Necesita de la suerte a pesar de tener un nombre de peso. Llamarse Carmen Posadas (65 años) es sinónimo de éxito, pero en su modestia aderezada con su exquisita elegancia, cruza los dedos para que La maestra de títeres, su nuevo libro, esté en boca de todos.
De momento, más de 30.000 ejemplares y una segunda edición avala esta radiografía novelada de la alta sociedad madrileña desde la posguerra. Algunos personajes de ficción tienen pinceladas de Carmen, que fue uno de los rostros conocidos de la Beautiful People de los ochenta junto a su marido, Mariano Rubio, Isabel Preysler (67), Miguel Boyer, Marta Chávarri (58) o Manuel de la Concha (77).
Hay que ver la obsesión que existe con seguir diciendo que Beatriz Calanda, la protagonista de su libro, es Isabel Preysler.
(Sonríe). Y no lo es. Automáticamente, cuando te preguntan por un personaje de las revistas del corazón, el primero que se te ocurre es Isabel Preysler. De ahí viene la confusión. No me interesaba retratar a una persona en concreto, sino a un prototipo que existe socialmente.
Las tres mujeres protagonistas le sirven para diseccionar a la España de la posguerra, la transición democrática y la actualidad. Nuestro país ha cambiado mucho en poco tiempo.
Ya lo dijo Alfonso Guerra: 'A España no la va a reconocer ni la madre que la parió'. Aquella posguerra en blanco y negro, de misa diaria y golpe en el pecho es lo que se veía, pero por debajo estaba el mundo de los tablaos, la diversión, la mescolanza de personajes variopintos...
Recuerda a la serie Arde Madrid.
Ha sido una casualidad que el libro y la serie coincidieran en el tiempo.
En esa España en blanco y negro de la posguerra la gente se lo pasaba muy bien...
En algunos de esos salones de la alta sociedad se juntaba gente de lo más variopinta. Te podías encontrar a La Chunga, Lola Flores, el arzobispo primado de Toledo, la duquesa de Alba, Pilar Primo de Rivera...
¿Sigue siendo igual la alta sociedad de antes a la de ahora?
Sí, pero no tanto. Se han abierto más y se ha introducido gente de otros ámbitos. Pero hasta hace muy poco sólo se casaban entre ellos.
¿Cuándo se produjo produjo ese momento bisagra?
No fue de un día para otro, pero sí hubo un gran cambio que empezó con los tecnócratas de Franco: López Rodó o López Bravo, gente de clase media que se convirtieron en ministros y fueron aceptados inmediatamente. Curiosamente, en todos esos grupos a lo largo de las décadas el flamenco y los toreros se han cotizado muy alto.
Luis Miguel Dominguín fue el epicentro de todo.
Sí. Era aceptado en todos los ámbitos. Todo giraba entorno a él.
¿Qué recuerdos guarda de la Beautiful People?
La Beautiful People fue un caso especial, era gente de izquierdas, profesionales muy preparados en universidad extrajeras, llegaron al poder juntos y muchos eran parientes. Pero al llegar Aznar al gobierno esa rama antropológica se extinguió. Actualmente no hay nada parecido.
¿Qué importancia tuvo la prensa del corazón en este grupo?
Las personas que lo integraban no tenían interés para la prensa rosa hasta que Isabel Preysler se casó con Boyer. Y fue entonces cuando el foco se puso sobre nosotros. Pero fue algo puntual.
¿Se lo pasaban tan bien como se reflejaba en las revistas?
Todo era muy normal. Esa especie de aureola la crearon los medios. Todos eran gente muy corriente, de andar por casa. En serio. Tenemos la sangre roja (risas).
¿Sigue en contacto con los miembros de la Beautiful People?
Muchos han muerto ya, como Polanco, José María Entrecanales... pero con los Bustelo y con otros no tan conocidos tengo bastante trato.
¿Y con Isabel Preysler?
Sí, la sigo viendo. Coincidimos en muchos sitios y todo muy bien. Pero nunca fuimos amigas (risas).
¿Qué personajes le interesan?
Muhammad Yunus (78) (creador de los micro créditos) y hasta hace poco Macron (40) (ríe).
Ya, pero me refiero a los de la prensa rosa.
¿Los cotilleos? Nunca me ha interesado ese mundo. Pero bueno, me interesaría ver lo que opina durante un día Belén Esteban (45), pero no voy a seguir su vida como una novela por entregas.
¿Encuentra alguna diferencia entre ser famoso y ser célebre?
Te lo explicaré con una anécdota. Con Mariano fuimos a un restaurante a Nueva York y, de repente, se creó un gran revuelo. ¿Pero quién está? Y era Daryl Hannah (58). De repente, Mariano se dio cuenta de un señor que estaba comiendo solo en una esquina y era Neil Armstrong, el primer astronauta que pisó la luna. El que era famoso de verdad era Neil y nadie lo miraba. Ésa es la diferencia entre lo famoso y la celebridad.
¿Le ha servido el libro como una catarsis?
No he tratado de crear venganzas o ajustes de cuentas. Como dijo Stendhal, lo que he hecho es poner un espejo a lo largo del camino para que se refleje la realidad y el lector saque sus propias conclusiones. No quería hacer caricaturas, sino retratos.
El año que viene se conmemora el veinte aniversario de la muerte de Mariano Rubio, ¿cree que se le ha hecho justicia?
Poco a poco se va reconociendo quién fue realmente. Mucha gente me ha reconocido en privado que fue una persona clave en la economía española. Tras ser durante dos mandatos gobernador del Banco de España logró que los bancos españoles fueran de los más sólidos del mundo y la política de fusiones la propició él. Cuando pasó la crisis de 2008, la banca española fue una de los pocos que lo superaron. Y eso se lo deben a Mariano. Y se lo están reconociendo. Pero cuando ocurrió lo de Ibercorp (gran escándalo económico en la década de los noventa) pasó por un purgatorio muy largo. Pero el tiempo pone a cada uno en su sitio y en su lugar.
Como a Mario Conde...
Están donde tienen que estar.
¿Satisfecha?
Sí, mucho. Supe que iba a pasar, pero tarda.
La prestigiosa revista Newsweek dijo de usted que era una de las autoras de lengua hispana más importantes de su generación. ¿Sintió mucha presión?
Hicieron un listado sobre escritores de una franja de edad determinada y me metieron. Me hizo mucha ilusión y me puse la noticia en un corcho. Siempre es mejor eso que no salir en un listado de ¡Hola! como la mejor vestida de España (risas).
¿Qué cambio notó a partir de entonces?
Me llamaban de universidades americanas para hacer entrevistas e incluso para dar clases durante un trimestre, pero no tenía ese tiempo. Y me arrepiento de no haberlo hecho. Pero sí he dado conferencias en Georgetown (allí han estudiado el rey Felipe VI (50); el rey Hussein de Jordania (63) o Mencía Fitz-James Stuart (21), hija de Isabel Sartorius).
¿Ha sido objeto de estudio en la universidad?
No yo como persona, pero sí sobre mis libros. Se han hecho tesis sobre mis libros en Francia, Uruguay, España.... ¡Y no te lo pierdas, también en Egipto!.
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