Los dos grandes disgustos de Irene Montero durante el embarazo político del que más se ha hablado
Los hijos de Montero y Iglesias han llegado al mundo de forma prematura. Un revés que se une a una cadena de contratiempos que ha experimentado la pareja estos meses.
3 julio, 2018 13:00Noticias relacionadas
Irene Montero (30 años) esperaba con felicidad su próxima maternidad y ya tenía puesta la mirada en la entrada del otoño, sobre finales de septiembre, para dar la feliz bienvenida a sus mellizos, pero finalmente todo ha surgido antes de lo previsto. Sus bebés han nacido de forma prematura a las nueve de la mañana de este martes, un movimiento inesperado que ha alterado los planes de la portavoz de Podemos en el Congreso y su pareja, Pablo Iglesias (39) y que llega tras una cadena de disgustos a los que han tenido que hacer frente los políticos en su dulce espera.
Tras seis meses de gestación y tres meses después de comunicar públicamente su embarazo con un escrito en sus redes sociales donde mostró la felicidad de ambos futuros padres, la llegada prematura de sus hijos ha sorprendido a la pareja. Y es que parece que lo repentino e inesperado se está cebando con Irene estos meses.
La muerte de su padre, Clemente Montero
Hace menos de un mes, el pasado 11 de junio, la portavoz de la formación morada recibía una de las noticias más duras de su vida: la muerte de su padre. Clemente era uno de los grandes apoyos de Irene e incluso fue relevante para la compra de su chalet en La Navata porque le prestó dinero a su hija para que pudiera llevar a cabo su sueño de formar un hogar familiar con Pablo Iglesias.
Pero además Clemente le inculcó la importancia del trabajo y de la humildad con la que se sacan adelante las cosas, tal y como él llevaba toda su vida haciendo al trabajar de mozo de mudanzas para alimentar a su familia. Fue un inmenso golpe para la política que se deshizo en lágrimas al despedirse de su padre en el entierro y que se abrazaba fuertemente a su pareja para intentar encontrar la calma.
Dos días después, al mismo tiempo que luchaba por asumir la pérdida, publicaba una fotografía en sus redes sociales en la que se la veía a ella en su infancia a hombros de su padre por la playa. Al lado de la imagen escribía un poema de Mario Benedetti en el que recoge los recuerdos que se guardan tras un adiós, los momentos buenos y malos, pero sobre todo, el amor que siempre existió entre ellos.
El chalet de la discodia
Prácticamente un mes antes del fallecimiento del padre de Irene, el 16 de mayo, los medios daban a conocer la nueva adquisición de Montero e Iglesias: un chalet en La Navata. Sus amplias dimensiones -con 2.000 metros cuadrados de parcela, casa de invitados y piscina-, su alto precio -660.000 euros- y las contradicciones que algunos le achacaron al líder de Podemos por haber señalado negativamente en años anteriores a aquellos políticos que poseen chalets a las afueras de Madrid, supusieron una crisis en el partido.
A tanto llegó la presión mediática y el choque de opiniones dentro de la propia formación sobre la coherencia de sus actos, que Pablo e Irene tuvieron que dar una rueda de prensa y llevar a cabo una consulta entre sus inscritos para que decidieran su futuro. Finalmente las bases de Podemos confirmaron la continuidad de ambos políticos, pero durante varias semanas la pareja se vio sometida a una presión constante y lo que iba a ser su dulce hogar familiar tomó tintes más amargos.
Una vez calmadas las aguas por su vivienda, con el mes de julio ha llegado la prematura bienvenida de sus hijos. Los esperaban con ilusión para el inicio del otoño y ya tenían decididos sus nombres desde hace semanas: Leo y Manuel Iglesias Montero. Sin embargo, en pleno comienzo de verano Pablo e Irene ya han visto la carita de sus retoños, aunque, tras solo 26 semanas de gestación, lo que los padres más desean es que los mellizos evolucionen favorablemente y puedan llevárselos a casa para estrenar su nuevo hogar, su faceta como padres y su vida en familia.
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