El 22 de octubre se abrían las puertas de la academia de Operación Triunfo. En Terrasa empezaba la aventura de Amaia Romero, la joven de 19 años se atrevía con David Bowie para inaugurar el concurso. No deslumbró, estuvo a las puertas de la expulsión, pero consiguió continuar.
Poco queda de aquella chica en la celebridad de hoy. Ni el jurado, ni el público la quiso en un primer momento. Tres meses más tarde, su nombre va a la par del éxito. El concurso ha creado un fenómeno de vértigo que no sólo ha turbado la vida de la joven, también la de su familia.
Confirman a JALEOS que la familia ha decidido guardar silencio. Ni una palabra a nadie como medida de protección para la concursante que está a las puertas de la final. Las primeras declaraciones que dieron a los medios de comunicación fueron las últimas.
Ella, que ha colmado de naturalidad al programa, limita -sin saberlo- las declaraciones de su entorno. "Es por respeto a Amaia", afirman desde su familia.
Lo hacen para respetar a la joven que no sabe qué es lo que ocurre fuera. Para esperar a que, en su salida al exterior, sea ella misma la que ponga voz a las respuestas que buscan sus seguidores. Conquistó en cada canción al jurado y al público que enloquecían cuando la navarra se subía al escenario.
Habla la madre de Alfred
"Yo no tengo ningún miedo porque son normales, la fama es difícil de gestionar pero siempre están ayudados por profesionales", confiesa María Jesús Castillo, la madre de Alfred, desde el otro lado del teléfono. Su hijo está a punto de salir de la academia y enfrentarse a la realidad pero ella no lo teme.
No quiere dar un nombre, "pienso que dar una posición da mala suerte", afirma. "Cualquiera que gane estará bien, no me supondrá ningún disgusto", continúa. Está encantada con la relación de su hijo y Amaia. "Es una niña encantadora y una gran música", asevera.
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