La vida de Chiquito de la Calzada se ha apagado. El humorista ha dicho adiós para siempre esta madrugada a los 85 años de edad en el Hospital Carlos Haya de Málaga. En los últimos tiempos su salud se había mermado bastante y después de varios ingresos hospitalarios, una angina de pecho y un cateterismo su cuerpo no ha resistido más.
Su público también se ha quedado consternado. El malagueño ha sido uno de los humoristas más grandes y aclamados que ha dado este país. Sus chistes cortos y sencillos, con expresiones inventadas por él mismo, y su puesta en escena le encumbraron hasta lo más alto. Saboreó el éxito y tuvo una buena vida hasta que su mujer Josefa falleció.
Pepita, el motor de su vida
Si hay algo que Chiquito no pudo superar en su vida esa fue la muerte de su esposa Josefa García Gómez, conocida cariñosamente como Pepita. Fue la mujer que le acompañó durante 50 años y por la que quedó sumido en una profunda tristeza a raíz de su fallecimiento en 2012. La imagen del humorista en su entierro, con la mirada totalmente perdida, dejo entrever el profundo dolor del malagueño en los que, sin duda, fueron sus momentos más duros. "Me ha roto el corazón y el sentido. Ella era mi vida. He sido muy feliz con mi mujer", aseguró entonces.
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No logró recuperarse del golpe y quedó sumido en una depresión. La vida dejó de tener sentido para él sin su Pepita y perdió el interés por todo, incluidos sus chistes y su humor. Cómo hacer reír a los demás cuando su corazón y su alma lloraban por dentro. Llegó a asegurar que perdió la memoria y con ella su repertorio de historias y bromas.
Sus apariciones mediáticas descendieron bruscamente y después de aquello solo intervino en alguna que otra gala de televisión y más recientemente en el programa Mi casa es la tuya con Bertín Osborne (62). La última imagen pública del humorista fue el 24 de septiembre de este año cuando su ciudad natal le concedió el honor de convertirle en hijo predilecto de Málaga. En el acto ya se pudo ver el deterioro físico de Chiquito.
Existencia basada en el esfuerzo y sacrificio
La vida de Gregorio Esteban Sánchez Fernández, el nombre verdadero de Chiquito, fue la de un hombre constante y trabajador, que luchó por hacerse un hueco en el mundo del espectáculo. Nació en el barrio malagueño de la Calzada de la Trinidad (de ahí su sobrenombre artístico) en el seno de una familia humilde. Su padre era electricista.
Aunque no saboreó la verdadera fama hasta los 62 años, fue con ocho años cuando empezó en el mundo artístico. Formó un grupo con otros amigos del barrio, Los capullitos de malagueños, con los que se dedicaba a ganarse unas monedas cantando en bautizos, bodas y comuniones.
Abandonó el grupo para iniciar carrera en solitario con cantes flamencos hasta que entró en el Teatro Chino de Manolita Chen con ferias y funciones por toda España. Es aquí donde conoció a su mujer, de la que únicamente se separó durante su estancia de dos años en Japón. Chiquito viajó a Asia por trabajo y no pudo llevarse a su mujer porque no tenía dinero para pagar dos billetes de avión.
Casi todo lo que ganaba en aquella época lo ahorraba para comprarse un piso en Málaga en el que vivir felizmente con su mujer y otro tanto lo invertía en regalos para su esposa. Le llegó a obsesionar tanto la idea de que le robaran sus ahorros que, durante su estancia en Japón, dormía con los billetes escondidos en el pijama. Este sábado ha dejado de sufrir por su mujer y Chiquito ya descansa en paz.