21.45 horas de la noche. Isabel Pantoja (60 años) hacía su entrada en el plató de El hormiguero. Aparecía radiante con un look total black (leggins, blusa de lentejuelas y zapatos de tacón) y con una apariencia física completamente renovada. El abrazo en el que se fundía con Pablo Motos (51) vaticinaba ya lo que estaba por suceder: una entrevista amable y sin contenido a una cantante sobreactuada y con poca expresividad en el rostro, a la que contribuyó tanto el presentador como el público, compuesto en su mayoría por fans de la artista.
Nada más comenzar, Pantoja confesó encontrarse nerviosa. Tras tranquilizarla, Motos comenzó su batería de preguntas completamente entregado. Los dos años de prisión fueron los encargados de romper el hielo. "Han sido muy difíciles", reconoció la tonadillera sin querer nombrar ni una sola vez la palabra cárcel.
"Cuando salí de aquel lugar, de cuyo nombre no quiero acordarme, Juan Gabriel ya tenía elegido el disco para mí. Y yo le estoy agradecida. Su muerte ha sido el tercer palo más grande después de la de mi padre y de Paco" (Paquirri), aseguró visiblemente emocionada, al tiempo que recordaba la canción que ha grabado con su hijo Kiko (32).
Precisamente este último sorprendía a su madre con una llamada telefónica para proclamar a los cuatro vientos el amor y el orgullo que siente por la cantante. "Es un ejemplo a seguir como madre y como artista", aseguraba el dj. Una loa constante a Pantoja, que en todo momento controló la entrevista, grabada previamente para evitar cualquier imprevisto y que algo quedara al azar.
Si hubo una cosa que llamó la atención de los espectadores que en ese momento veían con estupor la entrevista fue la ausencia total de Isa Pantoja (23), la otra hija de la tonadillera. Ni una llamada, tan sólo una pequeña mención de su madre cuando hablaba de su mascota. Todo el afán de Pantoja durante el programa tuvo como objetivo la promoción de su disco.
Por eso cantó, bailó, rió y hasta dio un beso en los labios a Motos, que por unos minutos aparcó su faceta de entrevistador para convertirse en auténtico fan de la artista.
"Isabel, ¿queda sitio para el amor? ¿Si viene alguien le dejarías entrar?", preguntaba minutos después el presentador. "¿Dónde está la puerta?" bromeaba Pantoja, para después añadir que "de momento" no está en sus planes enamorarse. "Pero nunca se puede decir de este agua no beberé".
El único intento de indagar un poco más en la vida de la cantante fue cuando Motos preguntó por los momentos bajos. "No puedo permitirme el lujo de venirme abajo ni le puedo hacer esa faena a mi familia", fue su respuesta.
"Con las manos en la masa"
Tras la cordial entrevista, llegaba el turno de las dotes culinarias de Pantoja, que cantaba alegremente "con las manos en la masa", generando todo tipo de comentarios en Twitter.
Pero lo mejor estaba por venir. Tras olvidarse de Marbella, de Julián Muñoz y de Hacienda, de lo que Pantoja se acordaba, y muy bien, era de los agradecimientos a su hermano Agustín, al que dijo querer "por encima de todas las cosas", lo que fue interpretado por algunos como un auténtico dardo hacia su hija Isa, pues tío y sobrina mantienen desde hace tiempo una tensa relación.
La guinda final llegaba en forma de dos de las canciones del disco de la tonadillera, que se cambió de ropa (lució un vaporoso traje coral) y se hacía acompañar de una orquesta para deleite de sus fans, y de Pablo Motos, quien volvió a besar a la cantante mientras escuchaba embelesado sus palabras y su intención de volver a su blanco programa.