Alfred García (21 años), el representante de España en el festival de Eurovisión junto a Amaia Romero (19), no gana para disgustos y quebraderos de cabeza en las últimas semanas, justo cuando le quedan días para dar la talla en Lisboa. Si bien en un principio el catalán intentaba taponar las críticas con sentido del humor y cerrando filas entorno a sus admiradores, sus haters se han revuelto definitivamente contra él y parece que van en serio.
A la firme petición que llevó a cabo la plataforma Change.org hace unos días en la que se recogen firmas -ya se han superado las 85.000- para que Alfred no represente a España en Eurovisión, se suma ahora una agresiva propuesta, vía whatsapp, en la que se pide, en nombre de España, que nadie sintonice Eurovisión el próximo 12 de mayo.
En otras palabras, boicotear los tres minutos en los que los eurovisivos actúen: "A la vista de las declaraciones de los 'representantes' de la 'España de mierda' en Eurovisión, cuando llegue el turno de participar España en el festival, en muestra de nuestra repulsa a estos mamarrachos, que NO nos representan, durante esos tres minutos apaguemos la televisión o cambiemos a otro canal. Consigamos que esos tres minutos el share sea el más bajo de la historia del festival. (...) España te lo agradecerá". No cabe duda de que la situación se ha recrudecido y está alcanzando cotas de indignación insuperables. Qué lejos parecen quedar aquellos meses en los que su carisma, su voz y su ternura enamoraron a España. Pero, ¿dónde empezó todo? ¿En qué momento la imagen de Alfred cayó en picado para sus detractores?
Fue el 23 de octubre de 2017 cuando los espectadores de Operación Triunfo vieron por primera vez a Alfred, un joven natural de El Prat de Llobregat un tanto apocado que cantaba y tocaba a las mil maravillas y que un buen día sintió un flechazo por su compañera Amaia. Todos los seguidores del concurso quedaron prendados de él, casi lo veneraban. Sin embargo, en enero de 2018 hubo quien descubrió en sus redes sociales aspectos de su vida un tanto polémicos.
Independentista confeso, el músico y compositor publicó en 2014, según el rastreo, imágenes reclamando la independencia de Cataluña. Bucear en su Facebook fue llegar hasta un Prat de Llobregat lleno de banderas, carteles y pancartas que reclaman la República. Un tema demasiado sensible que algunos espectadores recogieron de uñas. No solo eso; el 11 de septiembre de 2014, el día de la Diada, el joven colmaba sus redes sociales de instantáneas con sugerentes títulos. Entre las palabras que destacaba Alfred estaban las más significativas de esta reclamación independentista.
"Seneyra, Votar es normal, Independencia...", escribía dejando ver su clara postura. Estas averiguaciones fueron creando un 'caldo de cultivo' que comenzaba a granjearle algún que otro enemigo dentro del fervor abnegado. Tras convertirse, junto a Amaia, en el representante de Eurovisión y abandonar la academia, la realidad de la calle se impuso. En la primera rueda de prensa tras el concurso la pregunta era obligada. Alfred reconocía los hechos, pero se escudaba en el paso del tiempo y en el hecho de que él "no era político", sino un simple intérprete y ciudadano.
"¿Quién no celebra el día de su región?"
"Lo voy a responder porque es la primera rueda de prensa que doy. Y voy a ser muy claro, voy a intentar no volver a responder más a esto. Primero, porque yo no soy político, soy músico y me dedico a la música. Mis ideas políticas personales las tengo yo para mis adentros y para lo que yo voto. Lo voy a comentar: hay una foto que me la han enseñado y soy yo en la Diada de Cataluña. ¿Quién no celebra el día de su región? Yo soy de Cataluña y celebro la Diada e hice una foto de algo histórico. Yo nunca me he declarado independentista y, de hecho, no me declaro. De hecho esa foto es de 2014, yo tenía 16 años y he cambiado yo, pero creo que ha cambiado también mucho más la política catalana. Y creo que todo ha cambiado mucho. Y eso no es nada más que una foto. Y, bueno, tanto en mi foto como en la que pueda sacar cualquier medio, se van a ver banderas independentistas", fueron sus palabras concretas.
