Mientras los ojos estaban puestos en el pleno del Parlament donde se ha procedido a aprobar la Declaración Unilateral de Independencia, el claro protagonista de esta jornada era Carles Puigdemont (54 años). Pero el presidente de la Generalitat no estaba solo, y es que se ha visto a su mujer, Marcela Topor (41), quien ha querido acompañar al político en uno de los días más importantes no solo para el desafío soberanista, sino para la carrera de Puigdemont.
La periodista rumana ha llegado al Parlament sonriente y acallando así los rumores de los últimos días que la situaban en su país natal junto a sus dos hijas. La política ha lucido un conjunto a juego con su marido, donde el color negro y azul predominaba. En su caso, ha optado por una blusa azul oscuro con volantes, junto a una chaqueta negra de cuero (también con volantes) y unos pantalones del mismo color.
Saltaron los rumores sobre su posible marcha a Rumanía después de que no se la haya visto en las últimas semanas y de que su casa en Girona estuviera cerrada y sin vigilancia policial, como era habitual desde que se mudaron a la localidad catalana.
Marcela, quien se ha declarado públicamente a favor del desafío sobernista, ha apoyado a Puigdemont en todos los pasos que el político ha tomado hacia la independencia. Por eso, una de las imágenes más buscadas de esta jornada era la de la periodista junto al presidente de la Generalitat.
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Comprometidos profesionalmente y personalmente
La pareja se conoció en 1998 durante la representación de la obra El rey se muere, donde Marcela formaba parte del reparto. Al poco tiempo comenzaron una relación que terminó en matrimonio en 2004 y con dos hijos: Magali (10) y María (8).
Actualmente, Marcela trabajaba como periodista en Cataluña, donde posee su propio programa, Catalán Connections, en un pequeño canal autonómico donde defiende con fervor los postulados independentistas. También trabaja en el diario gratuito que fundó en 2004 junto a su marido, Catalonia Today.
Cuando no está trabajando, la mujer de Puigdemont tiene una serie de aficiones que se podrían considerar, cuanto menos, curiosas. Entre sus gustos se encuentran los ritos ancestrales, los amuletos y el espiritismo, unos intereses por los que algunos sectores la han calificado como "la bruja de Puigdemont".
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