Jueves, 7 de septiembre. 10:15 horas. Solo unas horas después de que el 'president' Carles Puigdemont y el vicepresidente Oriol Junqueras firmaran la convocatoria de referéndum catalán. A esa hora ya se había iniciado la segunda jornada en el Parlamento de Cataluña. Pero en un monte próximo a Pozuelo de Alarcón (Madrid), un hombre de Estado como José María Aznar estaba a otras cosas.
Vestido de corto, con pantalón de deporte negro y camiseta técnica roja, el expresidente del Gobierno estaba soltando el exceso de adrenalina que seguro le provocó lo ocurrido la tarde anterior en el Parlamento catalán. Junto a un compañero de fatigas (entrenador personal, guardaespaladas, o ambas cosas) el presidente de la Fundación FAES estaba cumpliendo con unas series de unos 70 metros de sprints con unos 25 segundos de recuperación ante la atenta mirada de un labrador de color negro que estaba cansado solo de verle.
Fueron varios los ciclistas y runners que se cruzaron con el expresidente y seguro que la mayoría ni siquiera le reconocieron. Costaba hacerlo. Con un cordial "buenos días" responde al saludo de cortesía cuando los aficionados al deporte se cruzan por los caminos de un monte. Pero lo hace intentando esconder su rostro mirando al suelo. Allí estaba él, abstrayéndose del debate que mantenían en Cataluña quemando grasa a base de sprints.
‘Men sana in corpore sano’
Es de sobra conocida la afición de José María Aznar por el deporte: running, pádel, esquí nórdico... Los que le conocen aseguran que puede llegar a ser obsesivo con su preparación física y no perdona ninguna de las rutinas de su plan de entrenamiento. Este verano le pudimos ver en bañador en Marbella y ya no luce aquella tableta que lucía en la época en la que se hacía hasta 2.000 abdominales al día bajo las órdenes de Bernardino Lombao, su personal trainer; pero sí muestra un cuerpo trabajado a base del running y ejercicios de musculación para tonificar.
El que fuera jefe del Ejecutivo entre 1996 y 2004 lleva actualmente una vida mucho más tranquila fuera de la primera línea de la política, lo que le permite disponer de más tiempo para practicar deporte. Pero no solo del ejercicio vive su cuerpo. Aznar también cuida mucho su alimentación. Tanto que la receta con la que se presentó en casa de Bertín para el programa Mi casa es la tuya fue una triste ensalada de tomate.
Los políticos son conscientes que su forma física repercute positivamente en su vida laboral. De hecho cada vez es más frecuente pillar a los presidentes del Gobierno y primeros ministros calzados con deportivas cuando tienen alguna cumbre internacional. Los que saben de esto dicen que, al margen de su condición física, ofrece a la personalidad un plus de combatividad y agilidad mental. En el caso de Aznar, su entrenamiento se asemeja al de un deportista profesional, con 'palizas' diarias (entrena seis días a la semana).