El público está acostumbrado a ver una única faceta de María Patiño (46 años), la de aguerrida periodista y presentadora de Socialité. Sin embargo, de su vertiente más privada poco se conocía hasta el momento, salvo que mantiene una relación sentimental de casi doce años con un actor venezolano llamado Ricardo Rodríguez del que, en más de una ocasión, se ha declarado profundamente enamorada. Hasta ahora. Este miércoles los espectadores han podido conocer a la Patiño más íntima y familiar, a la madre por encima de la profesional.
La revista Semana ha publicado las primeras imágenes de Julio, el hijo de la periodista, con motivo de la celebración del 47 cumpleaños de esta. Madre e hijo, acompañados por Ricardo, la pareja de María, se han desplazado al sur de Francia para soplar las velas. Siempre discreta con su vida privada, en esta escapada familiar la de Ferrol se ha dejado ver por primera vez en actitud relajada, cariñosa y maternal con su pequeño. Julio acaba de cumplir la mayoría de edad hace poco, lo que hace indicar que, de algún modo, se le podrá ver con más asiduidad en los medios de comunicación.
El joven es alto, espigado y fuerte, y en las imágenes de la publicación se aprecia la sintonía y el profundo amor entre madre e hijo, así como la complicidad y camaradería entre Julio y la pareja de su madre. Con una gorra calada hacia atrás y unos cascos, el joven no dejó de posar junto a su madre, e incluso en un momento dado se atrevió a quitarse la sudadera pese a la intensa lluvia que no les impidió disfrutar de la jornada familiar. No cabe duda de que estos dos hombres, pareja e hijo, son el gran patrimonio con el que cuenta Patiño, después de haber sufrido la pérdida de sus padres y de haber superado un pasado un tanto trágico.
Un pasado marcado por el drama
María no ha tenido una vida fácil. Uno de los momentos más duros y que más se recuerdan de la colaboradora de Sálvame es el trastorno alimentario que padeció hace años y que ella misma desveló hace unos meses: "En aquel momento se percibió como un afán de protagonismo por mi parte, en un momento que era una colaboradora todavía sin ninguna notoriedad que hablaba por primera vez de un tema personal".
Según su testimonio, la falta de comprensión fue algo muy duro que le produjo muchísimo dolor: "Desde ese día aprendí que lo que verdaderamente me importa y lo que realmente me duele no lo comparto nada más que en contextos justificados". "A partir de mi trastorno alimenticio aprendí de alguna manera a dominar mi mente, por eso te digo que hasta de lo malo que viví en el pasado me ha dado herramientas para el presente", ha asegurado. Prueba de ello es cómo superó uno de sus episodios más complicados: la muerte de sus padres: "Para mí, la muerte es una lección de vida. Uno lo puede interpretar desde del punto de vista religioso, yo aparte de ser creyente, que lo soy, me he dado cuenta de que, aunque me cuesta explicarlo, es así como lo he vivido".
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