Veinte años después de su última entrevista en televisión, Paz Padilla (48) abría este miércoles las puertas de su casa en Madrid para recibir a Bertín Osborne en un nueva entrega de Mi casa es la tuya de lo más accidentada. Y es que, debido a las inclemencias meteorológicas de una jornada de fuertes tormentas, en la casa se produjeron varios cortes de luz que provocaron algún que otro momento desternillante. “El fantasma de mi casa seguro que es comunista y no le gustas tú”, bromeó la humorista.
El programa también sirvió para demostrar que la presentadora de Sálvame ha heredado el humor de su madre, que apareció en el programa de “Martín Borne” para contar alguna que otra anécdota de su hija, como el día que le regaló un striper para levantarle el ánimo porque estaba “exprimía” (deprimida).
“Me habían operado porque me habían hecho un baipai de esos. Estaba yo sentada en el sofá recién salida del hospital y cuando vi entrar el policía… Y no veas cogiéndole, tocándole… ¡Cómo si tu te sentaras encima mía! ¡No veas lo que te iba a hacer!”, contaba la madre de Padilla. “Me gustaría tener amistad con don Basilio (Paolo Vasile) porque es el que da trabajo y hay que estar a bien con él”, añadía.
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Su madre también contó lo que le costó aceptar que su hija pasara de ser auxiliar de enfermería en Cádiz a contar chistes en televisión. “Lo pasé muy malamente. Me daba miedo que la engañaran, las drogas…”, comentaba. “Sí, me decía que nada más que había drogas y folleteo. Y yo eso no lo he visto nunca”, decía la presentadora.
La gaditana reconoció que, aunque la profesión del “artisteo” le ha hecho crecer como mujer y que no volvería atrás porque “la Mari Paz de ahora es de hierro”, confesó que “si hubiera seguido con mi vida de antes sería feliz” ya que ahora sufre mucho por no poder disfrutar de su Cádiz. “Algún día dejaré de ser famosa, ser Mari Paz y poder mezclarme con la gente”.
Como era obvio, Osborne no pudo evitar por Sálvame, un programa al que Paz le debe mucho porque le “ha dado muchas tablas”, pero que también le “ha quitado de cierta manera el respeto que la prensa me tenía como personaje”.
“Algunos han pensado que cómo yo era presentadora, podían seguirme. Yo respeto que la gente venda su vida, pero hay fotógrafos que se han encarado conmigo. No creo que a Christian Gálvez le estén preguntando todo el día: ¡Con la B!”, contaba.
En cuanto a sus supuestas problemas con sus compañeros, Padilla contó que “han intentado que tuviera problemas con todo el mundo, pero no tengo problemas con nadie. Los quiero a todos. Lo que pasa es que no tengo filtro y piensan que soy muy directa. Pero todos son buenas personas”.
Respecto a algún posible pique con Jorge Javier Vázquez o Carlota Corredera, la presentadora confesó que “cuánto más trabajo le dan a Jorge, más trabajo yo. Nunca me ha visto como un rival porque así le ayudaba a descansar. Y a la vez me pasa lo mismo con Carlota. He estado ocho años sin vacaciones”.
“Nunca dejaría Sálvame. No me gustaría que dejaran de contar conmigo. Me gustaría irme con Sálvame”, zanjó.
Y aunque siempre se ha mostrado reacia a hablar de su vida privada, la humorista no tuvo inconveniente en contar que lo pasó fatal cuando se separó de su primer marido. “Estaba locamente enamorada de él. Y cuando lo dejamos pensé que nunca más volvería a enamorarme”.
No obstante, ahora ha vuelto a encontrar el amor junto a Antonio, el que fue su primer novio, y al que le organizó una boda en la India sin que se enterase.
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Al final de la entrevista también apareció Anastasia, la empleada del hogar a la que considera como un miembro más de la familia y por la que estuvo en el centro de la polémica hace unos meses al hacer un inofensivo comentario. “Mi mushasha es de Kenia, y la verdad es que la quiero muchísimo y me han sorprendido mucho los negros, de verdad, porque son supertrabajadores, superhonestos, y, de verdad, muy cariñosos”, dijo entonces.
En su día la humorista ya se disculpó por si había herido la sensibilidad de alguien, pero por si quedaban dudas, Anastacia explicó que la humorista le había cambiado la vida. “Estoy feliz de estar aquí”.