Ya cuando se anunció el fichaje de Carlos Herrera (60 años), las redes sociales clamaron contra La 1 de RTVE por lo que consideraban una clara provocación por las posiciones ideológicas del locutor, así como una vuelta a la televisión de los 90, como ya ha pasado recientemente con los fichajes de José Luis Moreno o Javier Cárdenas.
Y no le faltaba razón a la audiencia. Este domingo, la televisión pública daba sólidos argumentos con ¿Cómo lo ves? a los que pensaban así del nuevo programa de Herrera, un formato rancio y vacío que traslada a los espectadores a la televisión de los 90 y a su presentador algo oxidado frente a la cámara.
La idea del programa es que la audiencia conteste a través de una aplicación gratuita una serie de preguntas desde los temas más cotidianos a los más relevantes para así ofrecer una radiografía en tiempo real de lo que opinan los espectadores. Y todo ello con la presencia en plató de una serie de personajes para dar también su visión. Sin embargo, su primer programa tuvo que pedir disculpas por los problemas técnicos que se estaban encontrando aquellos que intentaban utilizar la aplicación.
Lo que en su planteamiento parecía algo interesante terminó convirtiéndose en un programa que hizo sonrojar a más de uno, no sólo por el tipo de preguntas, sino por las opiniones de algunos de los invitados en plató: Carmen Lomana, Pepe Navarro, Santiago Segura, Nuria Roca, Isabel Gemio y César Cadaval, de Los Morancos.
Y así, mientras Galicia ardía, en la televisión pública preguntaban a los espectadores si perdonarían una infidelidad, por cuánto dinero posarían desnudos en una revista, si la gente fantasea con otras personas al acostarse con su pareja, o si es más incívico orinar en la calle. Preguntas, sin ninguna duda, de gran interés social.
También se preguntó “¿qué le transmite la bandera de España?” o “¿qué hará Puigdemont ante la pregunta del Gobierno?” con reflexiones tan sesudas como la de Carmen Lomana comentando que su marido se apellidaba Capdevila.
Y todo ello con un Carlos Herrera al que se le veía con cierta incomodidad presentando, tras 19 años alejado de la televisión, y más preocupado por mandar pullas al presidente de la "Generalidad" de Cataluña, Carles Puigdemont, que por hacer del debate algo entretenido.