Carolina Herrera (79 años) vive alejada de la estela mediática, ajena a cualquier tipo de publicación sobre su vida privada y dedicada al imperio textil que le rodea. La diseñadora ha disfrutado de un periodo de tranquilidad en Mallorca junto a su marido Reinaldo Herrera. Según ha podido saber JALEOS, la pareja vivió un modesto viaje de retorno a la Península lleno de anécdotas.
El pasado 3 de agosto la pareja tuvo un cómodo vuelo junto a la compañía Air Europa. La diseñadora y su marido regresaban a la capital madrileña y lo hacían en una aeronave corriente junto al resto de viajeros que tenían por destino el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas.
Carolina y Reinaldo volaron en clase turista, desde Mallorca hasta Madrid, junto al resto de pasajeros que abandonaban sus vacaciones baleares para aterrizar en la urbe del centro peninsular. La venezolana lucía un conjunto sencillo: una falda y una blusa cómodas para viajar.
La empresaria se movía con soltura por la base aérea, no así Reinaldo que necesitó ayuda desde el principio para recorrer la terminal del aeropuerto. Después del aterrizaje y tras recorrer el pasillo del avión, el marido de Carolina Herrera se acomodó en una silla de ruedas que le esperaba en el túnel de salida.
Un asistente le aguardaba con la silla para transportarle con facilidad por el aeropuerto, servicio habitual para las personas con dificultad de movilidad durante este tipo de viajes. Los tres, Carolina, Reinaldo y el auxiliar, marcharon a recoger el equipaje de la cinta de maletas.
La propia diseñadora fue la encargada de cargar los bultos en un carro portamaletas que se pueden adquirir en el propio aeropuerto. La pareja portaba más de cuatro bultos pesados pero, aún así, fue la propia diseñadora la encargada de empujar la carreta hasta la fila de los taxis.
El episodio tuvo lugar un día después de que se desconvocara la huelga de taxistas que asoló a varias ciudades nacionales -incluida la capital- durante los primeros días de agosto. El caos tuvo presencia en aquel momento. Al menos un taxi rechazó recoger a la diseñadora y a su marido argumentando que la carga del equipaje y la silla de ruedas eran demasiado. Esta situación les hizo esperar más tiempo hasta que consiguieron que un coche les recogiera.
Un viaje muy modesto en el que Carolina Herrera pasó inadvertida. Los pasajeros no se percataron de su presencia, pocos imaginaban que una de las diseñadoras más influyentes a nivel internacional se iba a inmiscuir entre los viajeros de clase turista.
La aristócrata del diseño de moda vive ahora una relativa jubilación. El pasado 13 de febrero abandonó el puesto de directora creativa de su propia firma aunque aún ostenta el papel de embajadora internacional de su marca.
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