"Tendrás que estar dispuesta a aguantar otros pesos, no solo el de ser una 'mujer de', sino también el de la cabeza, por todo lo que pueda ir creciendo ahí", fue una de las frases que le dedicó Alba Carrillo (31) en Semana a una enamorada Ana Boyer (28), sin dar su nombre. Y también esta otra más picante: "Prepárate para que por puro cansancio físico debido a su trabajo, no por otra cosa, en tu casa no haya salto del tigre, ni siquiera del perrillo pekinés". Estas tristes admoniciones matrimoniales no parecen haber causado ningún efecto en Ana Boyer, la hija menor del fallecido Miguel Boyer (75), exministro de Economía, y de Isabel Preysler (67) que ha anunciado su boda a bombo y platillo con Fernando Verdasco (33) en la revista ¡Hola!, eso sí, después de que Diez Minutos lo diera una semana antes.
Anita, el cerebro de la familia según su madre, ha tirado por la borda su brillante expediente académico para convertirse no en una mujer florero como cantaban Marta y Marilia, sino en un estilizado jarrón de Lalique. La gran promesa intelectual de la familia, la joven que soñaba, contaba, con dedicarse a la consultoría estratégica internacional, ha optado por seguir los pasos de mamá y ha mandado al trastero los libros de Derecho y Administración de Empresa de ICADE, la universidad privada de los jesuitas donde estudió.
También dejó pasar una oportunidad única para cualquier estudiante de finanzas: un trabajo en el despacho de abogados Uría y Menéndez, a quien ha hecho una flaca publicidad al dejarlos colgados. La niña protointeligente no era tal… ¿O tal vez es demasiado lista para dejarse la vista delante de un ordenador 16 horas diarias y acabar con las ojeras del tamaño de dos maletas de Hermès? Ana Boyer, salvando las distancias sociales con las 'Steisys' de la vida que aparecen en MYHYV, se dio cuenta muy pronto de que es más fácil hacer dinero con el relumbrón mediático que con el trabajo.
Su caché se estima entre los 18.000 y los 25.000 euros, y todo por soltar cuatro cositas delante de las alcachofas televisivas y las grabadoras de los redactores frente a un panel subvencionado por una marca publicitaria. Como mamá Preysler, llegará a los 60 con los pies sin juanetes ni callosidades de ningún tipo, porque en esta familia solo se ponen los tacones cuando hay fotógrafos delante. A Isabel le chiflan las bambas color blanco. Casi nadie lo sabe, pero es cierto.
Le sigue allá donde juega
Ana ha comprendido rápidamente que eso de que hay que superar caminos difíciles para llegar a la cima es una patraña anglosajona fruto de la ética y la estética calvinista, y ella, como su hermana, es muy católica. Lo primero que hizo en cuanto se ennovió con Verdasco fue seguirle por todo lo ancho y largo de este mundo. El mejor atajo para evitar que le sucediera lo mismo que a Jarah Mariano, la modelo hawaiana con quien el tenista cortó antes de iniciar su relación con ella.
¡Que los tenistas andan sobrados de energías! Por mucho que pregone lo contrario Alba Carrillo. También hay que aprender a hacerse la tonta. Y si alguien dice que ha visto a tu chico con pinta de no haberse duchado en el parking del torneo de la Mutua casi de madrugada acompañado de un bellezón, lo mejor que puedes hacer es ir ojeando un listadito con los miembros de los consejos de administración de algunas empresas, y si me apuras hasta de la lista Forbes, porque buenos partidos deseosos de conseguir una mujer trofeo los hay a porrillo.
Y en esto de llegar a ser primera espada de la prensa rosa, no hay muchas diferencias con lo de la ATP, se van sumando puntos a medida que se acumulan victorias y maridos. Y eso que a Ana le molestaba muchísimo que le preguntaran si creía que su madre podría volver a enamorarse cuando había transcurrido escasos meses desde la muerte de Miguel Boyer. Tamara (35), mucho más realista, ni se inmutaba. A fin de cuentas, cuando en un día, esperemos que muy lejano, falte Isabel, serán todos sus hijos, incluso los que no se apellidan Boyer, quienes heredarán Villa Meona, la casa de Puerta de Hierro construida supuestamente con el dinero del ministro socialista.
La boda promete. El hijo del hostelero que hace el mejor cocido de Madrid no solo lleva Carmona como segundo apellido, su hermana está casada con un gitano de postín, Juan Carmona, hijo de Juan José Carmona, el que fuera componente de Ketama. La mezcla puede ser tan explosiva como la capacidad de adaptación de Ana, el miembro del clan Preysler que mejor vocaliza en castellano. Dicen que es la más sosa de los hijos de Isabel, pero ya lo hemos dicho antes, es la más lista.
• La 'dolce vita' de Ana Boyer