Mónica Naranjo (44 años) y su marido Óscar Tarruella (48) se separan. La noticia ha sentado como un jarro de agua fría a los seguidores de la Pantera de Figueras, teniendo en cuenta que Tarruella también hace las funciones de manager. En un escueto comunicado firmado por ambos, Mónica y Óscar han querido subrayar que tomarán caminos paralelos en lo emocional pero que continuarán juntos en lo que a proyectos laborales se refiere.
"Estimados compañeros, nos dirigimos a ustedes para comunicarles que a partir de ahora nuestras vidas irán por caminos distintos", comienza explicando la ya expareja. "Esta decisión, meditada y de mutuo acuerdo, fue tomada desde el cariño y el respeto que nos tenemos". Y continúa, "en cuanto a lo laboral, seguiremos trabajando juntos, como venimos haciendo desde hace tantos años. Aprovechamos la oportunidad para agradeceros el respeto que siempre habéis tenido hacia nuestra familia", concluye el comunicado.
Termina una historia de amor que empezó de la forma más curiosa. Mónica conoció a Óscar cuando él ejercía de mosso d'esquadra y acudió a casa de la cantante tras sufrir un robo en su domicilio. El policía catalán entró en su casa, y en su vida, en la que ha permanecido casi veinte años. Siendo no solo su mano derecha sentimental sino también profesional. La historia de amor fue tan pura y profunda que Mónica llegó a adoptar a Aitor, el hijo que Óscar tenía de un anterior matrimonio.
"La madre biológica de mi hijo es muy buena persona pero no ha sido una madre al uso", declaraba el también criminalista a El Confi TV. "Sentía que se le quedaba grande esto de la maternidad y eso que era más mayor que yo. Es un alma libre a la que le gusta viajar sin ataduras. En su momento y de mutuo acuerdo, me quedé con la custodia del niño, pero jamás ha habido mal rollo entre nosotros ni nuestro hijo ha escuchado al uno hablar mal del otro. No hay dramas en todo esto ni él ha vivido situaciones complicadas".
Hoy la historia de amor entre Naranjo y Tarruella toma direcciones diferentes pero permanece la familia y la profesión, algo por lo que ambos han luchado y lo seguirán haciendo con las garras de la pantera y la astucia del criminalista. Y viceversa.
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