A pesar del frío, varias decenas de jóvenes esperan en la calle porque quieren conocer a su ídolo. Se inaugura la única tienda de novias de Rosa Clará (58 años) en Girona y una irreconocible Laura Escanes (21) amadrina el evento. Es lo que hay. Es la instagramer de moda. Y, junto a ella, las influencers son, para bien o para mal, las nuevas celebridades de hoy en día.
Es de rompe y rasga. Y hoy ha decidido poner un punto y aparte en su imagen. Ha dicho adiós a su media melena y se ha presentado con un pixie cut y teñida de rubia que hacían destacar los pendientes en cascada de diamantes de un valor de cuya cifra prefería no acordarse. Un cambio de peinado que ya han lucido famosas internacionales como Charlize Theron (42), Jennifer Lawrence (27), Miley Cyrus (25) o Natalie Portman (36).
Un look rompedor que se ha atrevido a hacerlo ahora y que ni tan siquiera ha visto personalmente Risto Mejide (42) , con quien se casó hace seis meses. "Le he ido mandando fotos y me ha contestado que le gusta mucho. Hace tres semanas le pregunté que me lo iba a cortar y me contestó que para qué se lo preguntaba si iba a hacer lo que me daba la gana", admite a JALEOS entre risas. La influencer volvió a revivir su boda con los diseños de Clará, pero aún sigue sin luna de miel: "La vamos a hacer pasito a pasito y antes de que acabe el año esperamos hacer un primer capítulo. A ver si cruzamos el charco. El trabajo nos tiene muy atareados".
Por eso esboza una sonrisa cuando afloran de nuevo los rumores de embarazo. No tiene tiempo ni de respirar. Y afirma que si lo estuviera lo diría a los cuatro vientos. Le encantan los niños y con Julio (7), el hijo de Risto con su anterior esposa, la periodista Ruth Jiménez (40), se lleva de película: "Nos llevamos súper bien, pero por ahora tenemos muchas cosas por hacer".
De hecho, el plan más inmediato de Laura es terminar de escribir su primer libro, una especie de novela en la que reflexiona sobre su entorno, expone sus emociones y, en cierto sentido, se desnuda sin pudor ante ciertos temas. Pero pudor tiene, ya que Risto aún no ha olido ni una página. "Aún no le he enseñado nada de lo que he escrito porque me da vergüenza. Antes de conocernos empecé a seguirle porque me encantaba como escribía y eso me impone. Pero mis amigas sí han leído algo", asegura risueña. Y sus fans también podrán hacerlo el próximo 23 de abril, día de Sant Jordi, fecha en la que se venden más libros que en el resto del año. Una buena estrategia de marketing en la que seguro habrá tenido algo que ver su marido.
A punto de celebrar sus primeras Navidades como matrimonio, Laura afirma que "nunca me he animado a decorar la casa en plan navideño y cada vez pongo menos el árbol". En la intimidad de ese hogar que guardan con mimo, Laura descubre un secreto que, a priori, parece imposible: "Risto es muy dulce y muy divertido. En OT era un tipo duro, pero le he visto reírse a carcajadas y eso me encanta".
Dejó la carrera de periodismo para ser influencer. Confiesa que no podía con las dos cosas, pero quizás le seducen más los 1.500 euros que cobra por cada foto que sube a Instagram para publicitar una marca. No hay que olvidar que actualmente posee 850.000 seguidores, una cifra que da risa si consideramos los 104 millones que posee Kim Kardashian, (37) otra influencer sin oficio pero con un multimillonario beneficio.
Si se considera ser influencer una profesión, se puede decir que es de alto riesgo. A finales de septiembre una colega, Celia Fuentes, se suicidó porque aparentemente no podía aguantar la presión de estar perfecta ante sus seguidores y de gustar a todas las marcas. Y eso que ‘sólo’ cobraba 500 euros por cada foto que subía a la redes sociales y tenía 290.000 seguidores. "Llegar a ese punto es un poco complicado porque la presión es fuerte, pero tampoco sabemos cómo era su vida. Aparte de las redes sociales hay muchas cosas que vivimos y que tal vez nos influyen mucho más que esta presión. Cada vida es un mundo. Los haters afectan, pero cuando sabes que estás expuesto a esto, tienes que hacerte una coraza porque sino te machacan".
Y luego, están las marcas, que suelen bombardear a las influencers hasta conseguir lo imposible: "En ese caso es muy bueno tener una manager. Y hay que publicar temas con los que te sientas cómoda. Yo no publico nada con lo que no esté a gusto o con lo que me sienta identificada. No me vendería por dinero". Lo que sí ha tenido que aprender es a morderse la lengua porque no todo lo que se dice de ella es positivo. A continuación se pone un tanto introspectiva. Manifiesta que si retomara los estudios se decantaría por la filosofía y de momento no le gustaría ejercer como presentadora, aunque sea para sentarse en el respaldo del Chester: "Es que Risto impone mucho".