Ana Boyer (28 años) y Fernando Verdasco (34) han contraído matrimonio en la que se ha considerado como la boda del año. En el entorno paradisíaco de Mustique (San Vicente y las Granadinas) y rodeado de sus familiares y amigos más cercanos, una ceremonia como esta tiene tras de sí muchas semanas de organización para que todos los elementos estén coordinados milimétricamente.
Todo lo que se puedo ver en la boda estaba pensado: kilómetros, ubicación, invitados, ropa... Unos detalles que esconden tras de sí unas cifras que arrojan otro interesante punto de vista.
54 páginas de exclusiva
La cifra principal de esta ceremonia son las 54 páginas que ha ocupado la exclusiva de la boda en ¡Hola! Aunque pueda sonar baladí, cada una de estas páginas y líneas ha supuesto un suculento ingreso para los novios, quienes han conseguido que su día más especial estuviera patrocinado por la revista y por otras marcas.
No solo ha sido este medio el que ha contribuido económicamente en este día: las distintas marcas de joyas o de relojes, las firmas de ropa... Un detalle que no ha pasado desapercibido ya que han sido muchos los que han puesto el grito en el cielo por las facilidades económicas que han tenido los novios para financiar esta ceremonia. Además, otros han puesto el acento en que personajes muy poco habituados a este tipo de prácticas como Fernando Verdasco o Mario Vargas Llosa (88), todo un premio nobel de literatura, se hayan prestado a participar en esta exclusiva.
6.346 kilómetros entre Madrid y Mustique
Otro de los detalles que más destacaban de la boda era el lugar: la paradisíaca isla caribeña de Mustique (San Vicente y las Granadinas). Por un lado, este destino estuvo envuelto en polémica ya que los invitados tenían que desembolsar una importante cantidad de dinero para trasladarse hasta la isla. Razón por la cual finalmente fueron muchos los que decidieron felicitarles y desearles lo mejor, pero desde España.
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Por otro lado, este destino también tiene un trasfondo emocional para Ana. Miguel Boyer, Isabel Preysler (66) y Ana quedaron prendados de sus blancas playas, el clima envidiable y su tranquilidad en los años noventa. Gracias a estas escapadas familiares, la novia guardaba felices recuerdos de esta isla y fue fácil la elección para el día de su boda.
Una villa con siete suites
Una vez elegida la isla, la próxima decisión a tomar era dónde se hospedaría la familia y donde tendría lugar la ceremonia. Para ello, contando siempre con la ayuda de la wedding planner, Tamara Falcó (36), la pareja decidió reservar una villa en la zona norte de la isla, con vistas a la bahía L'Ansecoy.
Se trataba de una finca de estilo caribeño, con varios tejados a dos aguas y con siete suites. Uno de los principales encantos de este emplazamiento es la infinity pool de más de 18 metros, y a cada lado de la piscina un porche para poder cenar al aire libre. Además, cuenta con dos terrazas, servicio de chef, y 1,6 hectáreas de jardines tropicales que otorgaban intimidad a la pareja.
En cuanto a la iglesia, la pareja ha escogido un recóndito templo a solo 5 minutos de la villa. Un edificio construido de bambú y recubierto de vegetación que otorgaba bastante intimidad a la pareja. El interior era bastante sencillo: algunos bancos de mimbre y otros de madera, y un pequeño altar con solo los elementos necesarios.
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63 invitados
La lista de invitados fue otro de los aspectos que se siguió con mayor expectación. Finalmente, los familiares y los amigos más cercanos de los prometidos no quisieron perderse este día tan especial. En este sentido, uno de los asistentes sobre el que más se especuló fue Mario Vargas Llosa, quien no solo acudió a la ceremonia sino que fue uno de los primeros en llegar.
Asimismo, las ausencias también han sido noticia. A la boda no solo faltaron los hermanos de Ana Boyer por parte de padre. Su hermano Enrique Iglesias tampoco estuvo presente ya que no quería participar en la exclusiva.
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Un velo de 3,5 metros de largo
El vestido de Ana Boyer era una de las sorpresas más esperadas de toda la boda. Y, como era de esperar, no ha dejado indiferente a nadie. El vestido se creó en exclusiva para Ana de la mano de Hervé Moreau, el director creativo de Pronovias. Por un lado, el velo de 3,5 metros de tul que sale de los manguitos del vestido ha sido uno de los detalles más llamativos del conjunto.
Por otro lado, el el vestido, un diseño en palabra de honor con escote de corazón en tejido bordado no ha gustado a todo el mundo. Todo lo contrario, han sido muchos los que han criticado la vestimenta de la joven: "Qué horror, esperaba otra cosa de ellos"; "Es un traje muy hortera"; "Qué horripilante, vaya cuadro", son algunos de los comentarios que se pueden leer en la red.
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