"Es lo mejor para la nueva dirección del PP y para mí", con estas palabras Soraya Sáenz de Santamaría (47 años) ha comunicado su adiós de la política al actual presidente del PP, Pablo Casado (37). Han sido en total 18 años ejerciendo desde que se requirió su labor como asesora jurídica al inicio de siglo; unos largos años en los que la que fuera mano derecha de Mariano Rajoy (63) ha experimentado diversos cambios tanto físicos como de estilo que merecen ser reseñados.
Está claro que no es la misma Sáenz de Santamaría la que ha abandonado la militancia de la que llegó en el año 2000. De hecho, parece otra mujer que la que se dejó inmortalizar por primera vez en 2008 como portavoz del partido popular -rostro visible de los populares- y figurando en el quinto puesto de las listas para el Congreso por Madrid, resultando elegida diputada.
No, de aquella quedan pocas cosas. Allá por esos años aterrizaba una Soraya con un estilo clásico, sobrio y bastante elegante que le hacía parecer mucho mayor de lo que realmente es, rehuyendo los colores chillones, en relación al que muestra ahora, mucho más atrevido. Entonces, la política optaba por una imagen que dista, y mucho, del actual. Con unos kilos de más, Soraya era una mujer que no arriesgaba en su vestimenta y su afeite personal. Siempre con ropas discretas de tonos deslucidos, tan solo rompía moldes con algún vestido, casi siempre holgado y que evidenciaba una figura más oronda que la que luce en la actualidad. El hecho de tener unos kilos de más también hacía que la vicepresidenta se vistiera de forma menos actual. Optaba por prendas un poco más anchas que no marcasen la figura, algo que ha estado intentado corregir en estos últimos años.
Además, antes optaba por un cabello casi siempre cardado, el pelo largo por los hombros y con mechas que no sobresalían del corte estándar rayando lo cobrizo. Según se comentó, fue un estilista de la Moncloa el que le aconsejó su nuevo corte de pelo a lo Jackie Kennedy. Una melena corta, desenfadada y con el flequillo a un lado. Pero si hubo un elemento que resonó entre bambalinas fue el cambio de gafas de la que fue vicepresidenta del Gobierno. Muchos señalaban que Soraya se había pasado a las gafas, pero lo cierto es que ya las llevó algunos años atrás por un problema de conjuntivitis que sufrió. Sea como fuere, ese estilo 'retro' le dio frescura a su estilo y marcó un abismo entre la Soraya de 2008 y la actual.
No hay duda alguna de que Soraya Sáenz de Santa María ha ido cambiando su imagen de manera gradual, ha perdido peso en estos años, ha refinado su figura y se ha preocupado y ocupado en lucir un cuerpo más acorde con los cánones. Asidua a los trajes de chaqueta, de los que posee una amplia gama de modelitos en tonos oscuros, también se ha dejado seducir por las blusas holgadas con los colores de temporada. Ahora se la ve mucho más esbelta y estilizada, especialmente en la zona del rostro. A Soraya Sáenz de Santamaría el físico le importa, pero no le obsesiona. Es por eso que esperó hasta que su carrera política comenzase a despuntar para solucionar una pequeña tara provocada por un accidente acontecido en su infancia. Y es que, según se relató, por culpa de una caída se fracturó uno de sus incisivos centrales, el cual arregló antes de ocupar un cargo político de primer nivel y que las cámaras reparasen en ello.
Tal como se hizo público, en enero de 2011, la portavoz del PP pasó por 'boxes'. A pesar de que en su momento muchas fueron las versiones que se manejaron para explicar su retoque en la nariz, lo cierto es que fuentes gubernamentales pretextaron en su momento que se debió a una aparatoso traspiés mientras se deslizaba ladera abajo por las pistas de esquí de Formigal. Al parecer, según comentaron en su momento desde el gabinete de prensa del partido, "sufrió la rotura y desviación del tabique nasal". Parecía un hecho que a Soraya le comenzaba a apetecer cuidarse más, un punto de inflexión que quedó patente en el posado para LOC que realizó en 2009 en el que aparecía con un sexy vestido negro y al natural con los pies descalzos.
En otro orden de cosas, parece que en estos años Soraya ha hecho caso de las críticas en cuanto a maquillaje se refiere y ha dejado los tonos rosas a un lado, tan habituales en sus inicios. Y es que, abusaba mucho de los tonos más llamativos, como el naranja, para los labios, colores que no le favorecían en exceso. En los últimos años el maquillaje ha pasado casi inadvertido en el rostro de la política, subrayando de ese modo la sobriedad de la 'cara lavada' y su cabello un tanto leonino.
La discreta relación con su marido
Soraya Sáenz de Santamaría ha tenido en estos años de batalla política a un hombre en la sombra, y no se ha tratado de Rajoy. Esa persona ha sido Iván Rosa Vallejo, su marido. El matrimonio suma 13 años de relación, se casaron en Brasil ante tan solo 32 invitados. Iván fue abogado del Estado de la promoción de 1996 y dejó su cargo en 2012 para fichar por Telefónica como asesor jurídico.
"Es un hombre que tiene una retranca bárbara. Tenemos una complicidad especial para reírnos de las mismas cosas", contó ella al magazine de EL MUNDO, reparando en detalles de cómo se dieron el 'sí, quiero' en Brasil: "Decidimos casarnos allí porque nos apetecía hacer una boda en la intimidad. Además, conocíamos al cónsul que nos casó. Éramos 32 personas. Me hubiera dado mucho apuro una boda multitudinaria".
El matrimonio tiene un hijo en común y a día de hoy Rosa Vallejo sigue firme en su intención de mantenerse en segundo plano, lo que no quita que permanezca al lado de su esposa en todo momento, pero en la intimidad de su hogar. Soraya e Iván viven en un chalé del centro de Madrid (Fuente del Berro) que adquirieron en 2006. Una vivienda de 231 metros cuadrados sobre una parcela de 141 con jardín y piscina, aparcamiento de 52 metros y trastero de 38.
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