"Cuidádmela, por favor, cuidádmela". Esas eran las palabras de Terelu Campos (52 años) a su llegada a la estación María Zambrano de Málaga junto a su hija el día que la joven alcanzaba su mayoría de edad. El nombre de Alejandra Rubio Borrego (18) lleva algo más de un mes en nuestras vidas. Primero madre e hija nos brindaron la excelsa portada (con entrevista incluida) en la revista ¡HOLA!. Más tarde llegaron las imágenes, sin pixelar, en las que la veíamos como mujer y ciudadana de pleno derecho. Ahora, por fin, estamos ante la presentación en sociedad de la única hija de Terelu y la nieta de María Teresa Campos (76) en su fiestón de cumpleaños.
El ambiente que se cuece en la calle Velázquez de Madrid recuerda al de la celebración del 18 cumpleaños de la hija de otra famosa colaboradora. Nada más lejos de la realidad. Lo de Andrea Janeiro fue un paseo en barca en comparación a este aquelarre. Los compañeros de prensa no pararon de emitir el rebufo y la indignación ante tal caos. Los fotógrafos se agolpaban con los reporteros, los invitados apenas conseguían llegar a photocall cuando ya estaban siendo avasallados a preguntas por miedo a que la organización no lograse resolver bien su trabajo.
Amigos íntimos, familia y compañeros de instituto quisieron acompañar a Alejandra en uno de los días más especiales de su vida. La primera en llegar fue Carmen Borrego (51) junto a su hija homónima, a la que presentó al mundo a través de una revista apenas días después de que su hermana hiciera lo propio con la anfitriona de este evento. "Alejandra es una niña maravillosa, por lo menos para mí que soy su tía y además su madrina", afirmaba la benjamina del clan Campos.
Puntual a la cita y recién llegada de Sálvame aparecía guapísima y sonriente Carlota Corredera (43), que como siempre, emplazó al sosiego: "Tranquilos, no os pongáis así porque os voy a atender a todo". Entre tanto, llegaban de forma algo más discreta sus televisivos amigos Oriana Marzoli, Aless Gibaja y Liz Emiliano. Y por fin el gran momento. Un espectacular coche negro frena a las puertas de la discoteca y de él desciende una Terelu que ruega e implora "cuidado con Teresa, por favor, dejadle espacio".
De ese mismo vehículo bajan tres generaciones del clan Campos: María Teresa, Terelu y la protagonista, Alejandra, quien mostró cierta timidez e impresión ante la cantidad de prensa que aguardaba su llegada. 'Tímida' y 'moda' fueron dos palabras clave para definir el evento de cumpleaños de Alejandra Rubio. Así la han calificado su madre, su padre, su tía y su abuela, María Teresa. Y así ha demostrado ser. Tímida en apariencia pero con el arrojo de una Campos, acostumbrada, desde que nació, a la presencia de las cámaras.
No obstante, algo falló. La situación la desbordó. Es cierto que a su salida del coche agradeció las palabras de cariño de los medios de comunicación y los curiosos que decidieron pasar la tarde al filo de la noticia en el mítico local frente al Retiro de Madrid. En cambio la estupefacción general se hizo patente cuando la joven, en pleno photocall y con el calor y la compañía de toda su familia, se rompe y decide abandonar, al borde de las lágrimas, el hall de Gabana.
"Se ha asustado. Es que no podía ni entrar. Ya os he dicho que Alejandra no va a hablar", comentó su madre tras la espantá de su pequeña. Inquieta que Alejandra, quien se supone que por voluntad propia ha llamado a los medios de comunicación y ha hecho que agencias, televisiones y digitales se trasladen hasta allí, no sepa aún manejar una situación de estas características. A remolque de esta tensa circunstancia, la prensa preguntó a Terelu si se arrepentía de tan magna exposición: "No me arrepiento. Es la fiesta de su 18 cumpleaños. He tenido la deferencia de atenderos. Si eso os parece mal...".
"Esto no es raro para nosotros", respondía, a colación, María Teresa Campos. El momento más emotivo y entrañable de la noche lo protagonizó la abuela de Alejandra, quien acudió únicamente a dar un beso a su nieta. La veterana presentadora arrastraba un catarro y escapó a casa apenas unos minutos después de posar para la foto de turno: "Me voy a meter en la cama porque he cogido un trancazo... He cogido frío en Málaga en el balcón de Semana Santa".
Pasado el vendaval, Terelu y Alejandra decidieron volver a repetir la escena, esta vez también con Alejandro Rubio, quien se mostró en una elegantísima e impecable posición de padre orgulloso. "Todo un señor", deslizaron los periodistas cuando las cámaras dejaron de apuntarlo. En esta segunda ronda de fotos, Alejandra aguantó mucho mejor el tirón y esbozó la sonrisa propia de una chica con ese poder de convocatoria, con ese interés mediático y con una fiesta en el interior de uno de los mejores locales de Madrid sólo y exclusivamente por y para ella. No era para menos.
Sorprende que para la ocasión, Alejandra, in extremis decidiese tornar su cabello en un desafiante color negro azabache. "A su novio le gusta el trap y la música oscura, es un homenaje a él", comenta en voz alta un periodista asiduo al photocoleo. Tensiones aparte, Alejandra Rubio lució espléndida, un vestido de lentejuelas negras con un vertiginoso escote, un maquillaje propio de una apasionada de la moda en todas sus vertientes, un estilo oscuro definido, un tacón altísimo.
A su salida del local caminaba al lado del hombre que la tiene enamorada, Álvaro Lobo. Un DJ habitual de la noche madrileña que pincha discos con frecuencia precisamente en Gabana. La pareja intentó evitar a los medios, tanto que el disc jockey entró por otra puerta distinta a la principal porque no hubo rastro de él en la llegada de los famosos a las nueve de la noche cuando daba comienzo la fiesta.
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