Exhibir tu vida privada con fines publicitarios en las redes sociales es hacer un pacto con el diablo. Llevárselo calentito sin dar un palo al agua es la ambición de cualquier famosa considerada una influencer como es Paula Echevarría (41). Sin duda, es una actriz codiciada y muy querida, pero postear en Instagram en qué lugar está, qué modelitos lleva y qué le regalan son caramelitos envenenados para su libertad.
Antes decían que la culpa la tenían los paparazzi, pero ahora resulta que el enemigo está en casa. El pasado lunes, Paula llegó al prestigioso hotel Meliá Sancti Petri (Chiclana de la Frontera, Cádiz) donde también han estado alojándose su hija Daniella (10), su novio Miguel Torres (33) y sus padres, Elena y Luis Manuel. Como cada año, los paparazzi empezaron a hacer guardia para el posado playero de la protagonista de Velvet y su hija. Ambas siempre monísimas, jugando entre las olas, compartiendo confidencias, comiendo mientras se ponen morenas....
Este año había un valor añadido, su pareja. En cuanto Paula posteó su primera imagen en el paraíso del sur, sin ser consciente, dio el pistoletazo de salida para que los fotógrafos salieran de 'caza'. Si hace años el verano quedaba inaugurado con los tradicionales posados de Ana Obregón (64), Norma Duval (63) o Concha Velasco (79), este peso recae ahora en Paula. Por ello, los paparazzi estuvieron haciendo guardia desde el martes al viernes aproximadamente desde las once de la mañana hasta casi las nueve de le noche. Mientras los profesionales de los medios de comunicación se tostaban y cocían, Paula y su troupe disfrutaban de la piscina -cada día había un vigilante hasta que todos dejaron el hotel- y de las delicias del hotel. Y, de tanto en tanto, la actriz publicaba alguna imagen en su cuenta de IG.
Tras varios días de espera, uno de los paparazzi se acercó a la madre de Paula para preguntarle si podrían hacerle fotos a la actriz. Y la respuesta fue tajante: su hija estaba muy enfadada porque no podía disfrutar de la playa con su familia. Estaba muy disgustada porque cada año se forma un gran show y para ella eso es una tortura.
Sin duda, un dardo al corazón de estos cazadores de instantáneas que lo único que buscan es refrescar las páginas de la prensa rosa en verano. Pero el jueves parecía que las plegarias se iban a hacer realidad. La divina Paula y su dios protector salieron a tomar algo en el chiringuito de la playa. Los paparazzi creían que iba a hacer su agosto. Pero su intuición falló.
Entre siete y nueve agencias, algunas vinieron expresamente desde Marbella, empezaron a disparar a la pareja más mediática de los últimos meses. Sin que ellos lo supieran en ese momento, iban a ser las únicas imágenes de la intérprete y el exfutbolista. Los tortolitos, en vez de pasear por la arena y tener un detalle, se volvieron al hotel y ya nunca más se supo de ellos.
Eso sí, la "diosa ladrona", como la llama en Instagram Candela Peña (45), posó espectacular en la red social con diversos biquinis y vestidos playeros. En esta ocasión, el hotel de cinco estrellas se convirtió en una jaula de oro.
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