"Merendábamos besos y porros, y las horas pasaban de prisa entre el humo y la risa". Las letras de las canciones de Joaquín Sabina (71 años) siempre han reflejado la zarandeada vida que acostumbraba llevar. Entre excesos y musas de carne y hueso, la salud del poeta ha sido noticia en los últimos años. La caída de anoche en el concierto del Wizink se suma a un cúmulo de incidentes que ha ido sorteando el cantautor con maestría y fortaleza. Baches que también ha superado gracias al amor confeso hacia las mujeres.
Aunque ahora su corazón tan solo lo ocupa su futura mujer, Jimena Coronado. El cantautor y su novia tienen previsto pasar por el altar este año. Con ella, Sabina ha encontrado la estabilidad y la paz en su vida. De hecho, Rosa de Lima es una de las pocas canciones de amor con nombres y apellidos que el cantante ha dedicado. Jimena Coronado es su musa y le complementa en todos los sentidos.
En muchos de sus temas y versos del catalán, como en su vida íntima, la mujer siempre ha tenido un papel imprescindible. En su biografía En carne viva, el intérprete de Jaén señala a cinco mujeres como las responsables de marcar su trayectoria vital: Chispa, Sonia, Isabel Oliart, Cristina y Jimena.
Victoria Antero, su primera novia
Virtudes Antero "chispa", catedrática de literatura, fue la primera novia de Joaquín Sabina. Desde sus inicios fue una relación frustrada. "Sus padres se oponían radical y frontalmente, los míos estaban encantados, porque era subir de nivel, ella era la hija del notario del pueblo", comentó Joaquín Sabina en una entrevista. La obsesión de Sabina por la joven hizo que se llegara a instalar en el jardín de su casa como protesta porque para los padres de Virtudes el cantautor no era el candidato perfecto. Finalmente, el noviazgo concluyó cuando el padre de la joven envió a la chica a vivir a cientos de kilómetros, concretamente a Granollers. A Chispa, a Virtudes, le dedicó la canción Una de romanos.
Sonia, un amor enfermizo
Más "sabinera" fue la relación que mantuvo con Sonia, uno de los "amores incendiarios" de su vida. Se conocieron en Londres y entre noches de pasión acabaron enamorándose perdidamente. Según ha manifestado el propio artista entre ellos existía una relación amor-odio por culpa de los celos compulsivos de ella. "Ella pensaba que vivía con un hijo de puta que le ponía los cuernos con todo el mundo", contó Sabina para describir la historia de amor que vivió con la joven. Una relación un tanto enfermiza.
Isabel Oliart y Cristina Zubilaga, dos historias paralelas
Una de las mujeres más importantes en la vida de Joaquín Sabina fue Isabel Oliart, la madre de sus hijas. A pesar de las diferencias irreconciliables -es hija del político Alberto Oliart (91), exministro del gobierno del UCD- el cantautor siempre ha señalado que "de haber sido una elección premeditada, nunca habría podido escoger una madre mejor".
Mientras estaba con Isabel, Joaquín Sabina vivió un apasionante idilio de amor con CristinaZubillaga. Empezaron a salir en el año 1992, cuando él aún estaba con la madre de sus hijas y, aunque sigue apareciendo en sus sueños, el final de esa historia fue totalmente desolador. Se trataba de una bella modelo mallorquina, que le hizo vivir al artista un amor alocado y "devastador", tal y como se explica en las páginas de uno de los libros dedicados a la biografía vital de Sabina, Pongamos que hablo de Joaquín de Joaquín Carbonell.
Paula Seminara, una fan
Coincidiendo con la grabación del disco Enemigos Íntimos con Fito Páez (1998) en Argentina, Joaquín comenzó una relación sentimental con Paula Seminara. Ella tenía apenas 19 años y había sacado entradas para ir a ver a Joaquín Sabina con su novio en Buenos Aires.Justo antes del espectáculo, la joven decidió ir con una amiga.
Encantada con el show, se dirigió al hotel donde se alojaba el artista para conseguir su autógrafo y, al no encontrarlo, le dejó una carta en la que manifestó su deseo de conocerlo. Conmovido por sus palabras, Sabina decidió invitarla a otro recital, después fueron a cenar y surgió el amor.
Cuando iniciaron su relación, él estaba instalado en Buenos Aires pero al finalizar el disco, volvió a Madrid. La distancia entre la pareja hizo que ella acabara enamorándose de un joven que conoció en la cantera de Boca, su equipo favorito. Una historia que quedó plasmada en la canción Dieguitos y Mafaldas.
Arianne, su amante adicta a la heroína
Arianne Sved nació en 1963 en Harrogate, en el condado de Yorkshire (Inglaterra). Es la musa de carne y hueso en la que Sabina se inspiró para escribir su Princesa. La letra habla de una chica enferma y adicta a las drogas de la que Sabina ya se había desencantado un par de años antes.
Fue un amor de juventud. Corría principios de la década de los 80. En aquella época Joaquín Sabina era un treintañero, 14 años mayor que la chica. "Era una belleza pintada por Botticelli (...) con la que me acostaba cuando iba a Logroño, y con la que alguna vez me fui a un pueblecito perdido a pasar un fin de semana. Luego se vino a Madrid y fue cayendo en picado. Eso llevó a la heroína y en ese momento hice la canción”, cuenta el artista en su libro. "Afortunadamente, esa chica, que vivió momentos muy malos, tengo entendido que ya está bien y me alegro mucho por ella", sentencia Sabina.
Jimena Coronado, su "salvadora"
En la actualidad, además de sus hijas Rocío y Carmela, la mujer que se ha vuelto imprescindible y que ha logrado encauzar su vida es la fotógrafa peruana Jimena Coronado. La "Rosa de Lima" y Joaquín Sabina se conocieron en Perú, cuando él fue a presentar un disco y ella acudió enviada por el periódico El Comercio para hacer unas fotos en su hotel, el Sheraton de Lima.
Jimena y el cantante jienense son pareja desde 1999. Coronado es hija del expresidente del Banco Central de Reserva del Perú y ambos comparten vida y casa en Madrid desde hace dos décadas. En el mes de noviembre, el cantautor se comprometía con la mujer que ha rescatado de los infiernos, la que ha sido su pareja desde hace más de 20 años. Para Sabina este ha sido su segundo matrimonio después de casarse con Isabel Oliart.
Su futura esposa es su apoyo fundamental, fuera y dentro del escenario: es la que responde las llamadas, la que restringe las visitas y autoriza las entrevistas a Sabina. Coronado también fue clave en la recuperación del cantante tras el infarto cerebral que sufrió en 2001.
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