Una vez más Isabel Pantoja (62 años) vuelve a ser protagonista de los titulares. En esta ocasión, no tiene que ver ni con posibles disgustos o alegrías con sus hijos Kiko (34) e Isa (23) ni con Dulce (41), sino con unas posibles desapariciones de objetos en Cantora.
Este lunes, Kiko Hernández (42) soltaba la bomba en Sálvame. Al parecer este fin de semana, una persona se habría personado en un anticuario justo en la misma provincia donde está Cantora para intentar vender objetos de la familia que tenían hasta la firma de Isabel Pantoja o Paquirri. Desde figuras de elefantes -una gran estatua- a mantelerías, y cosas pertenecientes tanto al torero como a la tonadillera, candelabros, sábanas, colchas... hasta el Premio Protagonistas.
Al ver el botín, uno de los anticuarios se echó atrás, según el propio Kiko Hernández, y todo acabó pasando por hasta otras tres casas más de antigüedades. Anabel Pantoja (32), en el plató, se mostraba seria y estupefacta ya que las descripciones cuadraban perfectamente con los artículos que estaban en Cantora.
El colaborador de Sálvame relataba que se había puesto en contacto con el anticuario el cual asegura que podría reconocer a quién se personó en su tienda cerca de un lugar donde se le ha visto a Isabel Pantoja comprar: "Podría identificar perfectamente a la persona que quería vender los objetos, el cual rápidamente le dijo que cerrara el maletero, que no quería ni verlos y que eso no debía estar ahí".
Tantas vueltas han dado las imágenes de la salida del coche del exempleado de Isabel Pantoja, Eduardo 'El Tato', que, según este señor, los objetos llegaban en el mismo coche en el que salió montado el otro día. Ante esto, desde el programa, ponían en duda si los artículos con los que salía Eduardo y su novia aquel día, cuando abandonaban Cantora, eran estos objetos de la finca o suyas particulares.
Al parecer, muchas de estas pertenencias -según desvelaban en el programa- se encontraban en cajas guardadas en la finca gaditana que vio el amor de Pantoja y Francisco Rivera Paquirri. Muchos de los artículos parecía que estaban dentro de una dependencia custodiadas bajo llave. Esta llave, al parecer, no la tenía todo el mundo sino que estaba limitada a varias personas de la casa en las que se encontraría entre ellas supuestamente la novia de Eduardo que había sido persona de confianza de la casa.
Esta no es la primera desaparición de enseres personales de la finca, como aquellos objetos que tanto reclamaron Carmina y los hermanos Rivera Ordóñez por los que hubo tanta polémica.
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