Son ya siete meses los que Pablo Iglesias (40 años) e Irene Montero (30) llevan instalados en Galapagar, municipio ubicado a 40 kilómetros de Madrid. Desde entonces su vida ha dado un giro de 180 grados, tanto por el nacimiento de los mellizos, como las costumbres que ambos han tenido que cambiar en su día a día en La Navata, la zona residencial en la que viven actualmente en un chalet de 2.000 metros cuadrados. JALEOS ha querido acudir al municipio para conocer de primera mano la opinión de los vecinos, de los comercios y del entorno que rodea a la pareja de políticos.
La freiduría andaluza El Tablao, es de los pocos establecimientos 'afortunados' que han recibido la visita del secretario general y de la portavoz de Podemos. Allí, según contaron sus responsables a este medio, la experiencia no fue, precisamente, agradable. No gustaron en el local las exigencias con la que Iglesias y Montero intentaron condicionar a los trabajadores: "Justo el día que firmaron la hipoteca vinieron los dos. Llamaron y manifestaron sus intenciones de comer aquí, pero en una zona tranquila, donde no hubiese gente para que así no les molestasen". Dijo, además, que de no ser así se marcharían a otro lado. Cabe añadir, que este restaurante es el más conocido y reconocido de la zona, y, además, siempre está lleno, por lo que la probabilidad de comer a solas es prácticamente nula.
La compra constante de medicinas para sus mellizos
No frecuentan los bares clásicos del pueblo, ni la pizzería, y por supuesto tampoco la iglesia. Pero sí la farmacia, donde acuden cada semana para llevar día a día de forma controlada la salud de sus dos vástagos: "Irene está totalmente volcada con sus hijos. A la farmacia vienen los dos, y lo hacen con mucha frecuencia por temas exclusivamente relacionados con sus dos niños y el tratamiento de estos", aseguran a JALEOS. Si bien es cierto que Pablo Iglesias lleva un tiempo activo en el mundo de la política, Irene Montero continúa con su baja por maternidad.
Después de permanecer más de tres meses ingresados, fue durante el pasado mes de octubre cuando los pequeños Leo y Manuel recibieron el alta hospitalaria en el Hospital Materno Infantil del Gregorio Marañón. Durante esos 90 días permanecieron "rodeados de tubos, electrodos, de monitores cardíacos y de respiración", según explicaron sus progenitores en una carta abierta. Ahora continúan con el tratamiento desde su chalet en La Navata.
Les llaman "los fantasmas de Galapagar"
No hacen vida en el pueblo. Solo hacen acto de presencia por la zona para compras cotidianas y por simples necesidades. Tan 'escondidos' están, que se les conoce como "los fantasmas", ya que, desde que se enteraron de que formarían parte del municipio, son muy pocos los vecinos que les han visto en alguna ocasión. Eso sí, pese que un miembro del equipo de Iglesias se encarga de algunas de las gestiones diarias del político, tanto él como Irene acuden semanalmente a hacer la compra al Supercor de la zona. Un amplio supermercado con gran variedad de productos.
Allí han asegurado a este medio que "no se caracterizan por ser personas excesivamente cercanas", y que son "bastante serios". Entre las debilidades de Pablo, se encuentra el "pan de picos", que compra cada vez que acude al establecimiento, además de las cervezas, que se han convertido en imprescindibles para él después de trabajar: "Compra muchas cervezas, pero cervezas 'pijas', de las de cuatro euros".
[Más información: Pablo Iglesias explica que sus hijos han sobrevivido gracias al método canguro]