María Jiménez (69 años) está siendo protagonista esta semana por un problema de salud que le obliga a permanecer ingresada en el Hospital San Rafael de Cádiz desde el pasado lunes tuviera que ser operada. Un difícil episodio que coincidido este viernes con la emisión del programa Mi casa es la tuya en el que precisamente la cantante mantiene una larga charla con Bertín Osborne (64). El programa fue grabado en invierno y en él ha hecho un recorrido por su vida, desde las luces hasta las mayores sombras, lo cuenta con su fortaleza característica y como banda sonora su voz desgarrada.
Poco después de entrar en la casa, Bertín se interesa por el estado de salud de la cantante y ella no tiene dudas en contestar: "Muy bien, estupenda, un poco hecha polvo los huesos de bailar con tacones toda la vida...y las lumbares, fatal...las cervicales también me dan unos mareos... y las rodillas, fatal porque ahora no me muevo...", explica. Unos datos que en la actualidad toman especial relevancia.
El calvario de su vida
María Jiménez estuvo casada 22 años casada con Pepe Sancho, que falleció de un cáncer de pulmón en marzo de 2013. "Me llamó Carmen Gahona, que lo estaba viendo en la tele en un programa de María Teresa Campos (77)". Así se enteró la cantante de la muerte de su entonces ya exmarido. Tuvo un hijo con él, Alejandro (35), al que tuvo que comunicar la noticia en un difícil momento: "Fíjate la guasa... le dije un día a Alejandro que tenía un cáncer de mama, tres días más tarde le digo que se había muerto su padre. Lo pasó muy malamente...".
Tanto es así que su hijo aún habla en presente del actor: "Mi padre es amigo de sus amigos, cachondo, chistoso. Lo que saco es que me ayudó a sacarme el carné, me llevó a Inglaterra, con el permiso o no de mi madre pero gracias a eso sé inglés". Pero sobre todo tiene buenas palabras para su madre: "Es una aventura ser hijo de María Jiménez. Igual que es muy bonita, porque he podido viajar...veía a sus fans y creía que nos querían pegar porque se volvían locos por conocerla....ver su profesión tan intensa y emocional...ella tiene el talento y el poderío en la familia...mi padre absorbió ese talento también sobre todo los últimos años en la Interpretación...lo mío es estar en casa, cuidar de la familia, sin nada mediático".
Viviendo en un hogar de artista vio la competencia que existía entre ellos, por ver quién tenía más éxito -"éramos muy profesionales", matiza Jiménez-, de hecho, Alejandro puntualiza que: "Mi padre nunca valoró a mi madre, ni como cantante ni como mujer". Y en ese sentido fue testigo de los peores momentos vividos en el matrimonio: "Yo a esa edad no era consciente de lo que era el maltrato. Pero ahora con 35 años soy consciente de que sí, era maltrato. Ahora tendría que leerle la cartilla a mi padre".
"Mi madre denunció en un tiempo difícil en la sociedad, tanto que la tomaron por loca, entonces me posicioné con ella porque yo fui testigo en el juicio y mi padre dejó de hablarme porque tuve que declarar ante el juez contra él y a favor de mi madre. Fue horrible, mi padre estaba frente a mí en el juicio, tuve que prepararme con libros de autoayuda y soltarlo sin ningún tipo de sentimiento ante el juez", explica el joven sobre lo vivido aquella dura época.
"Cuando mi madre se separó, yo le delaté, porque vi como traía a la otra a casa, y vi que mi madre estaba sufriendo y sabía que tenía motivos". Además, explica: "Cuando mi padre se fue de casa mi madre se liberó, no era ella estaba en ralentí, iba con cuidado para que no le molestara nada a ese señor".
Alejandro destaca el carácter "complejo" de su padre pero destaca que lo que más lástima le da es que "se ha ido solo, sin pareja, sin el cariño de ninguno de sus hijos, creyéndose el ombliguito del mundo, solo pensando en el trabajo, trabajo y trabajo". Y es que el actor no se hablaba con el hijo fruto de su primer matrimonio, Javier (45), ni con el hijo de María Jiménez desde el año 2006. Ante esa afirmación, Bertín no ha dudado en expresar: "Pues si no se hablaba con ninguno de sus hijos....algo pasaba con él entonces...tendría tela", a lo que la cantante contestó: "Tela no, lo siguiente. Era un cachondo en la calle, luego en casa era otro, pero bueno vamos a hablar de otro tema...", decía Jiménez en un intento de dejar de lado lo malo.
