Nuria Roca (46 años) ha vuelto a protagonizar en El Hormiguero una de esas intervenciones para recordar. Sincera, como de costumbre, la colaboradora del programa de Pablo Motos (53) realizó este lunes una inesperada confesión que dejaba atónitos al público y al invitado de la noche, el cantante Raphael (75 años):
"Llevo 20 años con mi pareja y me gustaría hacer y deshacer más la cama. He empezado a ir a terapia de pareja. Fui la semana pasada porque yo lo que quiero es llegar a los 45 años de casados que llevan Natalia y Raphael", comenzaba relatando. "No sabía si necesitaba o no la terapia, así que decidí ir a probar. Era una consulta un poco extraña, pero a mí me gustó. Convencí a mi esposo, que me miraba como si yo fuese una loca y allá que nos sentamos", continuaba Nuria ante el asombro de los presentes.
"La primera pregunta que nos hizo a mi marido y a mí la terapeuta fue que por qué estábamos allí y dije la verdad. Nos preguntó por las relaciones sexuales, por la frecuencia, por la satisfacción Preguntó que cuántas relaciones teníamos, y Juan y yo no coincidimos en el número de relaciones. Yo saqué una conclusión: son las que son pero él se imagina más. Nos puso deberes y tenemos que poner en una hoja qué cosas ganas estando con tu pareja y qué cosas pierdes. Yo lo recomiendo, ¿eh?".
"Todo surgió porque una amiga mía había ido y a mí me picó la curiosidad", continuaba Roca. "Mi amiga se divorció porque ella sí que tenía crisis y yo no sabía si tenía crisis. Yo salí de allí medio contenta, aunque hay que reforzar algunas cosas. A lo mejor el mes que viene tengo que volver de verdad".
Nuria y Juan, una 'pareja abierta'
Nuria Roca y Juan del Val (48) forman una de las parejas públicas más consolidadas del panorama nacional. Fruto de su relación, que ya ha superado las dos décadas, tienen tres hijos: Juan, Pau y Olivia. Hace algo más de un año, precisamente en el programa en el que hoy forma parte del elenco de colaboradores estrella, Nuria confesaba que su marido y ella eran una 'pareja abierta'. Y que ello no significaba faltar al respeto o constituir una deslealtad, sino un modo de vivir y amar en libertad al otro: "Yo no quiero tener una persona al lado que no esté viva, que no desee. Yo quiero que desee".
"Yo creo que las parejas crecen, evolucionan, maduran... Y nosotros llevamos muchos años juntos. Lo que hemos hecho es crecer y hacer un aprendizaje como pareja y atrevernos a confesarnos cosas en cuanto a sentimientos". Con esas palabras expresaba el motivo de su estilo de vida como matrimonio, que nada tiene que ver con la falta de atención, adoración o admiración mutua: "Todo es una cuestión de entender, de saber dónde se está y de saber dónde se quiere estar". Lo que no quita que las confesiones entre cónyuges lleguen al extremo: "Otra cosa es que yo conozca los detalles. ¡No!", afirmaba tajante.
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