Llevaba un poncho de colores y el pelo negro azabache. Esperaba en la puerta, algo nerviosa. Cuando la vio, no tuvo dudas. Lydia Delgado estaba en su pequeño taller, en la calle Séneca de Barcelona. Recuerda que miró por la venta y vio a una persona de espaldas. Nada más. Tuvo suficiente. "Supe de inmediato que era ella".
Delgado llevaba tiempo buscando algo diferente. Su marca no era convencional y no quería que mostraran su ropa en la pasarela las caras de siempre. Se lo comentó a Paco Caro, director de Equipo Singular, organizadora de la pasarela Gaudí (ahora 080) y juntos se pusieron en marcha. La diseñadora sabía de Bimba Bosé (fallecida esta semana a los 41 años), la había visto en alguna foto, y la quería en su desfile.
Se convirtió en la estrella del desfile
"Nos costó muchísimo convencerla, no sabes", recuerda Paco Caro con mucha nostalgia. "Nunca había estado en una pasarela y decía que no se veía, pero el hecho de que fuera para Lydia, que es una diseñadora especial, muy intelectual, la animó".
"Bimba tenía mucho que ver conmigo", añade Delgado, "me di cuenta enseguida de que era mucho más que una modelo. Y el resultado fue maravillo. Me acuerdo de que mi hija Miranda, que estaba en el desfile, flipó. Y vaya, después del desfile se armó. Era como si hubiera venido Marliyn Monroe. Se convirtió en la estrella, ahora estamos acostumbrados, siempre hay photocalls, pero entonces no era así. Y verla allí sola, delante de tropecientos fotógrafos, fue impresionante".
"¿Me tengo que poner delante de tanta gente?"
"Sí, se impresionó cuando vio a tantos fotógrafos", recuerda Caro, "'¿Me tengo que poner delante de tanta gente?', nos preguntó algo cohibida. Al final se lo pasó bomba. Llegó muy nerviosa pero entregada, se dejó aconsejar, y siempre se mostró súper educada y profesional".
Después de aquel desfile, grabado en la memoria colectiva del mundo de la moda barcelonés, la carrera de Bimba despegó a lo grande. "Les propuse a los de Marie Claire que le hicieran una sesión de fotos con Toni Bernard", añade Lydia Delgado, "y costó, porque decían que era muy dura de fisonomía y yo les decía que no, que era increíble y muy interesante". Fue un éxito, "un triunfo totalmente inesperado, y me hizo mucha ilusión, sobre todo por ella", apostilla Delgado.
"Piensa que era la primera modelo española con tatuajes en una época en la que triunfaban caras como la de Judith, Laura, Vanessa, Verónica… Eran todas modelos angelicales, muy convencionales", concluye Paco Caro. "Buscábamos algo fresco, diferente y noticiable, y Bimba fue la fórmula. Con Lydia formaban un matrimonio perfecto y creo que aquel desfile supuso el despegue de las dos". Con los años, Caro y Bosé se fueron encontrando y siempre, dice el primero, se topaba con una sonrisa. "No cambió ni un ápice, siempre vi a esa Bimba normal y educada".
Sigfrid Monleón: "Aristócrata de la bohemia"
Sucede lo mismo en cualquier ambiente. Todos han hablado siempre bien de Bimba Bosé. "Caía bien a todo el mundo", recuerda Sigfrid Monleón, el director de El cónsul de Sodoma (2009), película en la que debutó Bimba Bosé. "Sólo tengo recuerdos alegres, pienso en ella y se me dibuja una sonrisa en la cara".
"Tenía muchos nervios porque era su primera película, pero era tan divertida que nos lo hacía pasar bien a todos". La idea de contar con Bosé la tuvo Andrés Vicente Gómez, el productor del filme. Monleón no suele hacer pruebas, pero en ese caso tuvo que hacerla. "Nunca había trabajado en el cine y la prueba era obligatoria. Ella, consciente, me dijo que si no lo veía, que lo entendía". Probó con Jordi Mollà -"su apoyo fue clave para Bimba"- y la confirmación fue rápida. "Desde el principio lo vi claro, no tuve duda alguna. El papel le encajaba por el espíritu de libertad y la clase que desprendía. Bimba era una aristócrata de la bohemia, viene de una dinastía de las que ya no quedan, por la marcada libertad y creatividad de su familia".