La repentina muerte de su hija Rocío
"Lola Flores fue la que se dio cuenta de que estaba embarazada: cuando me vio me dijo, tú estás preñá....yo no lo sabía, y no me rentaba porque tenía 17 años. Pero mis padres lo aceptaron. Y nació Rocío. Al padre se lo dije pero me dijo que no era suyo, y le dije: pues vete de aquí, no te quiero ver nunca más". Así comienza a contar María Jiménez su primera maternidad.
Después, a los 30 años llegó a su vida Pepe Sancho, y asegura que "su hija se llevaba muy bien con él". Y dos años más tarde llegó Alejandro. Pero un par de años después también, un 8 de enero 1985, ocurrió lo impensable: su hija Rocío murió en un accidente de coche.
"Me llama un día la Guardia Civil y me lo cuenta que mi hija iba en un coche y ha sufrido un accidente en Madrid...y yo les decía: pero si mi hija iba en tren...". No puede acabar la frase cuando se derrumba sin medida... "Lo siento Bertín, es que no gusta hablar de esto...no lo puedo evitar...", se explica quitándose las lágrimas de los ojos con las manos.
En ese momento Pepe Sancho y María Jiménez estaban ya separados pero "cuando pasó lo de la niña, volvimos otra vez porque yo necesitaba a Pepe estaba echa polvo...y él estaba por la labor...".
Su sorprendente relación con el rey Juan Carlos
Hace décadas María Jiménez tuvo un admirador muy particular: el mismísimo rey Juan Carlos I (81). Y así se lo demostró en un acto con 200 testigos en el que, entre todos, la escogió a ella para dar un paseo de su brazo: "Me cogió del brazo y me dio un paseo por el Palacio Real, por los jardines del Moro. ¡Qué corte, yo no sabía dónde meterme! Qué mal lo pasé, qué vergüenza. Yo soy muy vergonzosa para eso. Me dijo que era un gran admirador mío. El príncipe de Baviera me pedía discos para él", reveló ante Bertín.
Una infancia pobre pero feliz
"A los 11 años dejé el colegio para trabajar en el obrador, para hacer polvorones en Navidad y luego me contrataron para limpiar los cacharros", cuenta la cantante sobre sus inicios tempranos en la vida laboral. "Luego me fue a trabajar a una casa con 8 hijos, ejercía de sirvienta, yo era la mas feliz del mundo en esa época con los niños yendo a la piscina y para arriba y para abajo", explica.
El gusanillo de cantar ya apareció muy pronto en su niñez, tanto que iba de piso en piso del vecindario para que le dejaran cantar y tuviera público: "Yo con 5 o 6 años me acercaba a las casas de las vecinas y les decía: "Fulana, si me escucha una canción, te limpio el suelo", asegura.
Su verdadero paso para entrar en el mundo musical ocurrió de casualidad: "Me fui a Barcelona con 15 años a limpiar en casa y negocios. Entonces un día un amigo me dijo 'el día que descanses te voy a llevar a casa de unos amigos que son mariquitas'. Me escucharon y me dijeron, 'tú no limpias más' y al de poco tiempo ya cantaba en una taberna flamenca".
Su fuerte carácter
Si hay algo que siempre se destaca de la personalidad de María Jiménez e incluso de su forma de cantar, es su fuerte carácter, ese que no para de mostrar en cualquier circunstancia y por muchos años que pasen.
"Yo hago lo que me de la gana y el que no lo acepte que mire para otro lado", es una de sus frases fetiches y que no dudó en espetarle al propio Bertín. Incluso se atrevió a contestar sin titubeos al mismísimo Juan de Borbón. El monarca la invitó junto a otros artista a palacio y ella se negó a cantar. El miembro real le insistió y le señaló que "todas las grandes como Lola Flores o Rocío Jurado habían cantado allí" y Jiménez le contestó: "Yo solo canto cuando me da la gana...y mi coño no canta aquí".
Una inquebrantable personalidad que también demostró su madre. Y es que según cuenta la cantante, "su padre trabajaba en una fábrica de aceite, y su madre, que era muy celosa, se enteró de que tenía una querida y le echó los muebles por el balcón y le dijo a su jefe que robaba aceite para que le echaran del trabajo". Así se las gastaba la progenitora de la artista.
Por eso, este viernes María Jiménez solo se podía despedir de Bertín de una manera: cantando Esa sigo siendo yo.
[Más información: María Jiménez y su particular (y cruel) campaña contra el difunto Pepe Sancho]