundo". Correr esos 10 kilómetros le ayuda a pensar. Aunque últimamente pueda practicar poco.