Tras la inesperada muerte de Camilo Sesto, muchas son las incógnitas que se ciernen sobre la figura del legendario intérprete, su patrimonio y, sobre todo, la controvertida relación que libró con su único vástago, Camilo Blanes Ornelas (37 años), y la madre de este, la única mujer reconocida en su vida. Todavía queda mucho por escribir y organizar. Tanto a nivel personal como administrativo y patrimonial. De entrada, lo más apremiante es que el testamento de Sesto se decrete y, así, su patrimonio quede asignado, respetando su última voluntad.
A falta de que ese momento llegue -se estima que en los próximos días quedará dictada y cerrada su herencia- lo que es un hecho es que Camilín, como se conoce en los medios de comunicación al único hijo del cantante, recibirá, al menos, dos tercios de la herencia, lo que se entiende como la parte legítima. Y es que, a estas alturas lo único que se conoce a ciencia cierta es que en los últimos años las personas más cercanas a la estrella internacional fueron su administrador y su secretario. Nadie más. Un círculo tan estrecho como férreo.
En ellos depositó toda su confianza y, se entiende, la intendencia de todos sus bienes y beneficios musicales. Con su hijo, también artista, protagonizó unos años convulsos y marcados por el distanciamiento en el último tramo de su vida. Lo cierto es que los números que deja Sesto tras de sí, como poderoso legado, son, cuanto menos, impactantes y dejarían entrever la importante razón económica que se tendrá que dilucidar en breve en forma de casas, sociedades y dinero.
Así, su discográfica habla de la friolera de cien millones de discos vendidos -algunos de carácter biográfico alcanzan la cifra de 175 millones-, 52 sencillos alzados en el Número Uno, 18 singles líderes de la lista 40 Principales -una cifra solo rozada, ahí es nada, por Madonna (61)-, éxitos cantados en castellano, inglés, italiano, portugués y alemán, padrino de Miguel Bosé (63) y un conglomerado de buenas letras como compositor de cantantes tan insignes como Ángela Carrasco (68) o Manolo Otero.
Todos estos hitos musicales se traducen en magnos ingresos anuales, denominados royalties. Es decir, los derechos de autor generados por el artista, sobre todo tras su fallecimiento, cuando experimentan un aumento considerable y los ceros se multiplican a golpe de escucha. JALEOS se ha puesto en contacto con Óscar, de Cargo Music Entertainment. Él también compuso trabajos con Camilo -sobre todo, en los boyantes años ochenta- y habla de lo que ocurre con las ventas y reproducciones de los temas cuando el autor fallece: "Siempre se establece una relación entre el respeto, la solidaridad y también un poco de morbo y sí; las ventas se disparan". En caso de Camilo, se apostilla al punto, que los réditos "son millonarios".
El año pasado, en 2018, Camilo lanzó el que sería su último trabajo, Camilo Sinfónico, en connivencia con la orquesta de Radio Televisión Española. Entonces, solo se pusieron a la venta cedés; ahora, con motivo del que sería su 73 cumpleaños, la discográfica Sony Music lanzará el próximo viernes 13 de septiembre una tirada de discos de vinilo. En opinión de la fuente consultada, "los discos de vinilo se venden mucho más que los cedés en la actualidad. Eso sí, los royalties dependen de mucho factores, pero, sobre todo, de las condiciones de contrato entre la compañía y el artista". Los beneficios también experimentan cambios tras la muerte del que los genera: "En ese mercantilismo frío que se establece hay jugosos beneficios". Tales logros tan solo fueron edificados en el terreno de la música. A nivel inmobiliario, Camilo disponía de dos casas. Una, en la urbanización de La Chopera, en Las Rozas, de 2.000 metros cuadrados; y otra, la que fue su residencia, el chalet de Torrelodones. Fue en esta última casa donde Camilo se refugió en los últimos tiempos y estableció una suerte de trinchera.
Junto al patrimonio inmobiliario y los ahorros de los que dispondría el cantante hasta el día de su muerte, también convive una sociedad -con sede en Torrelodones, el lugar donde residió- para todo lo que concernía a su intendencia musical. Las cuentas de esta empresa, al menos hasta el año 2012, hablaban de un grueso monetario de cerca de 800.000 euros. Además, el intérprete de Vivir así es morir de amor poseía Camilo Ediciones Musicales S.L, con un patrimonio cercano a los 400.000 euros. En definitiva, designios con las cuentas más que saneadas y lustrosas.
La difícil relación con su hijo y la madre de este
La vida personal de Camilo Sesto no se entendería sin la existencia de su hijo Camilín. Pese a que no siempre su relación ha sido todo lo idílica que les habría gustado, padre e hijo nunca ocultaron la admiración que sentía el uno por el otro. Incluso, ahora, tras el fallecimiento del alicantino, las primeras palabras de su vástago han sido de cariño y respeto: "Lo admiraré siempre". Camilo Blanes nació el 24 de noviembre 1983 fruto de una relación amorosa entre Camilo y Lourdes Ornelas, quien por aquel entonces ejercía de fan fervorosa de Sesto.
Camilín llegó a la vida de sus padres para revolucionarla. Pese a la alegría que supuso el alumbramiento, lo cierto es que pronto llegarían los malentendidos entre sus padres, lo que provocó que el pequeño tuviera que vivir, hasta el mismo final de su padre, entre dos versiones muy distintas.
En su juventud, Camilo Jr. se trasladó a España a vivir con su padre. Tras tiras y aflojas, el cantante consiguió la custodia de su hijo. En sus palabras, siempre con el beneplácito de la madre, Lourdes. Ahí radicó el supuesto desaguisado. No obstante, años más tarde, Ornelas denunciaría públicamente que esta separación habría ocurrido sin su consentimiento y que el padre había puesto muchos impedimentos para que la relación entre madre e hijo fluyera.
Sea como fuere, el tiempo pasó, Camilo hijo regresó con la madre y, en los últimos años, su acercamiento a Camilo Sesto se reducía a puntuales visitas a España cargadas siempre de rumorología. Todo eso parece quedar atrás a la luz de la muerte del cantante; hoy, Camilín y su madre están unidos, en España, en casa de Camilo y a la espera del testamento.
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