Mila Ximénez (67 años) ya puede oler sus vacaciones de verano y para su puesta a punto ha querido ponerse en manos de profesionales de la Medicina Estética. La colaboradora nunca ha ocultado sus visitas a las clínicas de belleza, pero tras una semana llena de polémicas en Sálvame en las que ella ha sido la principal protagonista debido a su anuncio de abandono, la noticia de su nuevo retoque ha recibido innumerables críticas en redes.
"Cuidado con los tratamientos porque ya te estás disfigurando", "con todos esos retoques que llevas encima hasta la bruja de Blancanieves estaría guapa, por mí si quieres no vuelva más" o comentarios como "qué suerte poder disfrutar de sesiones de estética. No están al alcance de cualquier bolsillo", son solo tres críticas de las miles que han escrito junto a su foto en la sala de estética de su centro fetiche.
Mila utiliza la imagen para desvelar que se ha sometido a un tratamiento de belleza en la Clínica Láser Fusión de Madrid. Allí acude siempre que quiere mejorar su aspecto facial y rejuvenecer su imagen. Todo lo que se realiza la colaboradora en este centro concreto no implica ninguna cirugía, solo inyecciones y tratamientos tipo láser.
Fue exactamente hace dos veranos cuando Ximénez cambió su rostro radicalmente con una operación completa: "Me han recogido la cara, me han quitado la piel que sobraba de los ojos, me han subido los labios y me han hecho todo el cuello nuevo", confesaba ella misma en su vuelta a los platós semanas después.
No ha vuelto ha realizarse una cirugía así de invasiva, pero sí acude cada cierto tiempo a sus citas con sus doctores favoritos y retoca sus imperfecciones. No siempre hace públicas cada una de sus visitas al centro estético, pero sus transformaciones se evidencian cada tarde en el programa de Telecinco. Los tratamientos que ha probado en la clínica son el relleno de ácido hialurónico y la toxina botulínica.
El primer método sirve para aportar a la piel hidratación, volumen, tersura y luminosidad a las zonas que más lo necesiten. En el caso de Mila Ximénez ha escogido el contorno de ojos, las patas de gallos, las arrugas labiales y ligeramente los surcos nasogenianos. Con el segundo tratamiento, conocido comúnmente como bótox, ha rellenado sus arrugas de expresión con pequeñas dosis que suelen inyectarse en zonas como el entrecejo o rincones faciales de acumulación de rugosidad.
Lo más curioso de todo es que los retoques ocurrieron el mismo día que Mila se dejó ver deshecha en lágrimas en Sálvame frente a un serio Jorge Javier (48) que le preguntaba por su malestar y sus deseos de abandono. La colaboradora aseguró estar pasando por una especie de depresión, y que lo único que deseaba era instalarse en Ámsterdam junto a su hija y sus nietos y ser "una abuela más que recoge a los niños en el colegio y se sienta en un parque con su pelo canoso".
Lejos de cumplir con tal testimonio lleno de intensidad, la tertuliana pasó por 'boxes', retocó su cara y volvió a Mediaset dos días más tarde con la gala de Supervivientes. Muchos lo consideraron un gesto frívolo por parte de la colaboradora, tanto que enervó a sus seguidores, quienes volvieron a usar las redes sociales para mostrar sus críticas hacia Mila: "Ya te has puesto hinchada de bótox", "¡¡Ya te has insuflado bótox en plan industrial!! ¡Ni se te ven los ojos!".
Sin embargo, también ha recibido muchos halagos, los mismos que consiguen que se sienta segura con su físico y quiera volver a confiar en los profesionales de la belleza que le recolocan cualquier rincón cuando cree que algo no está en su sitio. Y es que a sus 67 años se niega a envejecer, y si tiene que pagar por ello, a la vista está que lo hace. Las veces que haga falta.
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