El próximo sábado el auditorio malagueño José María Martín Carpena se engalana de forma muy solemne para la celebración de la 34 edición de los premios Goya. Este año académicos y estrellas se dan cita en Málaga para la fiesta del cine de más renombre a nivel nacional. De esa gala se cuentan por mil las anécdotas a lo largo de tantos años, tanto en el escenario, como en el photocall o entre bambalinas. Pero lo más desconocido es lo que sucede tras la gala, cuando comienzan las celebraciones privadas y se termina el encorsetamiento.
En la memoria colectiva sobrevuelan grandes meteduras de pata, sustos estilísticos y estados etílicos sospechosos. Sea como fuere, chascarrillos que, más tarde, se olvidan en las fiestas que se suceden tras la entrega de premios. Cada año existe un gran interés por conocer cuál es la fiesta más exclusiva, esa que nadie se puede perder, la que sobresale por encima de los festejos oficiales.
Y es que, son muchos los planes que las estrellas organizan para esa noche que parece no tener fin y que siempre empalma con el día. JALEOS ha podido conocer que la gran fiesta de estos Goya 2020 tendrá como anfitriones a Paz Vega (44 años) y su marido Orson. El matrimonio reunirá a un nutrido grupo de vips en la zona andaluza de El Limonero. Una velada llena de talento y diversión, parecida a la que protagonizaron el año pasado en Sevilla algunas de las celebrities más conocidas del panorama nacional, cuando se dieron cita en el palacio de Villa Luisa, un lugar de estilo neomudéjar con un pabellón de cristal y un jardín histórico de más de 4.000 metros cuadrados.
Eso sí, el próximo sábado la de la intérprete no será la única celebración especial; otra famosa le hará la 'competencia': Belén Cuesta (35). La artista, natural de Málaga y protagonista de la película La trinchera infinita, planea su propia fiesta, que, según ha conocido este medio, tendrá lugar en el hotel Barceló de la capital. A estos dos sendos festejos se unirán los clásicos de cada año: el que prepara la Academia del cine -en el mismo auditoria donde tiene lugar la gala- y los que organizan las diferentes productoras de los trabajos audiovisuales. Esa noche, para muchos tan importantes es la gala como lo que sucede después.
Las grandes anécdotas 'post Goya'
A veces, para desesperación de los fotógrafos y cámaras de televisión, que suelen esperar fuera del recinto hasta doce horas aunque llueva, nieve o haya un huracán. Cabe recordar, como anécdota, que hace dos años, cuando los premios Goya se celebraban en Madrid, se reservaba todo un edificio para que en cada planta las productoras reuniesen a los suyos. En esa línea, hay que decir que no todas las estrellas del celuloide se apuntan a estas celebraciones tan multitudinarias. Los hay fiesteros, pero también los que buscan pasar un buen rato con un grupo reducido de personas, como Javier Bardem (50).
De hecho, todavía hay quien recuerda que en 2011, cuando recogió el Premio a Mejor Actor por la cinta Biutiful -acaba de convertirse en padre de su primer hijo-, el marido de Penélope Cruz (45) optó por celebrar su victoria en su 'piso de soltero' de entonces, ubicado en el barrio de Chueca. Hasta allí se desplazó Bardem con su madre, su hermano Carlos (56) -el cual mantenía una relación con Dafne Fernández (34)- y su compañero de profesión y amigo, Luis Tosar (48).
Esta no es, ni de lejos, la única historieta que se recuerda. Ahí, ese momento histórico en que Albert Solé -hijo de Jordi Solé Tura, uno de los padres de la Constitución- dejó su premio por el documental Bucarest, la memoria perdida en el guardarropa y, cosas que pasan, cuando fue a buscarlo se lo habían robado. Javier Gutiérrez (49), por otro lado, nunca olvidará el día en que, todo ilusionado, fue a entregar el Goya a los mejores efectos especiales a Mortadelo y Filemón: misión salvar la tierra, tropezó y el galardón se hizo añicos en el suelo. Y siguen los sucesos sorprendentes, como cuando Paz Vega casi se le salió un pecho de su diseño de Hannibal Laguna cuando recogió el premio por Lucía y el sexo.
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