Manuel Díaz (49 años) y Julio Benítez (21), los dos hijos toreros de Manuel Benítez, ya han compartido cartel y plaza de toros, pero aún no habían coincidido en un programa de televisión. Algo que sucedía este lunes cuando ambos se sentaban juntos con Bertín Osborne para explicar cómo han vivido el reencuentro familiar dentro y fuera del coso taurino tras la reciente resolución judicial en la que se confirmó su parentesco.
"Nos tiramos tres horas de reloj hablando", confiesa Manuel Díaz. "Lo primero que le dije fue que nosotros nos parecíamos más, que teníamos más cosas en común que en contra. Primero por la profesión que habíamos escogido en la que hablamos el mismo idioma, y luego que él había sufrido mucho, al igual que yo".
"El primer encuentro con Manuel fue surrealista, algo muy extraño. No me costó nada acceder a verme con mi hermano", explica por su parte Benítez. "El día que conocí a Manuel me di cuenta de lo mucho que se parece a mi padre. Me sorprendieron sus manos y los andares. Cuando le vi venir por primera vez con esa forma de andar que es la misma que tiene mi padre, me quedé impresionado".
Y añade: "Conocer a Manuel ha sido una de las cosas más bonitas que me han pasado este año. En el poco tiempo que le conozco me ha tratado con muchísimo cariño, igual que su familia, que es para comérsela".
Respecto a un posible reencuentro con su padre, Díaz comenta que "me merezco, después de tanto tiempo, tener cinco minutos con él. Sin gente, sin una cámara. Que luego quiere hacerse quinientas mil millones de fotos, me las hago. Que luego tenemos que irnos los dos abrazados por la plaza de las Tendillas de Córdoba, me voy. Pero yo quiero cinco minutos".
En este sentido, el torero explica que "mi padre me mandó un secretario para que hablara conmigo. Me dijo que el jefe había pensado que iban a hacer un tentadero para que fuera allí con mi familia y nos hiciéramos una foto para colgar en las redes. Yo le dije: 'Así no. Tú, si me permites a mí, le dices al monstruo que yo cuando él quiera me voy a donde él me diga solo, solo, a tomarme un café con él y me siento yo solo con él cinco minutos en un cuarto los dos'".
"A los tres días me fui a entrenar y me encontré una página en el Diario de Córdoba diciendo: 'He invitado a Díaz a vernos en mi casa y lo ha rechazado’. No, perdona. Imagínate cuando vi aquello. Automáticamente llamé a este señor que me llamó y le dije: 'Lo primero borra automáticamente mi número de tu agenda y no me llames más en tu vida’'".
Por su parte, Julio comenta que "el tema de Manuel no se hablaba en casa, era un tema delicado. Seguro que mi padre y mi madre sí lo hacían, pero nosotros hemos intentado no sacarlo en conversación".
No obstante espera que algún día puedan torear los tres. "Seguro que pasará al final. Yo estoy convencido. Me gustaría", comenta. "Teníamos la esperanza de que nuestro padre asistiera a la primera corrida de toros juntos. De hecho, él pidió unas entradas. Sería muy bonito el hecho de que podamos algún día estar los tres juntos, ya que los tres nos dedicamos a lo mismo", añade por su parte Manuel.
En cuanto el haber dado el paso de torear juntos, Julio comenta que no fue fácil decidirlo "por la trascendencia mediática, ya que yo soy muy tímido y tengo mucho respeto a los medios. No quiero ser conocido por ser hermano o hijo de, sino por mi profesión y sentirme que yo valgo por mí mismo".
Torero por venganza
Respecto a las razones que llevaron a Manuel a pedir una prueba de ADN, el matador confesó que "en mi trayectoria de vida llega un momento en el que creo que no estoy consiguiendo nada por la vía de esperar. Tengo ya una edad, hijos mayores, mi madre también tiene una edad, y un día por la mañana me levanté y le dije a mi mujer que quería hacer algo, que no podía seguir esperando y que tenía que solucionar esta etapa de mi vida, cerrar este círculo para, a partir de ahí, buscar otras cosas, que esto no fuera un lastre en mi vida".
"Entonces decidí que un juez fuese el que dijera que él era mi padre o no, la oportunidad de que dijese que yo no soy su hijo y yo tener la oportunidad de demostrar que sí lo soy. Empecé esa batalla y con el tiempo un juez me ha reconocido que soy hijo de Manuel Benítez. Mis sueños se han cumplido", añade.
En cuanto al día que lo supo, Manuel confiesa que no sabía muy bien qué hacer. "Me llama Virginia y me dice que acaban de llegar los resultados, que la prueba de ADN dice que en un 99,9% es positiva. Cuando cuelgo el teléfono se me aflojaron las piernas, empecé a temblar. Yo estaba en el campo y no sabía si reírme o llorar porque era la primera vez en mi vida que yo sabía que todo era verdad. Me senté en una piedra y vino una vaca rumiando, se me arrimó y yo le pregunté: ¿Tú te has dado cuenta de que al final todo era verdad? Ni mi madre lo sabía en ese momento".
"Yo me hice torero por venganza, porque yo tenía que vengar a mi madre, buscar mis raíces, mi sangre. Por eso, cuando muchos años después estaba en un tentadero y me llamaron diciéndome que había salido Manuel Benítez en televisión diciendo que yo era su hijo, en ese momento se me quitó un peso de encima, me liberé, nació como un Ave Fénix que salió de mi cuerpo. Llamé a mi madre, que estaba en un llanto, me fui a su casa y le di un abrazo. No hablé. Y ese ha sido el abrazo de mi vida más significativo, con más cosas dichas y con menos palabras de mi vida".