Monleón se ríe cuando recuerda algún momento hilarante. Al tratarse de una película de época, las mujeres no iban depiladas, y Bimba sí. "Mira, teníamos que ponerle pelo en las axilas y en el pubis, no sabes lo que nos reíamos con eso, las bromas que hacía. Es que todo el equipo la adoraba". Otro momento clave fue cuando su personaje muere en un accidente. "Le propusimos que la escena la hiciera una doble, porque le caía un chaparrón importante y podía ser incómodo y hasta peligroso, pero ella se negó. Era una tía valiente. Valiente, bella, divertida".
En televisión con cinco años
Quizás esa valentía la fue logrando con la experiencia. Su primera aparición ante las cámaras fue de muy niña, en una programa en un canal Latinoamericano que presentaba su amado tío. Corría el año 1982 y Miguel Bosé acababa de publicar un álbum recopilatorio con todos sus sencillos y con dos temas inéditos, Bravo muchachos, que lo colocaron en los primeros puestos de las listas en España, Italia y otros países de Europa. Este recopilatorio también contenía otro tema inédito Son Amigos.
Bosé presentó en aquella época un programa en Televisa donde apadrinó al grupo infantil mexicano Timbiriche. Entre los integrantes estaban Diego Schoening, Sasha Sökol, Benny Ibarra, Mariana Garza, Alix Bauer y Paulina Rubio. Algunos de ellos acompañaron a la pequeña Bimba en su primera actuación. Con tan sólo cinco años, seria y concentrada, con una largas trenzas y una voz que encajaba cada nota, Bimba cantó La vaquita de Martín en un debut que ha sido recordado estos días. Su tío, con una sonrisa emocionada, le aguantaba el micro y le hacía los coros.
"Diego fue el primer hombre que me sugirió un proyecto de vida común"
De esa bohemia aristocrática de la que habla Monleón es fruto la maternidad en la vida de Bimba Bosé. Lo relataba ella misma en el libro Y de repente madre (Temas de Hoy, 2013), en el que narra su experiencia como madre de Dora (13) y June (5). No fue la primera vez que se quedó embarazada, matiza en el libro, pero sí la primera vez que dio a luz. "El momento en el que pude haber sido madre por primera vez yo tenía unos 19 años. Me enteré de que me había quedado embarazada del chico con el que salía entonces. Pero fue un accidente. […] Éramos novios desde hacía algunos meses y se trataba de una relación de ida y vuelta en la que había mucha pasión y éramos sexualmente activos, muy activos. Nuestra relación era incierta y en ese momento no creo que hubiera podido afrontar la maternidad de la misma manera. […] Entonces decidí abortar".
Su primer verdadero gran amor llegaría más tarde. Fue Diego Postigo, uno de los hombres más importantes en la vida de Bosé, quien le despertó la voluntad de formar algo más que una pareja. "Diego fue el primer hombre que me sugirió un proyecto de vida común. Nos conocíamos porque habíamos trabajado juntos con David Delfín antes de que yo me fuera a Nueva York. […] Lo que más me atrajo de él fue su sentido del humor, nos reíamos muchísimo y es una persona muy creativa. Cuando empezamos a salir tenía 26 años. Nos iba genial y al año y pico me quedé embarazada de forma accidental, sin planificación alguna. Éramos unos locos inconscientes, Dora, mi hija mayor fue el fruto ese momento de subidón. […] El embarazo llegó en un momento de descuido, en plan Corazón salvaje, la película de David Lynch, en el que estábamos recreándonos el uno en el otro y viviendo intensamente. Había mucha pasión loca así que cuando supimos la noticia, en ningún momento pensamos en abortar".
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