Javier Tudela Giaever (25 años) es mucho más que el chico guapo y atlético que insiste en mostrar en sus redes sociales. El único hijo en común entre Makoke (48) y su primer marido, Javier Tudela, ha sido una de las víctimas colaterales en el mediático divorcio de su madre y Kiko Matamoros (62).
El nombre del joven salía a la luz hace unos días, en el fragor de la batalla y en el cruce de acusaciones entre su progenitora y el colaborador de televisión, tras su convulsa separación y sus aireados problemas económicos. Makoke ha confesado que su hijo Javier ha tenido que ayudar de forma recurrente con los impresionantes gastos derivados de la casa que compraron en 2012 en la exclusiva urbanización La Finca. Verbi gratia, tan solo un mes de comunidad ya supera los 700 euros. Javier ha llegado a transferir hasta 5.000 euros de un golpe para sufragar gastos básicos como luz y agua.
Ayuda económica, ropa de firma, hoteles de lujo, un coche valorado en 150.000 euros... ¿Cómo mantiene Javier Tudela su alto nivel de vida? ¿De dónde provienen sus ingresos? JALEOS ha hablado con el empresario.
1. Una empresa de cachimbas
"Mi negocio de cachimbas lo fundé cuando yo tenía 17 años. Fuimos de viaje a Marruecos y me fijé en que la gente fumaba shishas y pensé: 'esto puede funcionar en Madrid'. Enseguida vi el negocio. Yo era muy pequeño, tanto que ni siquiera podía entrar en las discotecas a disponer de las cachimbas a los clientes porque aún era menor de edad", señala Tudela.
Un negocio fructífero con el que surtió de shishas a los mejores restaurantes y discotecas de Madrid. Desde Gymage -la empresa con la que más ha facturado- hasta la mayoría de establecimientos de restauración del Grupo Larrumba. Los cuatro socios que componen este conglomerado de la hostelería ya suman 22 locales de moda en Madrid, entre los que se encuentran Perrachica y Habanera, donde ya es prácticamente imposible conseguir mesa hasta bien entrado 2019.
2. Redes sociales
No le gusta que lo llamen influencer aunque ejerce de ello. Javier Tudela cuenta con casi 123.000 seguidores en Instagram y presta su imagen a empresas para promocionar productos o servicios. Según desvela a este periódico, "no hago bolos porque no me gusta. Pero sí que acudo a eventos, a la inauguración de alguna tienda o por ejemplo, me llaman para promocionar un hotel en Bali o en Maldivas. Viajo, me hospedo en el hotel y me pagan por ello. También colaboro con marcas como Puma o Eleven (11º Degrees)".
3. El deporte
De forma más prudente y discreta, Javier Tudela prefiere no hablar de sus negocios con el deporte pero este periódico ha podido saber que se encuentra también inmerso y vinculado a puntuales colaboraciones que competen el ámbito deportivo y que le repercuten un buen activo mensual.
Inquieto, curioso y sin temor a equivocarse en lo que atañe al emprendimiento, Javier Tudela ha apostado por negocios de los que después ha preferido desligarse. Hace unos años tenía un establecimiento de lavado y pintura de coches. Además, realizaba compra y venta de vehículos, algo que comenta hacía como hobbie pero que también utilizaba para su propio beneficio.
A este respeto, este medio le ha preguntado por el espectacular vehículo deportivo que conduce, un Porsche Panamera del que se ha hablado en televisión y cuyo valor en el mercado supera los 150.000 euros. "Yo compro coches baratos e intento que no se devalúen. Mi coche es un Panamera de 2012 Carrera 4 que compré a un amigo por 38.000 euros y pienso venderlo pronto. Me gusta estrenar un coche por año".
Para terminar de abrir la caja de sorpresa, Javier desvela que también hubo un tiempo en que tenía una empresa de reformas e incluso invirtió en bolsa. A este respecto, llama la atención la maestría con la que Tudela llegó a desenvolverse en un campo que se presume altamente difícil:
"Empecé a invertir en Eurodollar como hobbie, como broker, y al par de meses me di cuenta de que se me daba bastante bien. La inversión en bolsa es delicada, hay que estar muy atento, pero sí que es cierto que en una tirada una vez gané 6.000 euros. Y cada dos o tres semanas podía ganar 600, 800, 900 euros... Pero lo dejé. Me di cuenta de que tenía que vivir pegado al teléfono móvil".
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