Dos manos entrelazadas, dos dedos adornados por alianzas de oro blanco y diamantes y un breve mensaje: "This happened :-)". Ésa ha sido la sencilla forma que ha elegido el actor argentino Juan Diego Botto (41 años) para anunciar que desde hace unos días ya es un hombre casado.

El intérprete ha dado el sí, quiero a su novia desde hace casi 14 años, la periodista leonesa de Eldiario.es Olga Rodríguez (42). Lo ha hecho en una discreta boda que hasta este martes no ha trascendido a los medios. Las familias de ambos contrayentes han sabido guardar el secreto y ni siquiera la hermana del novio, la actriz María Botto (43), ha osado hacer comentarios al respecto.

La pareja se ha dado el sí, quiero tras casi 14 años de relación. Gtres

Al enlace asistió la única hija de la pareja, Salma (8), nacida en 2009. Aunque todavía no ha mostrado las inquietudes artísticas de su padre o las periodísticas de su madre, es una ferviente amante del fútbol.

Una larga relación marcada por una crisis

El ya matrimonio comenzó su relación el 17 de agosto de 2003. "Vi a una chica guapa saliendo de un bar y hablando por teléfono, así que le puse mi chaqueta para que no tuviera frío. Colgó y le hice unos comentarios irónicos sobre el asesinato de José Couso, sin saber que ella era periodista y que estaba con él el día que murió", solía relatar el actor recordando cómo se conocieron.

La discreción siempre ha dominado sus vidas y sus respectivas carreras profesionales. En 2015 la pareja atravesó una fuerte crisis y decidió tomar caminos separados. Todo hacía indicar que no habría vuelta atrás y que de ahí en adelante lo único que les uniría sería la pequeña Salma. Pero lo cierto es que con la boda de esta semana se confirma una reconciliación que se ha formalizado de la mejor forma posible.

Botto y Rodríguez cumplirán, este jueves su décimocuarto aniversario como pareja. Así se desprende de los mensajes que suele publicar el actor en sus redes sociales. Tanto uno como otra son asiduos a compartir momentos especiales de sus vidas con sus seguidores. No es de extrañar teniendo en cuenta las profesiones relativamente públicas que ejercen y lo acostumbrados que están a lidiar con cámaras y medios de comunicación, aunque ellos siempre se afanen en mantener su intimidad lo más alejada posible de los fotos y llevar la discreción como bandera de su día a día.

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