Las fotos estaban ahí, formaban parte de su pasado pero él, a tenor de sus palabras, había madurado conforme a la sociedad y tiraba de diplomacia como la joven promesa de la música en que se había convertido. Tras este momento, las aguan parecían bajar más calmadas. Sin embargo, la paz le duró poco. En concreto, hasta el 23 de abril, Día del Libro, en el que todo terminó por estallar.
La culpa la tuvo un libro. Alfred le regaló a Amaia una rosa, como marca la tradición, y una novela del catalán Albert Pla de la que ya le había hablado mientras se conocían en la academia: España de mierda. Un título controvertido que no hizo más que avivar a sus haters. Parecía que Alfred volvía a meterse en un escándalo. Lejos de arredrarse, compartió en redes sociales el detalle que tuvo con su novia. A partir de ese momento, seguidores del concurso y periodistas consideraron que era un gesto demasiado independentista para alguien que va a representar a España en un concurso internacional.
Él se mantuvo imperturbable, es más, parecía por su actitud que el tema no le preocupaba en absoluto. Al día siguiente, el joven publicó un vídeo a través de Twitter respondiendo a la polémica ayudado por Amaia. Esta explicó que Albert Pla, cantautor que debutó en la literatura en 2015 con este España de mierda, era un referente musical para ambos. "Estamos a muerte con España. No entendemos por qué no se puede regalar un libro a una persona. No es un libro que hable de política, ni de independentismo, ni habla mal de España. Simplemente es una sátira del país", remató Alfred a cámara.
Una explicación que si bien no terminó de convencer, se vio enturbiada en la rueda de prensa previa al festival. Ante la pregunta de la prensa a Amaia acerca de qué se llevaría a Lisboa como amuleto, ella resolvió entre risas: "Yo me llevaría el libro España de mierda". Una respuesta que arrancó la carcajada irrefrenable de Alfred y que terminó por sublevar a sus detractores. Un tuitero encendió la mecha al crear una petición en el canal Change.org pidiendo lo siguiente: "A todos los españoles: No queremos que el cantante INDEPENDENTISTA Alfred represente a España en Eurovisión". Hasta el momento, la solicitud ha alcanzado un total de 85.000 firmas de las 75.000 que se marcaron como objetivo casi inalcanzable. Una solicitud que Alfred prefiere no abordar abiertamente y a la que ha respondido en Twitter agradeciendo el apoyo de sus seguidores.
"Hoy me ha llegado esto. Gracias por todo el amor y el cariño que nos estáis dando: en forma de 'tweet' (ser trending topic por partida doble un mismo día no está mal), de regalo envuelto, de carta, de foto, (de momento, seis grandes cajas), de abrazo, de mirada, de sonrisa (el corazón lleno)", posteaba el joven vía Twitter con los hashtags #EspañaOsApoyaAlfredyAmaia y #AlmaiaSiNosRepresenta.
A pesar de sus intentos por aplacar la polémica, esta no hace más que crecer. De hecho, paralelamente a la citada petición social se ha unido un mensaje viral en Whatsapp que pretende conseguir adeptos para boicotear el festival de Eurovisión. En definitiva, las réplicas de Alfred a los escándalos han sido más determinantes, si cabe, que el escándalo en sí. Solo el tiempo, y Eurovisión, demostrarán su alcance.
Alfred, un cantante precoz
Alfred nació hace 20 años en el Prat de Llobregat (Barcelona). Antes de la fama, compaginaba un Grado Superior de Música con sus estudios universitarios de Comunicación Audiovisual en la Universidad Internacional de Cataluña. Su amor por la música le viene de cuna, pues se ha criado entre artistas: desciende de los cantantes de rumba Rumba Brava, aunque lo suyo es el pop y su cantante preferido es Michael Jackson.
A pesar de su juventud, ha autoeditado ya tres discos: con tan solo 15 publicó Beginning, un álbum producido por él y por su primo. A los 17 lanzó A Free Christmas Story, su primer corto musical, y She looks so beautiful, su primer single financiado y producido por La Capsa, con el que ganó el premio Cara B 2016. Ahora su mayor anhelo es dejar a España como ganadora del festival de Eurovisión. Que no es poco.
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