El verano amargo de los dueños ricos de Eulen, con el lío del Prat
Desde que murió David Álvarez, fundador del Grupo Eulen, sus siete hijos están inmersos en una disputa familiar por la herencia del empresario.
9 agosto, 2017 02:28Noticias relacionadas
Los viajeros que han acudido a El Prat estos últimos días se han visto sorprendidos por largas colas en los controles de seguridad. ¿La causa? Los trabajadores de Eulen están en huelga reclamando mejoras salariales y una ampliación de personal. ¿Y quién está detrás de Eulen? La familia Álvarez, inmersa desde 2010 en una disputa familiar por la herencia de su padre, David Álvarez, fallecido en 2015. Sí, discutían por la herencia cuando todavía el padre seguía vivo.
La trifulca familiar comenzó en 2010, cuando cinco de los siete hermanos llegaron a la conclusión de que era la hora de que su padre se jubilase. Así, ellos podrían tomar las riendas del Grupo Eulen. Sin embargo, David Álvarez (entonces 80 años) no tenía la misma opinión y consiguió recuperar el control de la empresa con la ayuda de los accionistas y dos de sus hijos que se mantuvieron leales. Desde entonces, las intrigas, las "traiciones" y las disputas han acompañado a la familia Álvarez.
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Salió mal el intento de destronar al padre
En un bando se encuentran los cinco hermanos díscolos: Marta, Elvira, Juan Carlos, Emilio y Pablo Álvarez Mezquiriz, quienes, tras intentar alejar a su padre de la dirección de Eulen, fueron expulsados del Consejo de Administración de la compañía.
Desterrados del reino paterno, estos hermanos han mantenido un perfil discreto. Sin embargo, su silencio no significa inactividad. Al poco de salir del consejo de Eulen, decidieron mover ficha en el tablero de ajedrez de los Álvarez y consiguieron hacerse con el control del 80% de la empresa Vega Sicilia, después de que su hermano Jesús David, uno de los leales a su padre, se viera obligado a vender su parte correspondiente en la compañía de vinos por problemas económicos.
En el otro bando se encuentran los dos hermanos que se mantuvieron leales a su padre, Jesús David y María José Álvarez, quienes apoyaron públicamente las decisiones de su padre. Estos han mantenido un perfil más público. Ya en 2013, la actual presidenta de Eulen mostraba su "apoyo y respeto" a las decisiones de su padre. Sin embargo, también se mostraba esperanzada de que la situación con sus hermanos se arreglara.
Los deseos de María José para arreglar las cosas no se sabe si eran reales o no. Lo que se sabe es que la situación fue muy distinta: los problemas no solo continuaron hasta la muerte de David Álvarez, quien falleció en medio de una familia desunida que se disputaba su patrimonio cuando todavía seguía vivo, sino que el reparto de la herencia agravó la situación.
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La herencia los terminó de dividir
Tras fallecer, David Álvarez dejó especificado en su testamento que deseaba que las disputas familiares terminaran tras su muerte. Sin embargo, junto a ese deseo, el padre favoreció a los hijos leales en el reparto patrimonial. Así, María José y Jesús David recibieron el tercio de mejora con el que conseguían el control de las principales compañías. Como consecuencia, los buenos deseos del padre quedaron en papel mojado y las discusiones por la herencia se agravaron.
Los hermanos díscolos recibieron "solo" la legítima, de forma que quedaron fuera de estas empresas. ¿Cómo fue posible? La parte que les correspondía a los hijos díscolos fue cubierta con otros bienes (viviendas o participaciones en otras empresas de la familia, por ejemplo). Ninguno de los cinco aceptó esta decisión y pronto comenzaron las medidas legales para impugnar esta decisión.
La más beneficiada fue María José que pasó a controlar Eulen con el 59,4% de las acciones (una decisión que fue ratificada este mismo verano). Actualmente es una de las 100 personas más ricas de España con una fortuna de 500 millones de euros.
Por el momento, los intentos de los otros cinco hermanos por arrebatar el control a los leales a su padre han sido en vano. No obstante, todo apunta a que seguirán tomando medidas para hacerse con el poder de las compañías.
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