Primero quiso ir a la Luna y después al espacio. En 2008 compró su billete y desde entonces espera paciente, incluso alegre. Dice que si finalmente no puede ser, si no cumple ese sueño, cumplirá otros, pero no piensa montar un lío. Es así cómo encara la vida y parece que es una buena fórmula. A Xavier Gabriel, ya un personaje, le va bastante bien. No es sólo el hombre que más lotería vende en España y Europa tras los mostradores de La Bruixa d’Or. Es un empresario, un líder de opinión y un hombre altruista. Lo decíamos: un personaje que además tiene un imperio.
En 2007 constituyó la empresa Golden Witch, un holding que cuenta en la actualidad con un capital social de 5.844.898 euros. En 2008, su hijo, Xavier Gabriel Galí, creó la empresa Xavi35 SL, que cuenta ahora con 60.000 euros de capital social y está destinada a "la comercialización, en tiendas propias o a través de terceros, de toda clase de productos de merchandising, adorno, propaganda, menaje y reclamo. Derechos productos pueden ser: gorras, camisetas, bolígrafos, libros, alimentos, (expresamente incluidos embutidos y productos de charcutería) bebidas...".
Además, en 2010, padre e hijo crearon Useful Inventions (antes llamada Inventos útiles), dedicada a "la explotación, la intermediación, la gestión, la cesión, la licencia y desarrollo de toda clase de patentes, modelos de utilidad o marcas, directa o indirectamente, tanto nacionales como extranjeras. La edición, explotación, intermediación, cesión y desarrollo de cualquier proyecto en internet de medio de comunicación en formato electrónico, tales como: diarios digitales, blogs, páginas web divulgativas...", según el Registro Mercantil. Una empresa destinada también a la "compraventa de bienes inmobiliarios por cuenta propia" y que tiene un capital social de 40.000 euros.
Todas estas empresas giran en torno a las ganancias que les reporta la lotería, algo que nunca pensaron que formaría parte de sus vidas. Su historia empezó hace mucho tiempo, cuando su administración lotera no era más que un sueño de futuro. A Gabriel siempre le ha gustado el deporte, por lo que montó una empresa de deportes de aventura que sirvió para promocionar el turismo en la zona de la Pallars Sobirà, comarca pirenaica en la que se encuentra Sort.
Sus padres, Ramón Gabriel y María Lliset eran los propietarios del estanco del pueblo y cuando su hijo se fue a estudiar fuera (a Lleida), le mandaban dinero en un sobre en el que siempre incluían un décimo de lotería. Arropado y mimado por una familia de profundas creencias cristianas, Gabriel pudo decidir su futuro. De su abuelo heredó la afición por el juego de azar, puesto que era habitual verle invirtiendo en bolsa. No lo sabía pero parece que su destino estaba escrito.
Así que después de un periodo profesional en la banca, ya casado con Rosa Galí y con un hijo, Xavier, entonces de dos años, Gabriel decidió cambiar el rumbo de su vida y hacer realidad alguna de sus ambiciones. Entre 1987 y 1988, trasladó a su pueblo las actividades deportivas que había conocido en los Alpes y que funcionaban a la perfección. La empresa D’Aventur tuvo mucho éxito y la comarca se convirtió en el paraíso de los deportes de riesgo: ráfting, puenting, salto de altura…
El éxito fue inmediato y tan grande, que Gabriel quiso ampliar la empresa. Ante la negativa de sus socios decidió abandonar y darle otra vuelta a la vida. En 1986 había montado la administración de loterías de su pueblo y en 1990 decidió dedicarse al negocio de forma constante. En un municipio de 1.500 habitantes, nadie daba un céntimo por el futuro del local. Loterías y Apuestas del Estado exigía que cada administración vendiera al menos 250.000 pesetas en décimos para dar viabilidad al negocio y pese a las reticencias de muchos, Gabriel salió adelante.
Y en 1994 tuvo su primer golpe de suerte. La Bruixa d’Or entregó un premio de 10.000 millones del número del Niño. Era el 08.036 y dio la casualidad de que varios de los compradores habían devuelto el décimo porque no lo habían pagado. Así que el beneficiario de gran parte del premio (317 millones de pesetas) era el propio Gabriel, quien en lugar de quedárselo, decidió darles el dinero a aquellos compradores. Empezó la leyenda.
La cara de esta familia apareció en la prensa internacional, las ventas por correo se incrementaban, el nombre La Bruixa d’Or corría de boca en boca, y en 1995 Gabriel creó su primera página web. Cuando casi nadie tenía ni correo electrónico, ese local de un pueblo casi perdido de Lleida tenía hasta web. Resultó ser otro acierto: con tan sólo cuatro empleados podían vender décimos a cualquier parte del mundo.
En 2003 vendió más de 26 millones de euros y por primera vez le tocó el Gordo de Navidad. Era el número 42.473 del que había vendido 60 series, todas por internet en España y países como Alemania, Holanda, Bélgica, Francia, EEUU, Canadá, Uruguay. Ese mismo año, creaba la empresa Sed de Mes SL, destinada a la "la explotación, gestión y comercialización de loterías y apuestas deportivas, así como cualesquiera otros juegos que legal o contractualmente tenga atribuidos". Forman parte de la empresa los tres miembros de la familia Gabriel y tiene un capital social de 35.820 euros.
Desde su creación, la Bruixa d’Or ha repartido más de 600 millones de euros. Todas sus empresas tienen sede en la avenida Catalunya de Sort, un pueblo de Lleida llamado Suerte, donde las colas para lograr un número de su establecimiento son cada año más largas. Así que Gabriel, además de hacer cumplir los sueños de miles de ciudadanos, ha decidido cumplir también los suyos.
Ha dirigido documentales, ha escrito varios libros, tiene una fundación para ayudar a niños con Síndrome de Down, vende en exclusiva en Europa tréboles de cuatro hojas. Y espera poder viajar al espacio. Es el único español con pasaje en el mítico vuelo que el empresario Richard Branson organiza desde 2008. "Si no eres paciente no eres consciente de que vas a conseguir lo que te propones", ha dicho sobre ese sueño que tanto tarda en cumplirse si es que sucede algún día.
Amigo personal de Branson desde que decidiera apoyarle en su loco proyecto, le exculpa de cualquier sospecha: "Si no llega a término no me enfadaría y tampoco le reclamaría nada a Branson. Yo he acudido a él voluntariamente y he confiado en su proyecto sabiendo a lo que exponía, incluso a perder la vida". Ya lo ven, hay quien vive con espíritu navideño todo el año. Y parece que funciona.
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